Armonía entre los opuestos
Construir los propios sueños exige un alto conocimiento de uno mismo; si alguien quiere saber qué es lo que quiere en la vida, primero debe preguntarse quién es él. Y en la ardua tarea de describirse y conocerse a uno mismo, la capacidad de observar y entender a los otros ofrece una ayuda muy valiosa. Así, Huete propone
una matriz muy sencilla para definir el tipo de mentalidad o de sensibilidad de una persona, ubicándola en un plano cartesiano en el que se cruzan dos ejes: "datos/ conceptos" en el horizontal y "cercano/lejano" en el vertical.
Para ubicar a una persona hay que comenzar por escuchar la calidez de su discurso y determinar si apela constantemente a enfoques de tipo racional, refiriéndose a hechos y a datos demostrables, o si se inclina más por un
discurso de índole emocional, aludiendo a ideas, conceptos o modelos indemostrables. Si bien ninguna persona está ubicada en un único eje, y los discursos cotidianos suelen entremezclar elementos racionales y emocionales, la observación atenta de otras personas, o de uno mismo, permitirá extraer una tendencia más acentuada en cada individuo.
El siguiente paso consiste en observar si la persona pone más énfasis en las cosas "cercanas", como su casa, los asuntos concretos y su intimidad personal, o si por el contrario tiende a hablar de lo "lejano", como lo que sucede en el mundo, en la economía o en la política. Los primeros son más reflexivos y tienden a hablar poco, mientras que los segundos suelen ser más extrovertidos y tienden a hablar mucho.
Al cruzar estos dos ejes surge una matriz que define cuatro personalidades diferentes. Los de mentalidad anglosajona, con una aproximación racional hacia la vida e interesados en lo global y distante, son muy dados a la estrategia, al análisis del entorno, a los negocios que involucran operaciones complejas y a la competencia. Este tipo de personas tienden a ser ambiciosas, buenas organizadoras, individualistas y dominantes, al tiempo que eluden el conflicto, evitan hablar de sus propios sentimientos y son propensas a utilizar medios innobles para alcanzar sus propias metas. En el cuadrante superior derecho se ubican los de mentalidad latina: se trata de personas que están igualmente preocupadas por lo global, pero lo asumen desde una perspectiva menos estructurada y más pasional. Este tipo de personas tienden a ser creativas, simpáticas y abiertas al cambio, pero a su vez tienden al desorden, superficialidad, creer que son superior a los demás y hasta la exageración.
En síntesis, se trata de personalidades seductoras pero inconstantes, influyentes pero excesivamente preocupadas por la opinión de los otros y el reconocimiento ajeno. En la parte inferior derecha se encuentran los de mentalidad asiática, que privilegian igualmente lo emocional o intangible sobre lo racional o concreto. A quienes tienen esta visión del mundo les gustan las relaciones íntimas, las redes de confianza, el trabajo en equipo, la familia y la tradición. Así, tienden a establecer buenas relaciones laborales y a establecer puentes de intimidad con las otras personas. Pero al mismo tiempo, adolecen en ocasiones de una tendencia a ceder fácilmente sus propios intereses y de la incapacidad de enfrentarse a otras personas en conflictos agresivos. Son, en general, personas humildes, obedientes, pacíficas y flexibles. Por último, en el cuadrante inferior izquierdo se ubican los de mentalidad germánica, que son quienes conjugan la reflexión íntima con la racionalidad. A estas personas les gusta lo cuantificable, el orden y la sistematización y son organizados, analíticos y capaces de resolver problemas prácticos. Sin embargo, suelen ser rígidos, poco abiertos al cambio y a la innovación y les cuesta trabajo realizar varias tareas al mismo tiempo.
En general son personas conservadoras que valoran la estabilidad y la existencia de regulaciones claras. Los científicos, informáticos y auditores suelen pertenecer a este grupo. Pues bien, una vez establecida esta categorización, Luis Huete invita al lector a ubicarse en el plano, aclarando que aunque su personalidad no se ajuste perfectamente a una de las propuestas, siempre es posible definir una tendencia, al observar los rasgos que predominan sobre los otros. Es usual que una persona comparta rasgos de dos mentalidades que colindan horizontal o verticalmente, pero es muy poco común encontrar personas cuya personalidad reúna elementos antagónicos, es decir que mezcle las características de un plano con las de aquel otro plano que se ubica en diagonal. Así, es probable encontrar personas con rasgos de latino y de anglosajón, pero es improbable encontrar personas con rasgos latinos y germánicos. Y, sin embargo, es en la capacidad de gestionar esa polaridad en donde radica el éxito para construir los propios sueños. La armonía entre los opuestos es la mayor fuente de enriquecimiento personal. Quienes son capaces de abrirse a los puntos de vista más distantes a los suyos son quienes tienen las mejores herramientas para comprender la realidad. Por ello,
En síntesis, se trata de personalidades seductoras pero inconstantes, influyentes pero excesivamente preocupadas por la opinión de los otros y el reconocimiento ajeno. En la parte inferior derecha se encuentran los de mentalidad asiática, que privilegian igualmente lo emocional o intangible sobre lo racional o concreto. A quienes tienen esta visión del mundo les gustan las relaciones íntimas, las redes de confianza, el trabajo en equipo, la familia y la tradición. Así, tienden a establecer buenas relaciones laborales y a establecer puentes de intimidad con las otras personas. Pero al mismo tiempo, adolecen en ocasiones de una tendencia a ceder fácilmente sus propios intereses y de la incapacidad de enfrentarse a otras personas en conflictos agresivos. Son, en general, personas humildes, obedientes, pacíficas y flexibles. Por último, en el cuadrante inferior izquierdo se ubican los de mentalidad germánica, que son quienes conjugan la reflexión íntima con la racionalidad. A estas personas les gusta lo cuantificable, el orden y la sistematización y son organizados, analíticos y capaces de resolver problemas prácticos. Sin embargo, suelen ser rígidos, poco abiertos al cambio y a la innovación y les cuesta trabajo realizar varias tareas al mismo tiempo. En general son personas
al momento de forjar equipos empresariales, constituir familias, o iniciar empresas conjuntas, conviene acercarse a personas cuya mentalidad se ubique en la diagonal de la de uno mismo. Al fin y al cabo, como lo señala el autor tras dar ejemplos de equipos empresariales y fórmulas políticas constituidas por sujetos de personalidad opuesta: "Las personas iguales a ti, a largo plazo, no te añaden gran cosa".
Luis Huete Construye tu Sueño
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