¿Qué ganamos siendo generosos y altruistas? Poca cosa podría contestar la mayoría. ¿pero no ganamos en felicidad cuando hacemos una cosa que creemos que beneficia al prójimo? ¿No os ha pasado, de estar eufóricos o contentos cuando hacemos algo desinteresado? ¿No nos sentimos bien? Y entonces… ¿por qué no podemos hacerlo más a menudo?
Hace tiempo leí que hay un estudio que dice que más de 6.500 personas en la región de San Francisco (EE.UU), en las relaciones sociales intensas reducen a la mitad el riesgo de muerte en cualquier edad. Por lo que lo importante no es lo que recibimos de otros sino lo que damos. Los científicos comprobaron el estado de salud de hombres y mujeres y les preguntaron cuánta ayuda y dedicación pedían a sus parientes, amigos y vecinos, y cuánto ayudaban ellos a otros. Al cabo de cinco años, los investigadores observaron que cuánto más se habían preocupado por otros, mayor era la probabilidad de que esa persona viviese todavía. No importaba por quien se hubieran preocupado.
John Allman, neurocientífico californiano, descubrió que los monos machos mueren antes que las hembras, aunque únicamente en especies donde solo las madres se hacen cargo de las crías. En la mayoría de las especies primates, a los padres no les importa su descendencia y, estos machos no han sobrevivido a las hembras. Pero hay excepciones: en Sudamérica es el macho el que asume por completo el cuidado de las crías mientras la madre se responsabiliza de amamantarlo. Y en este caso el macho es más longevo.
¿Puede ser igual con los padres humanos? Sin duda. La dedicación a los demás beneficia de muchas maneras a los más generosos. Los buenos sentimientos hacen posible que deseemos experimentarlos y compartirlos con los demás. Con ello hacemos que el miedo a que se aprovechen de nosotros, va desapareciendo gradualmente y con la valentía de dar, aumenta nuestra sensación de libertad.
A primera vista puede parecer paradójico que el hecho de involucrarse con los demás intensifique el propio bienestar físico y espiritual pero nuestro cerebro ya estaba programado para ser solidario y generoso. Llegamos a este mundo con predisposición a la empatía y esta se revela ya desde la experiencia más temprana y entonces comenzamos a desaprender…: los palos de la vida, las decepciones, etc nos llevan a creer que NADA es más importante que nosotros mismos…
El principio de preocuparnos solo por el propio bienestar que en nuestra sociedad se impuso como modelo a seguir durante los pasados siglos; ha resultado ser arriesgado. Necesitamos ser más humanos en el trato con los demás, ya que es indispensable para asegurar nuestro PROPIO bienestar.
Pero ¿debemos preocuparnos antes por nosotros mismos o por el otro? A esto es mejor darle una respuesta: debemos preocuparnos de ambas, pues la una no existe sin la otra.
Así es que sal a la calle y haz el bien… porque algún día tendrás tu recompensa… el karma vuelve o eso dicen….
Libros recomendados:
La revolución generosa de STEFAN KLEIN
Que es el altruismo: La búsqueda científica del origen de la generosidad de LEE ALAN DUGATKIN
La voluntad de vivir de VICTORIA CAMPS
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