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Beneficios de la meditación
Actualmente, se considera a la meditación la mejor técnica para entrenar la mente y llegar a conocerte a ti mismo. Para meditar no es necesario pertenecer a ninguna filosofía ni doctrina religiosa. Los beneficios que se obtienen son evidentes tras muy pocas sesiones de práctica.
Es cierto que, dentro de la meditación, existen diferentes niveles a los que se puede llegar, dependiendo de lo que cada persona necesite. No obstante, por muy pequeña o corta que sea una práctica de meditación, siempre conseguirá aportar grandes beneficios a quien la practica.
Se ha estudiado que las personas que meditan de forma regular tienen cerebros menos envejecidos que las personas de la misma edad que no meditan. Así mismo, se ha observado que entre los meditadores, incluso los que meditan poco tiempo, existe una reducción de los síntomas derivados del estrés y de la depresión. También se produce una mejora en el funcionamiento del sistema inmunológico y una reducción de la inflamación general a nivel celular.
Vistos todos estos beneficios y muchos más de los que puedes informarte aquí, seguro que te habrán entrado muchas ganas de empezar a meditar. Para ello, no hace falta que hagas de momento ningún curso ni retiro, puedes empezar la práctica en tu intimidad y comprobar por ti mismo todo lo que te aporta.
Empieza ya a meditar
Es muy fácil y requiere solo un poco de constancia y disciplina para empezar a darte cuenta de cómo tu vida comienza a cambiar en todos los sentidos.
Veamos cómo empezar:
– Elige el momento del día que más te convenga: no a todo el mundo le gusta meditar a la misma hora. Hay personas que encuentran la primera hora de la mañana el momento ideal para hacerlo y otras que lo prefieren hacer al finalizar la jornada con la intención de calmar su mente. Reserva entre 15 o 20 minutos en el horario que tu creas que hay menos posibilidades de que seas molestado y procura practicarlo, todos los días a la misma hora, para que se convierta en una rutina.
– Encuentra un lugar tranquilo: necesitas que el sitio que en el que vayas a meditar esté alejado del ruido de la casa en la medida de lo posible. Hay personas que si dentro de casa es difícil encontrar tranquilidad, buscan lugares como parques o jardines si hace buen tiempo o incluso iglesias, en algunas ocasiones. Lo importante es que no vayas a ser interrumpido.
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– Siéntate de forma cómoda: la postura es importante hasta cierto punto. Lo ideal es que la columna esté recta pero que tú estés cómodo. No es ninguna condición indispensable ” meditar en la postura de loto”. Y siempre es preferible que no medites tumbado porque siempre existiría el riesgo de que te quedaras dormido.
– Haz varias respiraciones profundas: la mejor manera de aquietar la mente para que el proceso meditativo se inicie de la mejor manera, es respirar profundamente varias veces. Cierra los ojos e inspira lentamente por la nariz contando hasta siete. Mantén el aire dentro de ti por un momento. Suelta el aire despacio por la boca contando mentalmente hasta siete. Repite estas respiraciones cinco o seis veces e irás notando como tu mente y tu cuerpo comienzan a relajarse.
– Quédate a la espera de tu próximo pensamiento: como si de un juego se tratara, ponte a la espera del primer pensamiento que llegue a tu mente. Te aseguro que en un principio, como lo estás esperando, tardará en llegar. A la mente le divierte este juego. Cuando llegue, obsérvalo sin más. Por ejemplo, si aparece un pensamiento acerca de la cita de mañana con el dentista puedes decirte : ¡Aquí está! ¡Mi cita con el dentista! y, sin más, dejarlo pasar. No le des ni un pensamiento más porque eso equivale a engancharte y dejarte llevar por él.
Sigue esperando al siguiente pensamiento y haz lo mismo. Después al siguiente y así sucesivamente. Si consigues no engancharte con ninguno de ellos, podrás comprobar que cada vez se presentan con menor frecuencia. Aún así, si te enganchas con alguno, no pasa nada, cuando seas consciente de que te has enganchado, vuelves a ponerte en el papel del observador y continuas tu meditación tranquilamente. Procura mantener durante toda la práctica una suave sonrisa en tu cara que te ayudará a mantener la relajación.
Observa el espacio entre tus pensamientos: cuando lleves un rato meditando y notes que los pensamientos van ralentizando su ritmo de aparición, podrás observar que aparecen momentos en los que no hay pensamientos. Estos momentos, a medida que los pensamientos aminoren su marcha, serán cada vez más grandes. Observa también estos espacios, conviértete en el testigo tanto de tus pensamientos como los intervalos que hay entre ellos.
Probablemente a estas alturas ya habrás alcanzado una gran sensación de ingravidez que te habrá llenado de paz, si es así disfruta de ella, y si no, tampoco pasa nada. Todo está bien. Permanece en este estado todo el tiempo que te apetezca.
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– Abre tus ojos y vuelve al aquí y ahora: al principio, o si tienes poco tiempo y lo consideras adecuado, quizá podrías poner una alarma. No obstante, si tienes tiempo suficiente, lo mejor sería terminar la meditación cuando sientas que es el momento. Abre entonces tus ojos y, de forma suave, comienza a mover tu cara, tus manos, tus brazos, tus piernas y hazte consciente de todo lo que te rodea.
Al terminar la meditación, podrás sentir una ligereza y sensación de paz interior que nada tienen que ver con el estado con el comenzaste la práctica. Además, te puedo asegurar, que el efecto de la meditación te acompañará durante el resto del día si es que lo haces a primera hora de la mañana. Y si lo haces antes de ir a dormir, la calidad del sueño será mucho mayor que cuando no meditabas.
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