En este artículo te voy a explicar qué son las limpiezas de hígado, por qué es algo tan controvertido, dónde se equivocaba Andreas Mortitz y si realmente merece la pena hacerlas o no.
Si te gustan las terapias alternativas seguro que te has topado con algún artículo en internet que habla de las limpiezas de hígado. Quizás hayas leído el libro “Limpieza hepática y de la vesícula” o algún artículo de la doctora Hulda Clark, que es quién realmente rescató esta técnica y la popularizó hace ya unas cuantas décadas.
La primera vez que escuché sobre este método me pareció algo curioso y, puesto que soy un friki de estas cosas, y el proceso parecía tener lógica, me animé a probarlo.
Pero antes de contarte mis experiencias y conclusiones sobre este método, me gustaría contarte uno de los principales motivos por los que este método se critica con dureza, sobre todo entre los círculos más “científicos.”
Para empezar. No existen las panaceas ni los suplementos milagro. La salud se adquiere al seguir unos hábitos y estilo de vida saludables. Todo es importante y no puedes escapar de una mala dieta o un trabajo estresante yendo al gimnasio o tomando suplementos. Las limpiezas de hígado son un ejemplo más y no deberían proclamarse como un “cura-todo.” Sin embargo, los practicantes de medicina natural o alternativa tienden muchas veces a exagerar los beneficios de una determinada técnica (la suya normalmente) y esto es problemático.
En el caso de las limpiezas de hígado se dice que pueden mejorar los problemas de:
“…ansiedad por comer, diarrea, estreñimiento, heces amarillentas, hernias, flatulencias, hemorroides, dolor sordo en el costado derecho, dificultad en la respiración, cirrosis hepática, hepatitis, infecciones, colesterol alto, pancreatitis, cardiopatías, trastornos cerebrales, úlcera duodenal…etc etc etc.”
El concederle a alguna terapia el grado de “milagroso” es hacerle un flaco favor y dar falsas esperanzas a aquellas personas que se deciden a probarla. Cierto es que el hígado está involucrado en muchísimas funciones importantes del cuerpo, desde detoxificación y digestión, hasta conversión hormonal y activación de vitaminas, y por ello su limpieza puede mejorar infinidad de problemas…pero no se debe hablar de casos extraordinarios para extrapolarlos a la mayoría. ¿No crees?
En resumen, las limpiezas de hígado y vesícula no son una panacea pero son potencialmente beneficiosas. ¿Por qué? Porque siguen un principio físico muy simple, que ni tu médico ni nadie puede cuestionar. Si acumulas la bilis en hígado y vesícula durante unos días (con una dieta baja en grasas y proteínas) y luego estimulas su salida repentina con un cóctel de aceite y cítricos, los depósitos y cálculos biliares (si los hay) que haya en el camino van a ser arrastrados. Es como abrir la compuerta del pantano de repente. No hay nada de mágico ni esotérico, es pura dinámica de fluidos. Y esto, puede resultar beneficioso para liberar al hígado y vesícula de algunas impurezas.
Dicho esto…
¿En qué se equivocaba Andreas Mortitz?
Cuando hice unas cuantas limpiezas de hígado había algo que no me cuadraba. Como la mayoría de gente que las ha probado me quedaba muy sorprendido al ver tantas bolitas (supuestos cálculos) al ir al baño. En mis dos primeras llegué a contar un total de 300 del tamaño de medio guisante.
Haciendo un pequeño cálculo de volumen, o bien mi hígado y vesícula estaban hasta arriba de cálculos biliares o aquí había algo más que explicar.
No me conformaba con las explicaciones que leía por internet, entre ellas las del propio Andreas Mortitz diciendo que esto era normal y que muchas personas habían expulsado hasta 2000-3000. Mmmmhhh…
Así que me puse a estudiar el tema hasta que dí con la explicación más lógica:
“…al examinar al microscopio los “cálculos” de muestra que trajo el paciente, se observó que no tenían estructura cristalina, se derretían después de 10 minutos a 40ºC, y no contenían colesterol, bilirubina o calcio.
