Hachiko es un cachorro de perro de raza Akita Inu (procedente de Japón) que se pierde durante su viaje desde el país del sol naciente y va a parar a manos de un profesor de universidad residente en un pequeño y bello pueblo norteamericano. Así empieza una historia de amor entre un perro y su dueño. Cada día Hachiko, que así se llama el peludo protagonista, acompaña y espera a su dueño en la estación de tren hasta que regresa de su jornada laboral en la universidad. Cada día. Llueva, nieve a haga sol. Siempre.
Un día el buen profesor fallece de un infarto mientras está dando clases y su tren regresa a la estación sin él y así lo hará para la eternidad. Pero Hachiko, que no entiende de muertes y fallecimientos, que ha convertido su vida en la tarea de esperar a su dueño, a su amigo, cumple su promesa y lo espera en la estación cada día, cada hora, cada minuto… hasta que el último latido de su corazón.
Esta historia tan bella como triste fue real. Hachiko existió en Japón. Nació en 1923 y murió
esperando a su dueño en 1935, nueve años después del fallecimiento de su amado amigo. Durante esos nueve años rechazó que alguien le cuidara y decidió vivir en la estación de tren. Sobrevivía con los alimentos que le proporcionaban los trabajadores y usuarios habituales del ferrocarril. Tiene una estatua de bronce en su honor en la misma estación donde destinó su vida a esperar a su dueño.
A nivel cinematográfico, la película es sencilla. las interpretaciones no son magistrales (exceptuando la del precioso perro), pero tiene una bonita fotografía y desde el principio te encoge el corazón, sobre todo si ya conoces la historia previamente. En mi caso, es una de las películas que me ha hecho llorar con más dolor, he de advertirlo.
Para finalizar, quiero aprovechar este post para dirigirme a las personas que aman a los animales: El amor por los animales es el sentimiento más humano que podéis tener. El hecho de que el ser humano haya conseguido llevar a buen término una civilización y evolucionar gracias a su intelecto conlleva una gran responsabilidad con respecto al cuidado y protección del resto de seres vivos que habitan el planeta.
A los que no aman a los animales les diría que no presuman de ser los seres más evolucionados ya que, probablemente, nunca puedan ser capaces de demostrar una nobleza de espíritu más alta a la de muchos animales, un atributo moral a algo tan humano como la bondad. Posiblemente en eso, yo no tengo dudas, los animales están más evolucionados que nosotros. Así que, como mínimo, respétalos.
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