Las investigaciones llevadas a cabo sobre la importancia de una actitud optimista han arrojado que tiene muchas implicaciones positivas. Además el ser optimista es un factor que se relaciona también con otros tan importantes como la resiliencia y la inteligencia emocional. Ambos relacionados con la felicidad y una mayor satisfacción ante la vida.
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Al hablar de optimismo hay que matizar sobre lo que supone este concepto, ya que en estos últimos años ha sido ampliamente utilizado en diversos contextos. Se ha utilizado y explotado su uso sobre todo en el ámbito de la autoayuda. Fácilmente nos ha podido llegar este concepto distorsionado. Porque ser optimista no es solamente ver siempre el vaso medio lleno, representa mucho más que eso.
Se habla mucho de la importancia de ser optimista, pero tiene una serie de implicaciones que hay que tener en cuenta. No tiene nada que ver con el autoengaño, ni con la represión de las emociones a las que se denomina como “negativas”. Representa más bien un cambio de perspectiva, una amplitud de miras y de posibilidades, una tendencia más esperanzadora en nuestro modo de pensar.
¿Qué supone ser optimista?
Podríamos ver el optimismo como una actitud ante la vida. Según el psicólogo, pionero de la psicología positiva, Martin Seligman: “las personas optimistas tienden a ser más esperanzadas y perseverantes, tener mejor autoestima y generar acciones más exitosas, mantienen más alertas sus defensas inmunológicas, se muestran más activas frente a las dificultades, toman más decisiones y adoptan mayor cantidad de medidas para crearse una red de apoyo afectivo y social. Las personas pesimistas tienden a ser más desesperanzadas, tienen autoestima más baja y se dan por vencidas más fácilmente frente a la adversidad, se deprimen con más facilidad y más a menudo, cuentan con una menor actividad inmunológica”.
¿Qué diferencia hay entre el optimista y el pesimista? Considerar esta diferencia es lo que define mejor al optimismo. Una persona optimista, a diferencia de la persona pesimista, tendrá la tendencia a realizar un juicio acerca de las cosas más favorable, considerando sus aspectos positivos. Esto no quiere decir que tenga que perder de vista la realidad. La realidad es igual tanto para el optimista como para el pesimista, sin embargo esa misma realidad se puede ver de muchas formas diferentes. El pesimista tendrá la tendencia, sin embargo, hacer evaluaciones más negativas y tener en mayor consideración y fijación los aspectos negativos.
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El enfoque que le damos a las cosas, hemos ido adquiriéndolo a través de nuestra experiencia, influido por nuestra cultura y educación. Que tengamos más una tendencia u otra también depende de nuestro carácter y personalidad. Aunque tendemos a ver las cosas de un modo determinado, siempre podemos hacer el esfuerzo de ver más allá. Ni todo puede ser positivo, ni todo puede ser negativo, es importante relativizar. Y esto es algo a tener en cuenta tanto para la persona optimista como para quien tiende más al pesimismo.
Aunque la persona que tienden más hacia el optimismo gozan de ciertos recursos que le hacen ampliar sus opciones; puesto que el esfuerzo en vez de ponerlo donde están los problemas, lo emplean en encontrar las soluciones, las ventajas y las posibilidades.
Seguramente te habrás preguntado ¿puede cualquier persona ser optimista? Realmente sí, cualquier persona puede hacer el esfuerzo por tener en consideración también los aspectos positivos de las dificultades y circunstancias que se presenten en su vida. Aunque es cierto que hay personas a las que no les supone un gran esfuerzo, pero a quien tiendan hacia el pesimismo seguramente tendrán que hacerlo. Reiteramos que no se trata de ver las cosas solo de un modo, sino de ampliarlo.
¿Cómo se relaciona el optimismo con la autoestima?
Tal y como se ha observado en las investigaciones realizadas, conviene ser optimista y hacer el esfuerzo por ir adquiriendo esta actitud. Muchas veces las cosas no suceden como deseamos, nos atascamos con algo o no somos capaces de ver lo que está ocurriendo. Una actitud optimista nos ayuda a recomenzar y a confiar más en nosotros mismos, por lo que la autoestima se ve fortalecida.
La autoestima supone seguridad, una valoración positiva y comprensiva hacia uno mismo. Si tan solo nos fijamos en los aspectos negativos , seremos demasiado exigentes con nosotros mismos y nunca seremos lo suficiente buenos como para aceptarnos. Ver tan solo los aspectos positivos tampoco nos ayuda, ya que supondría un autoengaño y no lograríamos crecer ni superarnos. La clave está en percibir los aspectos positivos teniendo en cuenta también los negativos, para obtener una visión más realista. mediante esta honestidad, aceptamos lo que somos y por lo tanto mantenemos a salvo nuestra autoestima.
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A través del optimismo es posible que veas esta realidad, ya que a pesar de las adversidades y dificultades por las que pases, estarás en buena disposición para seguir aprendiendo y afrontando nuevos retos. Algo que resulta imprescindible para que te superes y logres tus metas. Sirviéndote de una actitud optimista estarás en disposición de buscar ayuda siempre que la necesites para alcanzar tus objetivos.
Es importante desligarse del concepto de optimista como alguien ingenuo, que está fuera de la realidad creyendo que puede con todo, que es un soñador y no tienen en consideración las dificultades ni las consecuencias de sus errores. La actitud optimista nada tiene que ver con esto, ni con inventarse una falsa realidad para tener una vida más fácil y cómoda. La actitud optimista tiene que ver con lo que hemos comentado, teniendo en cuenta todas las posibilidades y recursos para enfrentarse a los problemas. Nos ayuda a aceptarnos a nosotros mismos, tanto con nuestros aspectos negativos como positivos, y esto es algo que influye inevitablemente en una mejor autoestima.
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