La ansiedad alimenticia está vinculada, por tanto, a comer, pero ya no sólo como una forma de obtener energía, sino también como fuente de placer, y por tanto en muchas ocasiones lo que espera satisfacerse es calmar un estado de estrés y malestar, más que la necesaria y propia reposición de energías y nutrientes. El problema surge cuando la ansiedad sobrepasa determinados límites y se convierte en un problema de salud.
Una persona con ansiedad alimenticia muestra una serie de síntomas que no siempre están manifestados en público: picar de forma frecuente sin tener hambre; buscar consuelo en la comida al sentirse triste, enfadado, sólo o aburrido; provocarse atracones hasta sentirse dolorosamente lleno; y en consecuencia, experimentar sentimientos de vergüenza y culpabilidad.
Para solucionarlo debemos comer alimentos que aumenten los niveles de serotonina como pollo, pavo, pescado y huevos, tomar más leche y queso, además de tofu, soja y nueces, pero también algunos ricos en de triptófano, ácidos grasos omega 3, magnesio y zinc que nos ayuden a sintetizarla, como plátanos, legumbres, verduras y el germen de trigo que también son considerados antidepresivos naturales.
¿Conoces a alguien que sufra ansiedad alimneticia? ¿Qué motivo crees que le impulsa a ello?