Experimentando se observó que al mezclar volúmenes iguales de ácido oleico (el mayor componente del aceite de oliva) y zumo de limón se producían varias bolas semisólidas al añadir también un pequeño volumen de hidróxido de potasio. A temperatura ambiente estas bolas se solidificaban. Concluimos que estos “cálculos” son el resultado de mezclar aceite, con jugo de limón y lipasas gástricas resultando en un proceso de saponificación. Y son por lo tanto pequeños cálculos de jabón.”
Interesante, ¿no? Eso explicaría la gran cantidad de “cálculos” que se expulsan.
Soy consciente de que Andreas Mortitz afirmaba que tras varias limpiezas dejan de salir estos cálculos puesto que en teoría ya no quedan más en el hígado o vesícula. Pero dado el razonamiento científico anterior y mi experiencia personal lo pongo en duda.
En mi última limpieza de hígado tuve la confirmación de mis sospechas. Tras una exitosa evacuación de “cálculos” (la mayoría de gran tamaño, te ahorro las fotos) me dispuse a diseccionar para ver si había algo de calcificación, parásitos…etc. Lo que encontré fue una semilla de calabaza de la ensalada del día anterior. Que yo sepa, las semillas de calabaza no pueden pasar del intestino a la vesícula. Es decir, el coágulo o cálculo se había formado en el intestino (no en la vesícula) alrededor de la semilla. Caso cerrado.
Entonces, ¿debería hacer limpiezas de hígado o no?
Depende.
Muchos científicos y médicos convencionales se apresuran a ridiculizar las limpiezas de hígado por el motivo que he explicado antes y porque no tienen una base farmacológica (que es como se les enseña a “curar”…). Pero, “señor médico, no se olvide de que la lógica y la ciencia deben aplicarse a todo no sólo a los argumentos que más le gustan a usted.”
Como expliqué al principio, el forzar una salida repentina de bilis del hígado y la vesícula es una cuestión mecánica que no está en cuestión. Igual que una lavativa arrastra…también lo hace ese proceso y por ello puede ayudar en limpiar y descongestionar esos órganos.
Da igual si el 90-95% de los “cálculos” que se observan se forman en el intestino por saponificación. Si hay un 5% (número aleatorio) de materia que sí estaba en el hígado y vesícula y ya no lo está…pues entonces hemos hecho algo bueno. Da igual también si una prueba de ultrasonidos no muestra ningún cálculo, el principio físico es el mismo y por ello hay un beneficio potencial de expulsar pequeños depósitos no visibles fácilmente.
¿A quién le recomiendo yo este tipo de limpiezas? Si estás sano, con una vitalidad normal y no te importa pasar una mala noche pues pruébalo. Puedes hacer una cada mes. Si, por el contrario, estás enfermo o pasando por un momento de baja vitalidad, no te lo recomiendo. El proceso es un poco chocante y dormir bien es fundamental para recuperar la vitalidad. Por otra parte, si te estás planteando el quitarte la vesícula por recomendación médica, entonces te recomiendo que pruebes esta limpieza para intentar evitar la operación. Una vez que te quitan la vesícula no hay vuelta atrás.
Como explico en “La ventaja hormonal“, antes de hacer estas limpiezas, recomiendo empezar por fitoterapia que es más suave. Hay preparados de alcachofa, diente de león, cola de caballo, hibisco, glutation…etc que se venden como suplementos y son muy buenos para apoyar al sobreexplotado hígado. Una vez que has hecho eso, entonces puedes animarte con las limpiezas de hígado de aceite.
Cómo hacer limpiezas de hígado en detalle
Recuerda que la idea es expulsar residuos del hígado y la vesícula por "presión." El efecto es algo similar a limpiar una esponja jabonosa. Cuando estrujamos la esponja debajo del grifo nos deshacemos de parte de la espuma, pero debemos repetir el proceso varias veces para realmente hacer un "lavado" efectivo y que ya no salga más espuma.
