No me ha quedado más remedio que pasar a la acción. Así es como he entrado de lleno en el maravilloso mundo de las semillas germinadas.
No es un secreto que estas semillas contienen un alto valor nutricional gracias a sus numerosas vitaminas (C, A, E, D, K y vitaminas del grupo B), minerales, fibras alimentarias, aminoácidos, antioxidantes, enzimas, etc.
Cuando las semillas se ponen en agua entre 12 y 24 horas, se neutralizan ciertos anti nutrimentos naturalmente presentes en éstas y comienza el proceso de germinación. Durante este proceso, aumentan la cantidad de vitaminas y minerales que contiene cada semilla, así como la de sus enzimas (entre 6 y 20 veces más), ayudando a una mejor digestión y asimilación de las sustancias nutritivas. Se habla de su poder revitalizante, energético y regenerador. Sus beneficios para la salud son innumerables.
Se pueden germinar muchos tipos de semillas que podemos clasificar en cuatro grandes grupos: semillas de hierbas aromáticas y verduras (alfalfa, zanahoria, hinojo, perejil, albahaca); semillas de cereales y pseudocereales (maíz, avena, centeno, espelta, mijo…); semillas de leguminosas (lentejas, garbanzos) y semillas oleaginosas (avellana, almendra, girasol…) Según el tipo de semilla utilizada, las propiedades serán distintas, por lo que es recomendable variar. Mucho cuidado porque no todas las semillas germinadas son aptas para el consumo humano. Por ejemplo, las semillas germinadas de berenjena, ruibarbo o tomate son tóxicas.
La preparación de esta bomba nutritiva en casa es bastante fácil. Se pueden encontrar diversos tipos de semilleros para realizar la germinación. Yo utilizo uno bastante sencillo. Es un tarro de cristal en el que coloco una cuchara sopera de semillas y las pongo en remojo durante toda una noche. Es la etapa en la que ciertos anti nutrimentos quedan neutralizados. Es buena idea realizar al menos esta etapa antes del consumo de algunos oleaginosos como las almendras o nueces. Por la mañana, enjuago las semillas y dejo el tarro al revés de forma que se retire el máximo de humedad. La tapa del tarro posee unas ranuras que dejan salir únicamente la humedad de modo que haya una combinación de agua, oxígeno y temperatura ideales para la germinación. Enjuagamos las semillas tres veces al día durante 3 o 4 días. Cada tipo de semilla necesita unas condiciones y tiempo de germinación diferente que será importante consultar previamente.
Pueden servirse como acompañamiento en cualquier plato o añadirse a una rica ensalada junto con unas pepitas de girasol o de calabaza, ¡una delicia! También están muy buenas en un bocata o con unas sabrosas fajitas de carne.
He de decir que su consumo no está exento de riesgos. Se han producido a lo largo de la historia algunos casos de intoxicación alimentaria causadas por bacterias como la E.coli y la Salmonella. Tenemos que tener en cuenta que se trata de un alimento vivo y que hay que tomar precauciones. La higiene debe ser máxima durante la preparación y una vez realizada la germinación deben consumirse rápidamente. Por mi parte, y teniendo en cuenta que las enzimas aumentan rápidamente durante los tres primeros días, lo tomo con rapidez a partir de ese momento para aprovechar al máximo sus beneficios con la mayor seguridad posible. Es preferible evitarlo en niños, ancianos, embarazadas y personas con un sistema inmunológico frágil.
Espero que os haya gustado este tema. No dudéis en dejar vuestra opinión o compartir vuestra experiencia.