El artículo de hoy va enfocado a la salud de los maestros y maestras, como gran indicador de desarrollo y prosperidad de una sociedad, y el impacto del estrés docente en su labor educativa.
La salud en el ámbito educativo
Si la Educación es uno de los pilares sociales, no lo es menos la Salud. Y si volvemos a llevar la salud al ámbito educativo, resulta que, si los profes están sanos, tienen un alto nivel de bienestar, están felices, y no viven un alto nivel de estrés en el aula, entonces pueden ejercer con excelencia y compromiso su labor, y de esta manera elevar el valor educativo.
La trascendencia del estrés docente
El estrés en los docentes afecta a dos vertientes. La calidad de la enseñanza que imparten, por un lado; y, por otro, la salud del propio profesorado, generando lo que se conoce como el síndrome del profesor quemado.
El Síndrome del Burnout, o profesor quemado, fue descrito hace cuatro décadas por referentes científicos (Freudenberger, Kyriacou y Sutcliffe, o Cristina Maslach) como “agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal, que puede ocurrir entre individuos que trabajan con personas”.
La docencia se sitúa en ese ámbito de profesiones que trabajan con personas, lo que es una fuente de satisfacciones, pero cuyo desempeño produce un desgaste progresivo por las emociones generadas en ese trato con los demás.
En este artículo, intento situar el fenómeno del estrés docente, describir los rasgos característicos en los que puedes reconocer si estás afectado/a en algún grado por esta situación, y ofrecer vías de superación de este desafío que, en algún momento de su carrera profesional, todo/a profe atraviesa.
Contenidos
Exactamente, ¿Qué es el estrés docente y cómo se manifiesta?
¿Cuáles son los motivos o desencadenantes frecuentes?
¿Cómo superarlo?
Soluciones que pueden aportarse para disminuir el índice de estrés docente
¿Qué pueden hacer los propios docentes para reducir su estrés?
Exactamente, ¿Qué es el estrés docente?
“Estar en el desarrollo de los alumnos es un trabajo precioso”; “Me encanta trabajar en equipo”; “Me ilusiona poder educar y ofrecer los recursos que yo no tuve”; “Aprendo con cada alumno, con cada familia”
Estos son algunos testimonios de profesores con los que trabajo y que responden al sentido que para ellos tuvo, tenía o tiene estar en la profesión.
Y, no es menos cierto, que los mismos profesores, aun conectando con el propósito y la belleza de hacer lo que hacen, reconozcan las dificultades con las que conviven a diario, con las emociones difíciles que se producen en la relación con los alumnos, con sus madres y padres, o con sus propios compañeros de claustro.
Podríamos definir el estrés del docente como la experiencia de emociones difíciles como el miedo, el enfado, la rabia o la tristeza que derivan en una pérdida de salud física y psicológica, y que tienen relación directa con algún aspecto de la labor docente.
Salud física
Salud psicológica
Tensión muscular, lumbalgias, cefaleas, cervicalgias, contracturas en general.
Presión sanguínea alta, arritmias, problemas cardiovasculares.
Dificultades respiratorias, úlcera de estómago y diversas alteraciones gastrointestinales.
Pérdida de interés.
Falta de eficacia.
Irritabilidad.
Estados de nerviosismo, inquietud, frustración o decaimiento.
Además de esta pérdida de salud, que tiene que ver en gran medida por una deficiente oxigenación del cerebro, la memoria y la creatividad bajan y se bloquea la destreza en resolución de problemas.
Como decía más arriba, el impacto es doble, tanto al bienestar personal como al desempeño en el aula y fuera de ella.
En concreto, veamos algunos motivos habituales que llevan al agotamiento del profesorado.
¿Cuáles son los motivos o desencadenantes más frecuentes?
Si eres profe o tienes algún docente cerca, conocerás el sufrimiento que produce la falta de respeto del alumnado hacia ti, o entre ellos. O la tensión que produce esa permanente sensación de no llegar por la sobrecarga de trabajo. O seguro que podrías añadir muchos ejemplos porque el desempeño docente contiene una amplia gama de dimensiones con riesgo alto de estrés.