Debes tomar un "cóctel" aceitoso que hace que la bilis del hígado y la que hay almacenada en la vesícula biliar se secreten al intestino (duodeno) para emulsionar las grasas y digerirlas.
Una vez que has hecho varias (una cada mes) y el hígado está más descongestionado, podría ser interesante el realizar este protocolo una vez al año como "mantenimiento."
PROTOCOLO
El día de la limpieza intenta comer lo más bajo en grasas y aceites que puedas con el objetivo de acumular toda la bilis posible en el hígado y la vesícula y aumentar así la eficacia del protocolo. Te recomiendo que lo hagas un día de la semana en el cual tengas la tarde libre y puedas descansar y estar en casa al día siguiente.
A las 18:00 deja de comer y beber.
A las 20:00 mezcla y bebe lo siguiente:
250 ml de zumo de manzana con una cucharada de sales de epsom (es posible que te entren ganas de ir al baño al pasar una hora, no pasa nada).
A las 22:00 mezcla y bebe lo siguiente:
150 ml de zumo de pomelo, limón o naranja.
150 ml de aceite de oliva virgen.
150 ml de coca cola.
Bebe este "delicioso" cóctel lo más rápido que puedas con la ayuda de una caña si lo necesitas.
Inmediatamente acuéstate: la posición ideal es acostarse sobre el lado derecho con la pierna derecha encogida y cerca del pecho. Intenta no moverte en esa posición durante 45 minutos porque facilitarás el flujo de bilis hacia el intestino. Es muy posible que no concilies el sueño como de costumbre; es un efecto colateral. Trata de no moverte demasiado y dormir todo lo que puedas.
A la mañana siguiente: repite la bebida inicial de zumo de manzana con sales de epsom. No tomes desayuno todavía.
Aproximadamente una o dos horas después de beber esta última bebida es posible que necesites ir al baño. Escucha la llamada de la naturaleza y prepárate para observar algo diferente de lo que estás acostumbrado.
¡Enhorabuena! Has completado una limpieza del hígado y ayudado a este importante órgano a deshacerse de acumulaciones indeseables de toxinas.
Tómate el resto del día con tranquilidad y asegúrate de que tienes un baño cerca. Lo más probable es que necesites ir varias veces. No tomes nada pesado, sólo alimentos ligeros y naturales. Evita el comer en exceso, ya que este protocolo no deja de ser algo "impactante" para tu sistema. Recupérate con calma.
………..
Para tu información, el propósito de cada ingrediente es el siguiente:
Zumo de manzana: contiene ácido málico que reblandece los cálculos intrahepáticos, facilitando su paso por los conductos del hígado hacia el intestino.
Sales de epsom: estas sales ayudan a dilatar los conductos hepáticos y relajar el intestino para facilitar los movimientos intestinales y así completar la detoxificación.
Zumo de pomelo, limón o naranja: ayuda a disminuir el sabor del aceite y también estimula la secreción de bilis.
Aceite de oliva: causa la contracción de la vesícula y la secreción de las depósitos y toxinas hacia el intestino. Si tienes sensibilidad con este tipo de aceite puedes tomar como alternativa algún aceite de semilla.
Cocacola: su adición en el cóctel es para ayudar a tragar (ya que el sabor del aceite es bastante fuerte) y también reducir las arcadas que experimentan algunas personas. Si no te gusta o te sienta bien, puedes saltarte este ingrediente ya que no es estrictamente necesario.
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Todo lo que hacemos, desde comer un tomate hasta tomar un fármaco tiene un riesgo y beneficio. Estas limpiezas también. Pienso que el riesgo es muy bajo y los beneficios potenciales interesantes.
Espero haberte aclarado en este artículo que hay de mito y de realidad con todo esto. Recuerda: no pongas tu bienestar en las manos de otro, piensa por ti mismo. Eso es empoderamiento en la salud.
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