Esas dietas que prometen una pérdida rápida de peso sin apenas esfuerzos, venga, de verdad crees que pueden funcionar? Entonces por qué hay personas obesas? Y por qué es tan difícil quitarse ese par de kilitos de más?. Cualquier dietista-nutricionista o profesional de la salud se echa las manos a la cabeza con solo oírlas mencionar.
Para la mayoría de las personas una dieta estricta para perder peso solo será eficaz por un tiempo y hay estudios que lo demuestran. Muchas de las que consiguen reducir su peso no son capaces de mantener esa reducción más de un año. Las dietas estrictas no son sostenibles en el tiempo, y en cuanto las dejamos volvemos a la casilla de salida, a veces incluso más atrás.
Pero por qué ocurre esto? Cuando sometemos al cuerpo a un período de restricción de energía (menos calorías) saltan las alarmas. Nuestro organismo tiene que empezar a gastar las reservas que ha estado almacenando con tanto cariño y eso no le gusta, no se siente cómodo y se preocupa por lo que pueda ocurrir en el futuro si continuamos con una restricción de alimentos.
Es en ese momento cuando se ponen en marcha una serie de mecanismos cuyo objetivo es reducir en la medida de lo posible esa pérdida de reservas – o lo que es lo mismo, la grasa. Tendrá que ingeniárselas para gastar menos e intentar almacenar lo poco que le entre.
Nuestro organismo se vuelve más eficiente – hará lo mismo gastando menos.
Si el cuerpo favorece el almacenamiento de grasa y dificulta su salida, en cuanto dejemos la dieta y entre más alimento en el organismo qué ocurrirá? Que comenzará a llenar el almacén lo más rápido posible por si volvieran pronto las vacas flacas. El resultado será un balance positivo en el almacenamiento de grasa… o lo que es lo mismo, se almacenará más de la que se gasta. En poco tiempo volveremos como os decía a la casilla de salida. Habremos sido víctimas del “efecto yo-yo”.