Los melanomas de la vulva y la vagina representan menos del 2% de melanomas en mujeres. Aunque su comportamiento biológico parece ser similar al del melanoma cutáneo, los melanomas vulvares y vaginales parecen tener una etiología diferente.
Las mujeres afectadas por este tipo de cáncer presentan signos y síntomas similares a los de otras neoplasias vulvares. Por ejemplo observan un bulto o masa en la vulva, sangrado y picazón. Dichos síntomas requieren una inspección inmediata de la vulva con biopsia excisional, para evaluar posibles lesiones sospechosas. La colposcopia con ácido acético puede ser útil.
Es muy importante seguir una rutina de vigilancia sobre los cambios que ocurren en nuestra piel, incluyendo la de la vulva. Un espejo de mano puede facilitar el examen de la zona íntima. Cualquier lesión pigmentada, particularmente aquellas que parecen estar creciendo rápidamente o parecen irregulares, con diferentes colores, grosores y bordes, deben ser reportadas al médico de inmediato.
La neoplasia vulvar pigmentada puede incluir neoplasia intraepitelial vulvar, carcinoma escamoso y enfermedad de Paget, además del melanoma.
Las mujeres que presentan lesiones vulvares pigmentadas deben someterse a un examen acelerado y una biopsia de grosor completo. Los melanomas vulvares y vaginales deben ser escenificados quirúrgicamente utilizando el sistema AJCC, que incorpora otros sistemas como el Breslow y el Clark.
Los factores pronósticos adversos incluyen edad avanzada al momento del diagnóstico, localización central del tumor, afectación del espacio linfático capilar, ulceración, alta tasa mitótica y aneuploidía. La cirugía primaria debe incluir la escisión local radical con márgenes de piel de 1 cm para melanomas de menos de 1 mm de espesor y márgenes de 2 cm para melanomas de 1 a 4 mm de espesor. Los márgenes profundos deben ser de al menos 1 a 2 cm. La linfadenectomía inguinal del fémur debe realizarse en pacientes con mayor riesgo de metástasis ganglionares en base a las características del tumor primario.
.