Por más motivados que nos sintamos en nuestro espacio laboral, en casa y durante el desarrollo de las actividades preferidas, en oportunidades es normal estar fatigados o desanimados a consecuencia de la misma rutina, el estrés y el entorno.
¿Cómo levantar el ánimo y retomar con entusiasmo eso que hacemos? Vamos a darle un vistazo a algunas sencillas ideas que en pocos minutos te harán regresar con impulso y mucha vitalidad a tus tareas.
En principio recuerda que no existe nada más motivador que los pensamientos flexibles, pues son esas ideas libres de rigidez las que te permiten comprender tus tiempos, habilidades y capacidad de respuesta en cada momento. Los estímulos son personales y cada uno de nosotros tiene su propio ritmo.
Esas expresiones como fulana siempre tiene reluciente su casa y ni te imaginas lo mucho que trabaja, mengana es en la oficina la primera en entregar son muy condenatorias. Si quieres mantener tu espíritu en alto, no te juzgues, compitas, ni compares. Siempre piensa hoy lo hice mejor que ayer y me falta menos que antes.
Aprende a establecer prioridades, conoce a profundidad los conceptos importante y urgente, aplícalos en tus tareas y desarróllalas con base a estos. Lo importante puede esperar, lo urgente no. Si todo es importante o urgente, ocurrirá que o lo postergarás, te agotarás exigiéndote para cumplir o no te dará tiempo de nada, muy especialmente de eso que demanda una rápido acción.
Toma breves descansos entre tus pautas laborales o tareas domésticas; tiempo necesario para despejar la mente, estirarte, reinventarte e ir por un vaso con agua. Es más importante la calidad, que la cantidad de tiempo que inviertas en las asignaciones. Los lapsos muy prolongados agotan y por consiguiente desmotivan.
Mientras trabajas escucha tu canción favorita, si estás en un espacio compartido, emplea audífonos. También es conveniente colocar sobre tus artículos de oficina, breves frases motivadoras. Un entorno positivo, colorido y muy bien perfumado estimulan.
Mantén tu lugar de trabajo limpio, ordenado y muy bien iluminado. El desorden desmotiva básicamente porque hace perder tiempo. Nos es lo mismo tener un lápiz a la mano que debajo de papeles arrumados. En casa, ubica todo lo necesario para limpiar, lavar o planchar antes de comenzar.
Aléjate de las personas tóxicas, son excelentes desmotivadoras. Descansa ocasionalmente del celular, es muy adictivo además de distractor.
Ten contacto con la naturaleza, abre una ventana para que recibas luz solar, brisa o simplemente puedas ver personas o vehículos transitar. Si te es muy difícil en tu oficina, lleva a tu escritorio una pequeña planta. El ambiente es una bonita conexión con Dios en medio del caos.
Estos simples consejos son muy económicos, solo exigen de disposición y buena actitud. Recuerda que desmotivarse no es una enfermedad, es una reacción completamente saludable y humana siempre que no sobrepase los límites. Lo importante es permitirse el vivirla como un mecanismo para recargarnos de energía, decirle al cuerpo y a la mente que es momento de hacer una pausa.