Características de la indefensión aprendida
La indefensión aprendida es la actitud de aquella persona que, a pesar de estar viviendo una situación de dolor, es incapaz de reaccionar frente a aquello que le ocurre. Es decir, sigue allí de tal forma que cree que no puede hacer nada por cambiar aquello que le afecta. La indefensión aprendida es una actitud que nos lleva a soportar situaciones de dolor injustificable, es decir, seguimos ahí a pesar de todo, como si no pudiéramos hacer nada por modificar una situación. Sin embargo, en cualquier tipo de circunstancia debemos tener en consideración distintos factores:
Cuando vivimos una situación de dolor, tenemos que intentar analizar la situación en sí misma para observar qué elemento de ese contexto podemos cambiar. Es decir, al cambiar la realidad, también podemos transformar ese dolor. Y existen situaciones en las que no debemos permanecer cuando dañan nuestra dignidad.
En la vida también podemos afrontar situaciones que nos duelen de un modo negativo, situaciones que no podemos modificar en la realidad en sí misma. En ese tipo de casos, lo que sí podemos hacer es modificar nuestra actitud. Es decir, cambiar nuestra perspectiva del problema, hacer una interpretación diferente de la realidad. El sentido del humor, contar con el apoyo de amigos y familiares, buscar distracciones, intentar vivir pegado al plano del presente, fomentar la relajación y la práctica de mindfulness como fórmula de atención plena, son algunas de las herramientas que pueden ayudarnos en la aventura del desarrollo personal.
La indefensión aprendida nos posiciona en un rol de víctimas del que podemos y debemos salir con esperanza. Buscar ayuda de las personas que nos quieren bien y que nos acompañan en este viaje de la vida es una fórmula para lograr este objetivo personal. La indefensión nos hace vernos a nosotros mismos como infravalorados en nuestro potencial, nos comparamos con los demás desde la perspectiva infantil de buscar una sobreprotección externa.
A veces, soportamos situaciones que no debemos aguantar por miedo o porque incluso podemos desarrollar la capacidad de estar pegados a una zona de confort incluso aunque seamos infelices. A veces, podemos llegar a esta forma de respuesta ante la realidad por una especie de aprendizaje interiorizado.
Podemos acumular una serie de reacciones complejas que nos llevan a vivir en permanente conflicto por un rol de pasividad. Nosotros somos agentes fundamentales de nuestra propia historia y cuando algo nos ocurre, tenemos que escuchar esas emociones de malestar, buscar los recursos que tenemos disponibles para avanzar y pasar página.
A veces, los cambios personales son difíciles, sin embargo, siempre es posible abrir nuevas puertas de esperanza para avanzar y crecer en felicidad. Pero especialmente, podemos aprender a hacernos conscientes de nuestra propia realidad, de cómo la vida avanza a partir del desarrollo personal.
Un ejemplo de indefensión aprendida es la situación de ese vínculo de pareja que, a pesar de no producir felicidad, el protagonista sigue allí como si nada.