Incluir antioxidantes en la dieta
Los antioxidantes naturales o fabricados por el hombre son sustancias que ayudan aprevenir o retardar daños específicos a las células. Los antioxidantes están presentes en muchos alimentos, como las frutas, las verduras, el pescado y las semillas, así como también pueden ingerirse mediante suplementos dietéticos. Ejemplos de antioxidantes: Beta carotenos, Luteína, Licopeno, Selenio, Vitamina A, Vitamina C, Vitamina E.
Existen estudios que han comprobado que una dieta rica en verduras y frutas reduce los riesgos de padecer ciertas enfermedades, además de ser muy saludable.
En cuanto a los suplementos con alto contenido de antioxidantes, siempre deben consumirse bajo supervisión médica, toda vez que, en algunos casos, pueden relacionarse con ciertos problemas de salud. Por ejemplo, el beta-caroteno en altas dosis puede incrementar el riesgo de padecer cáncer de pulmón en los fumadores. Elevadas dosis de vitamina E, pueden aumentar el riesgo de aparición de cáncer de próstata. Estos suplementos también pueden reaccionar desfavorablemente al interactuar con ciertos medicamentos.
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Evitar la inflamación
Si incorporamos a nuestra dieta verduras verdes y alimentos ricos en Omega 3, (aceite de pescado), ayudaremos a evitar que nuestro cuerpo se inflame. En la misma proporción debemos evitar el consumo de azúcares, ya que son altamente procesados o contienen gran cantidad de grasas saturadas y favorecen a la inflamación del cuerpo.
Beber más agua
Las personas adultas deben ingerir un litro de agua o más diariamente. El agua regula la temperatura del organismo y permite la eliminación de las toxinas derivadas del metabolismo y del estilo de vida industrial. El agua limpia la piel, beneficia a los riñones, ayuda al control del apetito y mantiene la energía.
Lo recomendado es no tomar bebidas nocivas como las gaseosas y los jugos pasteurizados que tienen muchas calorías y realmente no mitigan la sed. Si se necesita sentir sabor, se le puede agregar un poco de limón al agua o lima. Los jugos naturales también aportan positivamente a una dieta saludable. Como todo, en exceso es malo, mira los verdaderos efectos de engañar al estomago con agua.
Desayunar
El hábito de desayunar temprano es fundamental para una buena calidad de vida. Si el desayuno se compone de proteínas y granos integrales, evitará que se coman grandes cantidades a la hora del almuerzo. Los estudios han demostrado que aquellas personas que no desayunan, siempre terminan comiendo mucho más en el almuerzo y en la cena. Mientras más sano sea el desayuno, la persona se sentirá más energizada y no necesitará comer tanto a lo largo del día.
Mantener una alimentación balanceada
Si la mayoría de los alimentos que se consumen son frutas y verduras, parte del camino está trazado. La proteína, los lácteos con poca grasa y los granos integrales también son indispensables para una dieta sana. Cuando se logra establecer el hábito de comer sano, el cuerpo se siente más cómodo. Al principio, el organismo puede sentirse afectado por la ausencia de carbohidratos y grasas, pero cuando se habitúa a una dieta equilibrada, los resultados físicos y emocionales son sorprendentes.
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Realizar ejercicios
Ponerse en forma, además de ayudar a mantener un peso saludable, ayuda a tener más autoconfianza. Los ejercicios aportan muchísimos beneficios, entre ellos una buena salud cardiovascular y la prevención de enfermedades como la diabetes, el Alzheimer, entre otras.
La actividad física fortalece el sistema inmune, aumentando los anticuerpos y los linfocitos. También ayuda a dormir mejor.
No comportarse de manera riesgosa
Los riesgos innecesarios pueden traer consecuencias negativas para la mente y cuerpo, las cuales pueden ser devastadoras con el paso del tiempo. Si se pretende mantener una vida saludable, lo más recomendable es: practicar sexo seguro, evitar la bebida en exceso, dejar de fumar y de consumir drogas.
Descansar lo suficiente.
Cuando se duerme, el organismo genera las células para combatir las infecciones, la inflamación y el estrés; no dormir completo, facilita la propensión a las enfermedades y aumenta el tiempo de recuperación de cualquier patología.