Pueden ser defectos tan pequeños que sean indetectables para los demás, pero aun así la preocupación obsesiva de estas personas hace que sientan rechazo por sí mismas y algunas se precipiten al aislamiento social. Las preocupaciones más comunes tienen que ver con la nariz, las orejas, los labios, la piel (acné, cicatrices), la asimetría facial, la calvicie o el vello excesivo en cara y cuerpo, entre otras.
Se estima que lo padece alrededor del 1% de la población mundial (eso son muchos millones).
CAUSAS DEL TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL
Se cree que la causa del TDC podría iniciarse en la infancia (la memoria infantil de humillación no se borra) o adolescencia, el momento de los cambios hormonales en el que queremos gustar a los demás y en el que emergen las críticas personales relacionadas con la imagen de nuestro cuerpo.Las vivencias durante la infancia y adolescencia de acoso escolar o burlas de los compañeros, también de altas exigencias familiares, influirán en la imagen corporal que cada persona construye de sí misma, en cómo nos representamos el cuerpo en nuestra mente.
Además pueden intervenir factores psicológicos (cuando el/la joven rechaza su transición hacia la edad adulta por algún motivo) basados en la timidez, el perfeccionismo o la baja autoestima, así como la necesidad de aprobación social.
Nuestra autoimagen la construimos con ayuda del entorno. Estamos influenciados por los constantes mensajes que manda la sociedad y los medios de comunicación, con sus estándares de belleza que hay que conseguir aunque sean incompatibles con la salud (es común este trastorno entre jóvenes de clase alta sin ningún defecto físico, incluso con un gran atractivo). Parecer es más importante que Ser.
Dentro del espectro del Trastorno Dismórfico, de los desórdenes de la propia imagen corporal que afecta a hombres y mujeres por igual, se encuentran variantes como:
– Anorexia: es un trastorno de la alimentación donde la persona (mayoritariamente mujeres) intenta no comer para conseguir un cuerpo delgado, una figura bonita, como mandan los cánones estéticos vigentes. Asocia la delgadez con belleza y éxito, y aunque la persona enferma esté extremadamente delgada se seguirá viendo gorda hasta el final de sus días (si no pide ayuda psicológica).
– Vigorexia: es un trastorno mental que afecta más a los hombres donde, a pesar de tener un cuerpo musculado, el individuo tiene una visión distorsionada que le hace percibirse como débil y enclenque. La insatisfacción obsesiva de su imagen corporal le impulsa a realizar una actividad física extrema y una dieta estricta, descuidando sus relaciones sociales.
En la anorexia la autoimagen es de obesidad, mientras que en la vigorexia es de debilidad.
La búsqueda de una perfección que nunca se alcanza provoca una frustración que alimenta la autocrítica, lo que hace disminuir progresivamente la autoestima (el valor personal que cada uno cree tener).
Estas personas viven angustiadas y acomplejadas pensando que son incapaces de relacionarse de forma natural con los demás, tienen miedo al ridículo o la humillación por su aspecto, lo que les conduce a la ansiedad social (pudiendo llegar a la evitación de las relaciones íntimas primero y sociales en general después).
Los síntomas del TDC tienden a cronificarse (se afianza un sentimiento desagradable de ser imperfecto) y empeorar con el tiempo si no se busca ayuda psicológica o psiquiátrica. La mayoría son solteros o divorciados y muchos manifiestan ideas autodestructivas para terminar con su sufrimiento interno (algunos llegan a la autocirugía para corregir su defecto).
TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL
El tratamiento psicológico que ha demostrado ser más eficaz para superar el TDC es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), con un alto porcentaje de curación después del tratamiento y su seguimiento posterior. La TCC intenta modificar la autoestima y la imagen corporal del paciente mediante la Terapia Cognitiva, y también sus conductas obsesivas y contraproducentes mediante la Terapia Conductual.La herramienta principal es la reestructuración cognitiva, la reelaboración de nuestros pensamientos irreales y autodestructivos por otros más realistas y positivos; podemos inventar pequeñas frases mentales que anulen ciertas tendencias que surgen de nuestra mente distorsionada y, poco a poco, ir aceptando que somos nosotros los que distorsionamos la imagen de nuestro cuerpo, que realmente no somos defectuosos.
Lo esencial es identificar los pensamientos que nos inquietan y aprender a modificarlos, puesto que la percepción está condicionada por nuestra forma de pensar e interpretar la realidad. Aprender a detectar cuándo nos fijamos selectivamente en los pequeños detalles de nuestro cuerpo que nos desagradan y minimizamos todo lo demás; o cuándo nos comparamos con modelos idealizados y no con la mayoría de la gente corriente.
La forma en que nos percibimos guía nuestros comportamientos, por lo que una autopercepción saludable promueve la salud física. Y al revés, una autopercepción negativa es un factor de riesgo que predispone a la ansiedad, depresión e ideas suicidas.
La imagen que entra por nuestros ojos es procesada por el cerebro y reelaborada según nuestras creencias, miedos, expectativas, etc. Es un proceso cognitivo que podemos aprender a redirigir mediante un pensamiento más provechoso para nuestra autoimagen, una idea que nos haga valorar nuestro cuerpo y su importancia para una vida saludable y plena.
Y finalmente, después de haber trabajado nuestra autoestima, ponemos a trabajar nuestro cuerpo con un ejercicio físico moderado para que segregue endorfinas que nos hagan sentir bien, mejorando la percepción de nuestra imagen corporal hasta conseguir una autoaceptación incondicional de nuestro cuerpo.
Autor: Iñaki Kabato (colaborador de nuestro blog)
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