Lo que creemos que es la felicidad
La felicidad no es algo que haya que alcanzar es algo que, aunque no lo sepamos, llevamos dentro. Cada ser humano que nace lleva incorporada la capacidad para ser feliz. De hecho, es algo muy fácil de conseguir.
Cuando un niño pequeño no se siente a gusto, aunque no sepa hablar, es capaz de hacérnoslo saber. De la misma manera, cuando se siente bien también nos lo transmite con facilidad. ¿Cómo sabe ese niño qué le gusta y qué le disgusta? Muy sencillo, porque dentro de sí mismo existe un “saber” que le encamina hacía aquello que es bueno para el y le aleja de lo que no lo es.
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El problema viene cuando, al ir creciendo, el niño comienza a ser educado. La sociedad y su familia le harán renunciar a su propia sabiduría para adaptarle a lo que es socialmente aceptable. De esta manera, el niño tendrá que sacrificar su propio instinto para poder formar parte, de manera armoniosa, con la sociedad en la que vive.
Las promesas de nuestras sociedad
Con el paso de los años el niño llegará a creer que la felicidad es algo que tiene que perseguir. También se habrá convencido de que para ser feliz tiene que luchar, esforzarse y competir duramente en la batalla del día a día. Todos estos esfuerzos se verán recompensados con suculentas promesas de futuro. Cuando consiga una casa seré feliz, o cuando consiga un ascenso, o quizá aquel coche con el que sueño… La felicidad se colocará siempre en los futuros logros que cuando llegan se colocan en el pasado antes de que podamos darnos cuenta.
Aquel niño que tenía en su interior la capacidad para disfrutar de la vida y la seguridad para elegir qué era lo que deseaba en cada momento, se encuentra perdido en el anhelo de gloriosos futuros que le otorgarán la prometida felicidad.
Felicidad es sinónimo de facilidad
Sin embargo, todas estas promesas de futuro son simples falacias. Ser feliz es fácil, es sencillo y está muy cerca de cualquier persona. De hecho, las personas más felices no son las que más tienen o las que más han conseguido a nivel material.
La felicidad se encuentra en las cosas sencillas y en el momento presente. Podemos ser felices sin ningún esfuerzo e incluso sin ningún motivo. Los pequeños placeres y las cosas cotidianas pueden otorgarnos momentos de gran felicidad.
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Actividades que nos ayudan a ser felices
No es fácil generalizar para conocer qué elementos son los que más contribuyen a la felicidad. No obstante, existen una serie de experiencias o hábitos que parecen contribuir a la felicidad de la mayoría de las personas. Veamos cuáles son.
Ejercicio físico
Cualquier tipo de actividad física consigue que seamos más felices. Con la práctica de ejercicio segregamos hormonas que tienen que ver con el buen humo y la felicidad. No hace falta que hagamos ejercicio que nos llegue a agotar. Una simple caminata, a buen ritmo, nos puede mejorar el humor de manera importante. Lo importante es practicar un ejercicio que nos haga felices. Cada persona tendrá que ver cual es el suyo, puede ser patinar, bailar, caminar, nadar, etc.
Vida social y sexual
Somos seres sociales que necesitamos de lazos afectivos para ser felices. Cualquier interacción con otras personas que nos proporcione placer aportará felicidad a nuestra vida. Tanto el abrazo de un ser querido como una relación sexual amorosa activarán nuestra producción de oxitocina, la llamada hormona del amor. La oxitocina está implicada en los comportamientos que tienen que ver con la generosidad, la confianza, el altruismo, la compasión o la empatía. Cualquiera de estas emociones está directamente relacionada con la felicidad.
Sonrisa y humor
El sentido del humor es altamente terapéutico. El simple hecho de sonreír es una costumbre que nos proporcionará una visión más positiva de cualquier situación. Así mismo, una sonrisa puede desdramatizar muchas situaciones difíciles.
Un poco de humor será de gran ayuda para pensar de manera racional y nos proporcionará sentimientos positivos. Cuando en una situación difícil somos capaces de cambiar nuestra expresión facial y sonreír, conseguiremos cambiar nuestro estado de ánimo de manera rápida. Se ha podido demostrar, en diferentes estudios, que las personas que sonríen a menudo tienen una actitud más positiva ante la vida.
Ejercitar la mente
La mente es una herramienta maravillosa. Cuando la mente ocupa el lugar que merece la felicidad está asegurada. Sin embargo, la mente de la mayoría de las personas vive de manera autónoma. Ella es quien decide qué pensar y cuándo pensarlo.
Si conseguimos calmar el parloteo constante de la mente desordenada veremos incrementado nuestro grado de felicidad. La meditación o la relajación son estupendas herramientas para poder ordenar la mente y los pensamientos que la visitan.
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Agradecimiento
Al ser capaces de valorar aquello que tenemos y somos, nos llenamos de alegría. Las personas que valoran y agradecen son siempre más felices. Hacer de vez en cuando una lista que incluya todas las cosas por las que nos sentimos agradecidos, aumenta nuestro grado de felicidad significativamente.
Pequeños placeres
Cuando nos permitimos disfrutar de pequeños placeres, la vida se hace mucho más agradable. Una siesta de vez en cuando, un masaje, o disfrutar de alguna comida que normalmente no te permites, incrementa nuestra sensación de que la vida merece ser vivida y disfrutada. Solemos vivir muy deprisa intentando encontrar rentabilidad a cada actividad que llevamos a cabo. A veces, si nos permitimos que una actividad no tenga un fin más que el disfrute, podemos llegar a ser bastante más felices.
La felicidad es algo que todos trajimos incorporado al nacer. Vive sin olvidar que ser feliz es tu derecho de nacimiento.
Y RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral. Además, para cuidar nuestra mente, existen herramientas como la app Siente – que puedes descargarte aquí – que pueden ser grandes aliadas en tu camino a una vida saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.