La psicología positiva se centra en los aspectos que podemos trabajar para adaptarnos mejor a las situaciones y valernos de ellas para nuestro desarrollo personal. La resiliencia cobra una especial importancia en todo este proceso. A diferencia de lo que se pueda creer, no es solamente un rasgo de la personalidad con el que se nace, sino que también se puede ejercitar y trabajar para que podamos adquirir esta fortaleza ante las circunstancias difíciles en las que nos vemos envueltos en muchas ocasiones.
¿Eres una persona que se derrumba ante las circunstancias adversas? Si es así no te preocupes, tenemos una buena noticia: la resiliencia se puede trabajar. Además, te vamos a indicar cómo puedes hacerlo, para que, ante las situaciones difíciles, en vez de desmoronarte, aprendas a reconocer tú potencial y cómo este te pueden servir de gran ayuda.
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En qué consiste la resiliencia
El concepto resiliencia proviene de la física, hace alusión a la capacidad de ciertos materiales para recuperarse y volver a su estado original, habiendo soportado grandes impactos y cargas. Esto aplicado al ámbito humano, se refiere a nuestra capacidad para sobrellevar las situaciones adversas, saliendo fortalecido de ellas. Este fenómeno ha sido estudiado tanto por psicólogos como por psiquiatras, al ver cómo algunos niños mostraban un desarrollo positivo ante situaciones familiares complicadas.
¿Por qué unas personas ante las dificultades se crecen y otras se derrumban? La respuesta está en la resiliencia de cada persona: la actitud, su forma de comprender la vida, de dar solución a lo que le rodea, de afrontar las situaciones… Todo cuenta para poder aprender de las experiencias desagradables y afrontarlas de la mejor forma posible.
Cualquier persona a lo largo de su vida tiene que lidiar con multitud de dificultades, que se manifiestan en muchas ocasiones a través del estrés, ansiedad, problemas de sueño, depresiones o distintas enfermedades psicosomáticas, como las alergias o los problemas en la piel. Todo esto son nuestros mecanismos de defensa, el cuerpo reacciona para avisarnos de que hay algo en nuestras vidas que no estamos afrontando de una forma adecuada y saludable.
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Cada uno de nosotros cuenta con potencialidades y capacidades de adaptación y superación, solamente tenemos que centrarnos en ellas y desarrollarlas. El fenómeno de la resiliencia no se encuentra solo de forma individual, sino que también lo hay en familias y pequeños grupos, donde se aprecia cómo todos los individuos enfrentan de una manera particular y positiva lo que otros no podrían soportar.
La resiliencia incluye factores sociales, biológicos y psicológicos. En las personas resilientes se puede comprobar como estos factores interaccionan entre sí, tal y como se ha podido demostrar con evidencias empíricas. Uno de los investigadores más importantes de este concepto, Boris Cyrulnik, concluyó lo siguiente: “La resiliencia se teje: no hay que buscarla sólo en la interioridad de la persona ni en su entorno, sino entre los dos, porque anuda constantemente un proceso íntimo con el entorno social”. Atendiendo a las conclusiones de los investigadores, se puede desarrollar la resiliiencia y necesitamos de un entorno o ambiente para poder desarrollarla.
Cómo podemos fortalecer nuestra resiliencia
Si puedes desarrollar tu resiliencia ante contextos adversos y situaciones más bien desagradables, visto así, se podría decir que cualquier situación difícil por la que pases a lo largo de tu vida, en realidad, es una oportunidad para tu desarrollo personal. Esto es algo que también estaría asociado, ya no solo a la psicología positiva, sino también a prácticas orientales como la meditación.
La práctica de la meditación nos enseña precisamente a atender y concentrarnos en nuestro presente, para que veamos cada una de nuestras experiencias como una oportunidad para crecer y desarrollarnos. Los apegos hacen que tengamos una mayor vulnerabilidad ante las circunstancias externas desfavorables. Los vínculos de apego que desarrollamos nos hacen ser celosos y posesivos, los cuales nos genera malestar y sufrimiento. Se pueden depurar, adquiriendo otra visión y otra filosofía de vida. Esto conlleva tener otra actitud y la meditación se presenta como una práctica que nos sirve de gran ayuda para esto.
Para desarrollar tu resiliencia es imprescindible que haya una interacción positiva entre el componente personal y el ambiente en el que te desenvuelves, independientemente de las circunstancias. Las bases de este desarrollo positivo se crean desde la familia, sobre todo con la figura de la madre. Ellas tienen un papel fundamental en el aporte de la seguridad y las fortalezas necesarias para que nos sobrepongamos ante las experiencias traumáticas y las adversidades. Sin embargo, esto no siempre es posible, por lo que hay que desarrollar esta seguridad y fortalezas de otro modo.
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Que no hayas tenido una madre o unos padres que te hayan aportado esa seguridad no es una excusa. Hay niños que la desarrollan igualmente a pesar de no tener este apoyo familiar, a través de su temperamento y afrontando las situaciones con una actitud favorecedora para poder aprender de cualquier experiencia. Al hacernos adultos podemos desarrollar tanto nuestra seguridad como nuestras potencialidades, ya sea contando con nuestra familia, con nuestras amistades o pareja. También, podemos hacer esto de manera aislada, por nosotros mismos, aunque por supuesto, requiere de un gran esfuerzo y desarrollo personal.
La forma de poder hacerlo, tal y como bien indicaba el psiquiatra Viktor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido”, estaría en dar un sentido a nuestras vidas para que avancemos con cualquier herida hacia un proceso de transformación. Al hacernos cargo y responsables de nuestras vidas, adquirimos una visión más amplia que nos ayuda a conocer los porqués de nuestra existencia para poder soportar cualquier cómo. Nietzsche decía: “Quién tiene un porqué para vivir, encontrará un cómo”. La meditación en este sentido nos aporta la claridad que necesitamos para conocer los porqués de nuestra existencia.
En conclusión, la meditación podrá permitirte practicar la flexibilidad y, con ella, la resiliencia. Y de esto mismo trata el método Crear Salud, que te ayudará a establecer nuevos hábitos en tu día a día, no solo para que empieces a meditar, sino para aprender a nutrirte adecuadamente y llevar una vida activa.
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