La sandía es agua en un 93% de su peso. De ahí que aporte 20 calorías por cada 100 g. la mitad de las calorías que proporcionan las frutas más ligeras.
A pesar de ser un alimento liviano, contiene vitamina C en cantidades considerables, así como vitaminas del grupo B, sin cuya presencia las células del organismo serían incapaces de producir energía.
La sandía )patilla en algunos paises latinoamericanos) también es rica en potasio, un mineral muy aconsejable en caso de excesiva retención de líquidos e hipertensión.
No dudes en comer sandía tras una comida copiosa o un día de excesos dietéticos. Debido a su considerable acción diurética y depurativa, esta refrescante fruta acelera la eliminación de sustancias de desecho.
Las sandías de color rojo o rosado son ricas en licopeno, un pigmento que reduce el riesgo de cáncer. Esta sustancia es especialmente activa en la protección del cáncer de páncreas, pulmón, colon, próstata y útero.
Al ser tan fácil de comer y de masticar, la sandía es del agrado de todos los miembros de la familia. Está muy indicada entre las personas mayores, ya que el mecanismo que despierta la sensación de sed puede estar algo atrofiado. Dos buenas tajadas de sandía equivalen a un vaso de agua. Para saber si la sandía está madura, fíjate en el color de su base. Si es de color amarillento, estará en su punto óptimo a sazón. Si es de color blanquecino o verdoso, lo más probable es que esté algo insípida.
Consejos de Dolores Manrique Martínez