En ocasiones, en distintos momentos de nuestra vida nos sentimos perdidos, esa sensación de no saber hacía donde vamos,de qué hacer nos atrapa.Y aunque suele ser cuandos nos encontramos ante alguna crisis o algún nuevo acontecimiento,ese sentimiento también puede aparecer en cualquier instante de la vida. La incertidumbre, el no saber por dónde empezar se adueña de nosotros y nos paraliza por miedo a dar un paso erróneo, un paso en falso. Aunque sintamos esa sensación, en realidad ¡sí hay un sitio por el que comenzar!: aquí. Un instante del que ocuparte: ahora. Y un ser al que atenderte:tú.
Así que mejor comenzar por donde nos encontramos, empezar por nosotros mismos. Por atender nuestro sentir, por acoger todo aquello que florezca en nuestra interior. Por darnos valía y desde ese punto desde ese empoderamiento avanzar ¡Ése es un buen lugar por donde empezar a recorrer el camino! Contando contigo, aprendiendo a respetarte, liberándote de esas autocríticas, dejando los juicios a un lado, el rechazo que hace que te sientas inadecuado ¡Date el valor que te mereces! ¡Valídate! ¡Empodérate! Sólo desde tu propio reconocimiento podrás andar por la vida sin dualidad, en unidad contigo mismo y con los demás.
¿Con los demás también? ¡Sí con los demás también! Porque esas zonas que llamamos erróneas, que rechazamos y no queremos sentir ni ver, son las que nos hacen humanos. El miedo, la pereza, la gula, envidia, celos, avaricia, frustración… cuando sentimos y sobre todo nos damos cuenta de esas emociones en nosotros, hace que cuando alguien cercano se sienta mal perdido, podamos abrazarlo y decirle te entiendo y es ése darnos cuenta, esa empatìa, esa unión, es la que nos hace crecer y la que nos hace más humanos. Así que no hay nada erróneo en ti.
Obsérvate desde ahí unos instantes. Sólo unos minutos. Aunque sea sólo para ver qué ocurre. Obsérvate sin juzgarte ni analizarte, sin etiquetarte ni esperar nada concreto de ti. Sólo valídate en toooooda tu integridad… respírate tooodo entero, respírate toooda entera… y espera. Verás cómo cierto atisbo de calma y serenidad asoman en tu interior. Y al hacer éso notarás que ya has avanzado, ya has caminado, has comenzado andar hacia el lugar en el que nunca te perderás y siempre te encontrarás: tú mismo, tú misma.