Los datos demográficos son contundentes y corroboran las anteriores afirmaciones. Según el CSIC, en 2013 la esperanza de vida en España era de 79 años para los hombres y 85 para las mujeres.
Otro de los dichos populares es el que reza: el hombre es un ser social. Y así es. Desde que nace, el ser humano necesita relacionarse, amar y ser amado. Además, aunque la dependencia tenga mala prensa, existe de hecho en cualquier sociedad en mayor o menor grado. Y si no ¿cómo es que necesitamos del panadero para comer pan o del lechero para tener leche en la nevera? Pero cuando una persona se jubila, los hijos marchan de casa e, incluso, pierde a su cónyuge, entonces empieza a sentir la temida soledad.
¿Qué es la soledad?
Según la psicóloga Lourdes Bermejo, la soledad es una experiencia subjetiva que se produce cuando no estamos satisfechos o cuando nuestras relaciones no son suficientes o no son como esperaríamos que fueran. Sin embargo, una de las acepciones del diccionario de la RAE indica que la soledad es la carencia de compañía. De modo que no se trata tan solo de un sentimiento o una apreciación subjetiva, también existe de forma material, física y real. De hecho, uno de los grandes fracasos de nuestra sociedad ha sido los casos -menos mal que son pocos- de personas mayores encontradas sin vida solas en su vivienda. Esto demuestra que hay soledad subjetiva, pero también objetiva.
La imagen de soledad subjetiva la encontramos en la sala de estar de algunas residencias de ancianos: todos están sentados pero sin comunicarse entre sí y todos tienen dirigidas sus miradas a la puerta de entrada, como si estuviesen esperando a que entrase algún familiar. Están acompañados pero se sienten solos.
Tipos de soledad
La Universidad de Granada, en 2009, señaló distintos tipos de soledad:
Soledad familiar: cuando la persona mayor no se siente apoyada por su familia o cuando pasa largas temporadas sin ver a los suyos.
Soledad conyugal: cuando la persona mayor queda viuda, hay ruptura en la pareja o desavenencia grave que provoca incomunicación.
Soledad social. En ocasiones, tras la jubilación, el individuo se retrae, sufre pérdida de autoestima y se aísla de la sociedad.
Crisis existencial. Cuando la persona mayor pierde a un ser querido, no puede trabajar ni hacer lo que siempre ha hecho, ya no se siente útil y piensa que su vida no tiene sentido.
Causas que motivan la soledad
Retirada del mundo laboral. Aumenta el aislamiento, así como los sentimientos de baja autoestima y de mayor dependencia.
La viudedad. El fallecimiento del cónyuge, del compañero y confidente íntimo de muchos años de matrimonio, produce una crisis profunda en la persona anciana que se encuentra más desvalida, desorientada y aturdida ante la nueva situación existencial.
El cambio de valores en la sociedad. En la antigüedad, a los ancianos se les consideraba como los depositarios de la cultura y las raíces de la comunidad. Se les veneraba, cuidaba y acompañaba. También se procuraba que los niños y los jóvenes disfrutaran de su compañía para que aprendieran de la experiencia que aportaban. Con las historias que los mayores contaban a los niños, se transmitía el saber y los valores adquiridos por la sociedad a lo largo de los años. Además, la educación de los nietos se reforzaba recordándoles los padres todo lo que sus abuelos se habían sacrificado por ellos.
En la actualidad, la sociedad se vuelca en la productividad, la eficacia, la rapidez en el intercambio de información -casi totalmente digitalizada-, en la economía, etc. Imperceptiblemente, se discrimina a la persona que no es eficaz o que no aporta riqueza a la sociedad. Todo ello, por supuesto, enmascarado en el bálsamo de los diferentes derechos legales.
La soledad es un mal que afecta especialmente a las personas mayores
Las prisas, la falta de tiempo, el trabajo, etc. impiden a los familiares acompañar a sus mayores. Además, la situación de dependencia en la vida actual, suele desbordar a los cuidadores familiares de dependientes por el ritmo y la necesidad de recursos económicos cuando se enfrentan al hecho de atender al anciano en el propio hogar. Las familias están diseminadas por toda la geografía, y también el cuidador se encuentra solo ante su titánica labor. Hace no muchos años, toda la familia vivía en un mismo entorno rural y compartía tanto los bienes materiales como la labor de cuidar, acompañar y dar cariño a su querida persona mayor.
Relación entre soledad y enfermedad
Soledad y enfermedad son dos conceptos que guardan una relación biunívoca. Pero veamos esto más detenidamente.
La falta de salud influye directamente en el incremento de la sensación de soledad. El organismo de la persona anciana se va deteriorando por el efecto inevitable del paso del tiempo. También sobreviene una carencia mayor de recursos mentales en algunos casos. Esto hace que nuestra querida persona mayor sienta más soledad incluso en el caso de estar físicamente acompañada. El hecho de haber perdido a varios familiares también hace que se sienta más vulnerable aún ante cualquier trastorno o disfunción orgánica.
