Se tiene la creencia de que comer un pescado grande es siempre mejor que los pescados de tamaño pequeño. En el artículo de hoy, demostraremos que esta afirmación no es para nada cierta.
No queremos confundir con pescado pequeño o pezqueñín, son cosas distintas. Pues al referirnos a pescados pequeños son aquellos que son adultos pero de pequeño tamaño. Algunos estudios reafirman la idea de que los pescados de gran tamaño son los más contaminados. Así se aconseja comprar especies más pequeñas, que, como vemos, tienen muchas propiedades. Los pescados pequeños, como los boquerones, tienen una gran cantidad de omega 3, siendo entonces sanísimos para el organismo.
Además, poseen muchas vitaminas y minerales. Por ejemplo el calcio, puesto que el pescado de menor tamaño se come entero, incluidas las espinas, lo que hace que comamos mucho más de este mineral. Los pescados también son una fuente importante de vitaminas, especialmente las de tipo A, B y D. Y contienen magnesio, fósforo, hierro y otros oligoelementos, como hemos visto.
Entre los pescados más saludables se hallan siempre los de menor tamaño. Así, aquellas especies de pescado más recomendables son la caballa, la sardina, el arenque, la trucha y el pescado blanco. En general, los pescados azules se caracterizan por contener más grasa que los blancos, y muchos pescados azules son de pequeño tamaño. Volvemos al boquerón, cuya grasa ronda el 6%, y está acompañada de las vitaminas liposolubles, que poseen función antioxidante.
Su riqueza gastronómica también es superior. Se prepara de muchas maneras, siempre dependiendo de la región geográfica, y son excelentes en frío, en caliente, acompañando a otros platos, a la brasa, en el horno, en lata, en vinagre, junto a pastas, ensaladas…. En fin, las posibilidades se multiplican.
Otra ventaja es que estos pescados pequeños suelen ser más baratos. Si bien, en los últimos tiempos la sardina se ha enriquecido, todavía estos pescados son más económicos que otros grandes.