La mayoría de las personas víctimas del abuso en las relaciones probablemente no hayan escuchado jamás el término “control coercitivo”, pero seguramente lo han experimentado.
¿Qué es exactamente el control coercitivo? Es una forma de abuso doméstico nos degrada lenta y psicológicamente a la víctima. Esto hace que nuestras acciones y pensamientos giren en torno a la voluntad del abusador, sintiendo miedo acerca de lo que éste hará si ella o él no cumplimos.
El control coercitivo hace que creamos que lo que sentimos no es tan malo. En ocasiones llegamos a pensar que exageramos y que si hacemos lo correcto todo terminará. Como consecuencia los días pasan y nos hundimos en un infierno emocional de ansiedad y confusión.
Según el sociólogo y experto forense Evan Stark el control coercitivo comparte elementos generales con otros delitos de conducta o de captura, como el secuestro, el acecho y el acoso. Los abusadores utilizan diferentes métodos para herir, humillar, intimidar, explotar, aislar y dominar a sus víctimas.
Normalmente pensamos que los abusadores son principalmente hombres y las víctimas son principalmente mujeres. No obstante, el abuso puede ser perpetrado por hombres o mujeres y estar presente en las relaciones homosexuales.
¿Cómo es el control coercitivo?
Existen 3 tipos técnicas: intimidación, aislamiento y control, las cuales se presentan en diversas formas. Esto hace difícil de reconocer, incluso para nosotros como víctimas. A continuación veremos unos ejemplos.
Montitoreo y violación a la privacidad:
El abusador puede insistir en que activemos las funciones de GPS en el teléfono. También nos puede pedir estemos en contacto constante mientras en otro sitio. En otros casos nos pedirá que nos tomemos una fotografía para probar que estamos donde dijimos estar. El abusador además suele revisar nuestro ordenar e incluso instalar software espía.
Privación de las necesidades básicas y recursos:
El abusador puede quitarnos la comida,o tomar las llaves del auto para no tengamos transporte. En otros casos el abusador puede quitarnos el acceso a servicios médicos o medicamentos.
Acusaciones infundadas de engaño:
Son situaciones donde todo lo que decimos o hacemos está siendo valorado en busca de signos de infidelidad. Nada de lo que decimos puede exonerarnos, por lo tanto entramos en un tremendo estado de ansiedad continua. Empezamos a estar en alerta máxima, para evitar que nuestra pareja se vuelva hostil y acose.
Gaslighting:
El abusador niega y contradice hechos que nosotros sabemos que son ciertos con el fin de distorsionar nuestra percepción de la realidad. Como consecuencia podemos dejar de saber lo que es real y dejar de confiar en nosotros mismos.
Amenazas:
El abusador nos amenaza a menudo con terminar la relación. También amenaza con dañar a nuestras mascotas o a los niños. Otras veces promete divulgar información personal sobre nosotros o hacer que nos despidan de un trabajo. Hay casos donde también destruyen nuestros objetos o nos lastiman físicamente. Aunque no siempre cumplan las amenazas, su objetivo es establecer control e infundir miedo e impotencia.
Coacción sexual:
El abusador puede presionarnos para tener sexo e incluso negarse a usar protección.
Aislamiento:
El abusador puede llegar a restringir nuestras amistades En casos extremos nos quitan el teléfono cuando salen de casa para dejarnos incomunicados.
Violencia:
El abusador puede agredirnos física y verbalmente y dañar objetos y mascotas.
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