En la relación inversa, tanto el sentimiento de soledad como el aislamiento real pueden ser la causa de muchas patologías. Si ha habido incomunicación o abandono familiar y/o social, el sujeto -al que puede que le falle la memoria- no realizará las necesarias revisiones médicas y tendrá problemas para la toma correcta de la medicación. Pero también el sentimiento de soledad provoca diversos trastornos al bajar las defensas del individuo.
Algunos de los efectos orgánicos son los siguientes:
Debilitación del sistema inmunológico.
Cefaleas.
Trastornos alimenticios y digestivos.
Insomnio.
Problemas en el sistema cardiovascular, etc.
Efectos psicológicos:
Baja autoestima.
Depresión.
Ansiedad.
Alcoholismo.
Neurosis, etc.
Trastornos de tipo social. Están asociados a la búsqueda desesperada de atención y comunicación:
Visitas innecesarias al médico de cabecera.
Utilización telefónica de líneas de atención, como puede ser el teléfono de la esperanza.
Pertenencia a sectas, etc.
Por supuesto, afortunadamente, no todas estos problemas se dan en todos los casos.
¿Cómo paliar el mal de la soledad para ayudar a nuestros mayores?
La solución al problema de la soledad en las personas mayores resulta ciertamente complicada en la sociedad actual que nos ha tocado vivir. Varios son los flancos en los que habría que actuar.
1. Individual. Propiciar:
La actividad física y mental.
Actividades -en los casos en los que sea posible- de voluntariado (el anciano se encontrará útil a la sociedad y satisfecho por el hecho de contribuir al bien de otras personas).
Las distracciones lúdicas.
Los juegos en grupos (con otros ancianos).
El ocio en grupo.
La ayuda mutua, etc.
2. Social. Es el más atendido. Consiste en que los gobiernos propicien infraestructuras de servicios, ayudas y apoyos sociales a los ancianos y sus familias. Dotar de centros de día y de noche es importante pero sin descuidar el entorno familiar que es, al fin y al cabo, el idóneo para que la persona mayor se encuentre acompañada y cuidada por los suyos. Solo de este modo puede recibir lo necesario para la correcta asistencia física y psicológica que pasa, ineludiblemente, además de por los aspectos individuales señalados, por la esencia de las verdaderas relaciones interpersonales basadas en el hecho de amar y sentirse amado. Dar y recibir cariño de los seres queridos será la mejor medicina para una persona mayor.
3. Familiar. El esfuerzo que hacen en la actualidad muchas familias para atender a su querido anciano es, ciertamente, encomiable. Todo el afán de la sociedad y de la política debe ir encaminado a propiciar la atención en el ámbito familiar. Este aspecto lo veremos más adelante, pero es el principal para desterrar definitivamente el mal de la soledad. La familia aporta algo que ningún sistema puede suplantar: el cariño, el amor, los besos y los abrazos sinceros cargados de emoción y de sentimientos sanadores. Los cuidadores familiares de personas dependientes han de recibir también todo el apoyo -psicológico y material- de la propia familia, para que tampoco se sientan solos en su labor.
Para que no te sientas tan solo en tu tarea de cuidar a tu anciano, desde http://www.ortoweb.com queremos ofrecerte nuestro apoyo y nuestra ayuda. No dudes en consultarnos. A veces, la desinformación provoca situaciones de estrés y depresión. Te podemos aconsejar, ofrecer productos de ayuda, ideas y consejos. Al final del artículo encontrarás los enlaces necesarios.
4. Político y educativo. Las políticas deben ir orientadas al fomento de valores centrados en recuperar el sentido de la dignidad en el anciano. Algunos son los siguientes.
Valorar:
La experiencia acumulada a lo largo de sus años.
El sacrificio de una vida volcada en los descendientes de la persona mayor.
Los sufrimientos experimentados en su existencia.
El amor que es capaz de dar y de recibir.
Los lazos afectivos especiales que se producen dentro del ámbito familiar.
La importancia de la generosidad.
La ayuda mutua.
La necesidad ineludible del perdón. Todos nos equivocamos en nuestros intercambios con los que nos rodean. No se trata de un concepto religioso, sino de un requisito para mantener cualquier relación, sea esta de tipo familiar, social o de amistad. Como suele decirse: nadie es perfecto, y aunque lo fuera, la diferencia en la psicología de los distintos individuos siempre provoca ciertos choques, por así decirlo, que pueden conducir al distanciamiento y a la soledad.
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Un cordial saludo,
María Luisa Sánchez Vinader
Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación
Diplomada en Magisterio de Educación Especial y Pedagogía Terapéutica
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