Estos son los principales desencadenantes o estresores de la profesión que a menudo surgen en nuestros cursos con el profesorado:
Comportamiento inadecuado del alumnado.
Relación con las familias.
Escasez de recursos disponibles para la labor diaria: materiales y humanos.
Presión de tiempo y sobrecarga laboral.
Discontinuidad, exceso de cambios y falta de coherencia en el sistema educativo.
Precariedad laboral.
Con mi curso de mindfulness online para el profesorado te ayudaré a parar para avanzar. Te guiaré hacia tu cuidado personal; te enseñaré a gestionar las emociones difíciles para reducir el estrés y así mejorar las relaciones dentro y fuera del aula.
Y ¿Cómo podemos mejorar esta situación en la que socialmente nos jugamos tanto?
Cómo prevenir el síndrome del profesor quemado y soluciones para reducir el estrés docente
Pues aquí hay para todos. Como decíamos más arriba el tema es complejo y cada uno debe coger lo que pueda.Por un lado, las familias pueden aumentar el grado de aceptación del profesorado, lo que les permitirá ponerse a remar junto a ellos y favorecer que recuperen su credibilidad y autoridad. En este sentido, los contenidos de escuelas de familias pueden ir en esta línea de transmitir valores que reconozcan la tarea del docente.
La Dirección del colegio puede prestar oído a esta situación, observar y medir los indicadores de estrés en su claustro. El estrés, además de dañar a las personas, es un fenómeno incapacitante y no se resuelve por sí solo con el tiempo, sino que se agrava y, por el camino, el proyecto de centro va perdiendo fuerza o se repite sin novedad, dejando de ser relevante para la comunidad educativa.
Por otro, la Administración educativa puede poner en mayor valor a los docentes. No solo es una cuestión de presupuesto, sino de cariño y de cuidado del activo principal de la Educación de una sociedad. La mejora de las condiciones laborales y la empleabilidad, así como el diseño de planes de formación orientados a elevar el bienestar subjetivo de los docentes, son acciones que no terminan de explotar con la intensidad necesaria.
Y tú, profe, ¿qué puedes hacer?
Porque nada de lo anterior será suficiente, ni determinante, si el propio docente no asume un cuidado personal, una responsabilidad que es enteramente de cada profe. Me atrevería a decir que es la parte más importante de todas las soluciones que hemos apuntado hasta ahora.
Ya sabemos por experiencia, que echarle la culpa al resto no mejora las situaciones. De la misma manera, los/as docentes no pueden quedarse esperando que los demás cambien. Esta es una invitación a enfocarte en lo que depende de ti, profesor o profesora, y desarrollarlo todo lo que puedas.
Mientras tanto te dejo unos consejos prácticos para que los empieces aplicar desde ya:
Tips o consejos:
Trata de hacer pausas en las que puedas darte cuenta de lo que sucede y cuidarte. Ir muy ocupado/a y sin parar no va a solucionar los problemas.
Conecta con tus prioridades y trata de hacer algo importante para ti cada día.
Dedica unos momentos cada día a recoger las pequeñas satisfacciones, los detalles de alumnos que te sacaron una sonrisa, lo que alguna madre o padre te inspiró, o la experiencia de apoyo con tus compañeros/as.
Cuida la comunicación. Sobre todo, donde hay dificultades y surgen emociones difíciles, trata de mantener el contacto con lo que sientes, con lo que dices y cómo lo dices, y con cómo afecta a la otra persona lo que dices.
Me encantaría tener tu aportación. Ya seas madre, padre, educador, docente ¿Qué resuena en tu experiencia al leer este artículo? ¿Has experimentado el estrés docente en tu aula o el de tus hijos, o compañeros de claustro? ¿Cómo sientes la Educación desde tu punto de vista? ¿Qué puedes hacer para mejorarla? Te leo en los comentarios.