Comiendo chocolate en cada desayuno – siempre y cuando no sobrepasemos las 600 calorías – podemos adelgazar más fácilmente dado que es en este periodo del día cuando nuestro metabolismo está en pleno rendimiento, y es capaz de quemar esas calorías de más durante el resto del día.
Si somos severos con nosotros mismos y eliminamos los dulces se puede crear una adicción a largo plazo, pero añadiendo estos pequeños caprichos durante la primera comida del día estaremos ayudando a que nuestro cuerpo no tenga necesidad de pedirnos cualquier tipo de antojo más tarde – concluyen los científicos en la revista Steroids –.
Un experimento con 200 personas – hombres y mujeres – los cuales debían ponerse a dieta durante dos semanas, ha demostrado que las personas que incorporaban galletas o chocolate a su primera comida del día perdían más peso y lo mantenían de manera más prolongada.
Siendo más precisos, mientras una mitad tomaba una dieta baja en carbohidratos de 300 calorías, la otra mitad de los participantes tomaba una dieta rica en carbohidratos y proteínas de 600 calorías (incluyendo, eso sí, un trozo de pastel de chocolate). Aunque a corto plazo todos perdían peso, a la larga se demostró que el segundo grupo perdía 18 kilos más de media.
El desayuno – una de las comidas más fundamentales del día – es muy eficiente con lagrelina, hormona responsable del apetito voraz. Pese a que los endocrinos y dietistas desaconsejen el consumo de dulces para perder peso, los investigadores israelíes han llegado a la conclusión de que no es necesario evitarlos en el desayuno. Suprimirlos de nuestra dieta aumentaría los deseos de ingerir dichos alimentos.