Resulta innegable que necesitamos de las demás personas para sobrevivir. Ya sea a través de los padres, cuidadores, amistades, relaciones de pareja; como también las personas con las que nos cruzamos en nuestro día a día. Todos los días , de una manera u otra, contamos con la ayuda de otras personas. Es cierto que nadie es imprescindible, pero el sentirnos necesitados es algo que nos produce cierto bienestar.
Las investigaciones llevadas a cabo sobre este tema han intentado dar una explicación más objetiva a la vez que profunda. En una investigación sobre cómo prosperan las personas, los investigadores observaron que los ancianos que no se sentían útiles y necesarios para los demás, aumentaban 3 veces su probabilidad de morir prematuramente, en comparación con los que sí decían sentirse útiles y necesitados.
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Esta necesidad es algo que también se proclama a través de las principales religiones del mundo. La entrega y el amor hacia el prójimo, así como un servicio desinteresado hacia los demás, son pilares fundamentales del mundo espiritual. A través de las diferentes culturas, sobre todo las de las personas que dicen sentirse más felices, son culturas que buscan más la acción de compartir que el individualismo y la competitividad.
Sentirse útil es prioritario para mantener la felicidad
Esto ya no forma parte solo de una creencia, es además una afirmación rotunda por parte de la ciencia. En las investigaciones realizadas por diferentes países, se comprobó como las personas que buscan servir a la sociedad tienen hasta 5 veces una mayor probabilidad de percibirse como personas realizadas y felices, a diferencia de quienes no consideran esto como algo importante en sus vidas.
Es importante destacar que cuando hablamos de ser “necesario” no implica ninguna relación con el orgullo y el egoísmo, tampoco con un apego insano a ser necesitado por los demás. Abordamos el tema de que nos necesiten a través de un deseo natural de servir y atender a nuestros semejantes. Queda bien ejemplificado bajo la sabiduría budista: “Si uno enciende una luz para los otros, ésta también iluminará el propio camino”.
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La importancia de este hecho radica en que los seres humanos florecemos y nos desarrollamos gracias a las demás personas que están a nuestro alrededor. Nos enriquecemos, crecemos y potenciamos nuestras capacidades a través del vínculo y la relación.
Teniendo esto en cuenta, es posible entender mejor por qué hay sociedades en las que, a pesar de poseer riqueza y bienes materiales, sus ciudadanos son cada vez más infelices. Existe un mayor dolor e indignación precisamente en los lugares más prósperos. Esto refleja grandes verdades, como que los bienes materiales no están relacionados con la felicidad. En este tipo de sociedades hay un gran aumento de personas que sienten que nadie las necesita ya. Esto les lleva a la depresión y a la amargura de no encontrar el sentido de su existencia.
Que nos necesiten es algo valioso para el espíritu humano
Cuando percibimos que ya nadie nos necesita, es cuando nos invade el sentimiento de soledad. El sentirse inútil es un golpe duro para el espíritu humano, que se siente realizado a través de los demás. Esta sensación es la que nos lleva al aislamiento social, al dolor emocional y a la raíz del sufrimiento.
¿Qué podemos hacer si nos encontramos en una situación así? Como hemos dicho anteriormente, las bases de nuestra cultura nos arrastran a este sentimiento de soledad que tanta insatisfacción nos genera. Lo que se puede hacer al respecto es reflexionar. Es necesario que nos cuestionemos, no ya qué podemos hacer para que nos necesiten, sino cómo podemos apreciar lo que los demás nos ofrecen. Es necesario crear un sentido de hermandad y comunidad, para que haya una reciprocidad.
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Esto es algo de lo que poco a poco vamos teniendo una mayor consciencia, puesto que nos vemos inmersos cada vez en sociedades, donde nos aislamos más los unos de los otros. No nos sentimos útiles ni para la comunidad ni el sistema. Quienes tienen la mayor responsabilidad, los cargos políticos, no les interesan que nos unamos sino que nos separemos. Se construyen así sociedades donde sus miembros se sienten apartados.
Como esto es algo de lo que nos damos cuenta, hay que entender que la solución está en cada uno de nosotros. Lo que nos une a las personas en una estrecha relación de amistad o en un vínculo de compasión, es compartir nuestra dignidad humana, el sentido de que cada uno de nosotros somos necesarios, y podemos contribuir todos a a transformar el mundo en el que vivimos en algo mejor, con más sentido y humanidad.
Como habrás visto, no tienes de qué alarmarte si de repente te surge esa necesidad de resultar útil, de que alguien te necesite, ya que a todos en algún momento de nuestras vidas nos ocurre. Es algo inherente en nuestra naturaleza, necesitamos de los demás, y también que los demás nos necesiten a nosotros; no ya para ampliar nuestro ego o sentirnos importantes, sino con la motivación de que pertenecemos a un grupo.
Esta es, sin duda, una de las mayores claves para alcanzar la felicidad y dar sentido a nuestra existencia. Ya no sentirnos imprescindibles, porque nada ni nadie es imprescindible, pero si necesarios. Por lo que no hay que dudar, a su vez, en expresar también de forma honesta nuestra necesidad hacia los demás.
Y precisamente alcanzar la felicidad y el bienestar integral es el objetivo del método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar.
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