Por definición, una hepatitis es una inflamación del hígado por una infección vírica. Hay 5 tipos de hepatitis, cada una de los cuales se designa con una letra (A, B, C, D o E) y cuya transmisión y virus causante varían de unas a otras. Sin embargo, las dos principales son B y C, que son responsables del 96% de la mortalidad mundial por estas infecciones.
El virus de la hepatitis C (VHC) es un virus animal esférico envuelto por una nucleocápside icosaédrica y con un ARN simplexo de polaridad positiva. Pertenece a la familia Flaviviridae y al géneroHepacivirus.
La sintomatología es similar a la de las otras hepatitis: infección crónica en el 55-85% de los casos (como en la hepatitis B, aunque con una mayor probabilidad de cronificación), cirrosis y cáncer hepático (5-20% de los afectados). Sin embargo, la sintomatología aparece años después, por lo que probablemente haya muchas personas que desconocen que la padecen.
La transmisión es por contacto con sangre o, raras veces, por transmisión sexual.
Además, cabe destacar que existen fundamentalmente 6 genotipos de hepatitis C que se asocian con las diferentes cepas del virus. No obstante, los genotipos 1, 2 y 3 son los más frecuentes y, más concretamente, el genotipo 1, que representa el 60-70% de las infecciones mundiales. Conocer el genotipo causante es muy importante para elegir el tratamiento adecuado en cada caso, ya que cada uno de ellos responde de una manera diferente a los medicamentos. Por ejemplo, el tratamiento con interferón y ribavirina es exitoso en un 70-90% de los pacientes con genotipos 2 y 3, pero solamente es efectivo en el 40-60% de aquellos con el genotipo 1.
Tal y como decíamos al principio del post, la diferencia con respecto al resto de hepatitis es que para la C no existe vacuna y el tratamiento no se administra hasta que los pacientes llegan a un estado grave debido a su alto coste. Y más de uno se preguntará: ¿a cuánto asciende la cifra? Pues bien, el precio es dialogado por la farmacéutica que comercializa el tratamiento con cada país, pero en España, por ejemplo, el tratamiento de 12 semanas (válido para los genotipos 1 y 2) cuesta 25.000 euros. Sin embargo, se estima que el coste de su producción ronda tan solo los 110 euros. Y si esto es así, ¿entonces por qué se vende tan caro? Nos topamos ante la disyuntiva de siempre: la farmacéutica ha tenido que dedicar una cuantiosa cantidad de dinero a la investigación hasta dar con la tecla, además de esfuerzo y tiempo, y ahora quiere amortizar esos gastos. Si lo pensamos fríamente, es lógico que ese precio deba remunerar ese trabajo, pero por otro lado se encuentran los pacientes que necesitan ese tratamiento urgentemente. Nada nuevo bajo el sol. Igualmente, en este caso se aprecia que la diferencia entre el supuesto gasto de producción y el precio de venta es muy grande.
En cualquier caso, el tipo de tratamiento puede ser:
-Interferón α + ribavirina: el interferón α es una citocina y un modificador de la respuesta biológica que estimula el sistema inmunitario favoreciendo la comunicación entre las células. La ribavirina, por su parte, es un análogo de un nucleósido y actúa sobre la replicación viral. Este tipo de tratamiento es eficaz en el 60% de los casos, pero la OMS recomienda el uso de los AAD (Antivirales de Acción Directa).
-Boceprevir y telaprevir: ambos son AAD de primera generación que deben ser administrados junto con interferón y ribavirina. Actúan como inhibidores de la proteasa viral, lo cual hace que la poliproteína formada no se pueda escindir y, por lo tanto, se corta el ciclo. El uso de estos AAD era recomendado en 2014, pero ahora la OMS aconseja abandonarlos porque presentan efectos adversos más frecuentes y menor probabilidad de curación que los AAD más recientes.
-Simeprevir, daclatasvir y sofosbuvir: estos son los nuevos fármacos que las compañías farmacéuticas han desarrollado más recientemente con el objetivo de aumentar la tasa de curación, acortar el tiempo de la terapia y reducir los efectos secundarios e interacciones con otros fármacos como los del VIH, lo cual es muy importante porque muchos pacientes con hepatitis C también presentan VIH debido a que ambas enfermedades tienen la misma vía de propagación. Estos tres fármacos son AAD de segunda generación, actúan como inhibidores de la ARN polimerasa viral y son los preferidos por las OMS, con una tasa de curación superior al 95%.
Por lo tanto, ya existen tratamientos bastante efectivos. Ahora solo falta lograr que todo el mundo tenga acceso a dicho tratamiento.