Desde el coaching no trabajamos con el otro si no sobre mí mismo/a. Porque como ya sabes, es sobre nosotros mismos que podemos trabajar, a los otros por mucho que queramos, probablemente no consigamos cambiarlos.
Por tanto, volviendo al tema, es sin darnos cuenta que muchas veces las personas generamos situaciones en el que sentimos que el otro nos defrauda, no está a la altura de lo que esperábamos, o simplemente valoramos que su comportamiento es el de un total desagradecimiento.
Cuántas veces oímos las frases “No me esperaba esto de él o ella” “¡Con todo lo que hice por él o ella y así me lo paga!”.
Por qué nos defraudamos con los demás
Normalmente este tipo de situaciones se deben a interpretaciones erróneas de la realidad que van ligadas a creencias erróneas. Éstas son las dos creencias erróneas más habituales respecto a este tema:
Generamos una expectativa demasiado grande respecto a la persona
Muchas veces esperamos demasiado de la otra persona, pensamos y esperamos que esa persona se comporte siempre correctamente (eso quiere decir que se comporte como nosotros creemos que se ha de comportar). Que haga siempre las cosas del mejor modo (como nosotros creemos que es el mejor modo). Al final, nadie puede sostener el satisfacer tanto deseo, estar continuamente expectante de que es lo que se espera de él.
La gente al igual que tú tiene su propia opinión de las cosas y del mundo. Su propia forma de funcionamiento y de gestionar el día a día. Entender que puede haber diferencias en la manera de abordar las situaciones, es dar espacio al otro para que pueda ser como es.
Generamos demasiada deuda
Otras veces lo que ocurre es que estamos muy a gusto con alguien. Nos sentimos cómodos, entendidos, queridos... hasta tal punto que no nos importa ofrecer toda nuestra ayuda a esa persona. Ya sea con atenciones, con muestras de afecto continuas, muchas veces dedicando casi todo nuestro tiempo a él o ella, incluso en muchos casos nuestro trabajo y nuestro dinero.
Eso desde un punto de vista sistémico es disfuncional. Las relaciones han de estar compensadas. Ha de haber un equilibrio entre el dar y el recibir. Es agradable el dar, y muchas personas se sienten más cómodas en esa situación, pero también hay que saber recibir. Se ha de permitir al otro que también dé, se entregue. Porque si no, eso va generando en el otro una deuda que siente que nunca puede saldar, porque nunca se le permite el espacio para hacerlo.
Estamos tan entregados en dar para que el otro se sienta a gusto con nosotros y sentir que lo gratificamos por su presencia, que al final el otro desaparece incapaz de sostener es relación tan desigual. Y normalmente, la gente incapaz de percibir lo que ha ocurrido de verdad, carga contra la que supone una mala conducta del otro, un gran agravio. “Con todo lo que he invertido en esta relación para nada, para que ahora se vaya de esa forma”.
Así que ya sabes, primero no generes grandes expectativas. Las personas no son infalibles, sólo son personas como tu y como yo. Y segundo, huye de las relaciones en las que el dar y el recibir no esté equilibrado. Procura no generar ese desequilibrio, ayuda y permite al otro que pueda expresarse y aportar por igual a la relación.