Con un tierno brillo en los ojos, una amiga de origen asiático me contaba con detalle hace pocos meses cómo procedían su madre y su abuela para fabricar esta milenaria bebida probiótica. Nunca he tenido una conexión especial con esta cultura, pero a veces la vida te une con personas inesperadas, y acabas admirando el saber hacer de gente que nunca hubieras imaginado.
El té kombucha parece tener su origen en China. Posteriormente fue extendiéndose a otros países hasta llegar, con el paso del tiempo, a casi todos los rincones de la tierra.
Esta bebida se obtiene mediante la fermentación de té azucarado, para la que se utiliza el conocido SCOBY (en inglés: Symbiotic Colony Of Bacteria and Yeast), que es un compuesto de bacterias y levaduras que actúan en una simbiosis perfecta dando a este té todas sus enzimas, vitaminas, ácidos y compuestos esenciales.
Además de su poder revitalizante, se le atribuyen grandes beneficios como la mejora en el proceso de digestión y de la flora intestinal, propiedades antibióticas, y fortalecimiento del sistema inmune. Es por todo esto indudablemente por lo que su consumo nunca ha dejado de crecer y se ha convertido incluso en un fenómeno de moda en los últimos años.
Frente a otros alimentos probióticos, tiene la ventaja de no contener lactosa, por lo que aquellas personas que tengan este tipo de intolerancia alimentaria podrían tomarlo.
Su elaboración es sencilla y puede realizarse en casa. Podemos encontrar los ingredientes necesarios en herbolarios y tiendas de alimentación biológica. Para descubrir todos los secretos de su preparación podemos asistir a los talleres que también se organizan en este tipo de comercios o seguir algunas de las guías disponibles en internet. Y para aquellos que lo prefieran, pueden comprarlo ya preparado. Actualmente existe una gran variedad de sabores para satisfacer cualquier paladar.
A la hora de su consumo, debemos tener en cuenta que, al contener teína, es preferible no tomar esta bebida por la noche para evitar desvelarse. También hemos de saber que lleva una ligera cantidad de alcohol debido a su proceso de fermentación. Esto último hace que a veces se la considere más como una sidra que como un té.
El té kambucha no está exento de riesgos. El principal peligro es la posible contaminación durante la fermentación que podría causar efectos tóxicos en el organismo. Por ello, es importante respetar las medidas de higiene y elaboración adecuadas.
Existen opiniones muy diversas relativas a su consumo. Hay quienes defienden las ventajas de esta bebida casi como si fuera un producto milagroso y hay otros que desconfían argumentando que no hay pruebas científicas de sus beneficios en seres humanos, por lo que recomiendan no tomarla a personas frágiles o inmunodeprimidas. Yo diría que, como en casi todo, lo mejor es la prudencia y la moderación, aunque su larga trayectoria y la experiencia parecen evidenciar que es una alternativa saludable. En todo caso, cuando pienso en lo anclado que está este té en culturas como la asiática y en cómo perdura a través del tiempo, me digo que merece la pena plantearse su consumo o al menos interesarse en el tema. ¿Qué os parece a vosotros?