Qué es el duelo
El duelo es un proceso normal que sigue a una pérdida significativa, ya sea la muerte de un ser querido, la pérdida de salud, de un trabajo o un estatus social o económico, de una relación afectiva o de amistad, una mascota, etc.
Este proceso se caracteriza por emociones intensas de dolor emocional: tristeza, rabia, desconcierto... acompañadas de ansiedad, insomnio (o exceso de somnolencia), cansancio, falta de ilusión, sensación de ahogo e incluso deseo de morir.
El duelo no tiene una duración definida, pues cada persona pasa por su proceso personal, en función de su personalidad, gravedad de la pérdida y los cambios que supone la nueva situación, ya que normalmente aquella implica también diversas pérdidas colaterales. No obstante, se considera que la duración mínima del duelo suele ser de un año.
Si bien el duelo es un proceso normal, debido a diferentes factores puede complicarse hasta convertirse en un duelo patológico. Entre estos factores se encuentran la negación de la realidad, una relación ambivalente con la persona fallecida o la dificultad para expresar las emociones de dolor asociadas a este proceso, ya sea por cuestiones personales o por las condiciones que plantea el entorno.
Se considera complicado o patológico aquel duelo que no se resuelve - es decir que ha quedado congelado y no puede seguir su curso - pasado ya, y como mínimo, un año; y no permite a la persona volver a recuperar el sentido de su vida y darle nuevos significados adaptados a su nueva situación vital. Dicho de otro modo, no le permite pasar de sobrevivir a vivir significativamente de nuevo.
Lo cierto es que el duelo es tan inevitable como intransferible, y que una buena red de apoyo puede facilitar las tareas del duelo.
Las etapas del duelo según Kübler-Ross
Kübler-Ross, psiquiatra suiza, muy familiarizada con el tratamiento de personas enfermas en fase terminal, consideró que el proceso de duelo transita cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. No obstante, estas cinco etapas no ocurren necesariamente de manera secuencial, sino que pueden coexistir y alternarse ente sí.
A continuación se desarrollan las cinco etapas con más detalle.
Negación
La persona está en estado de incredulidad, se siente confusa, aturdida, con ansiedad, sin creer la realidad que vive o incluso en estado shock. La persona tiene la sensación de estar como en una nube. Por ejemplo, en el caso de la muerte de un ser querido no podrá creer que haya sucedido o en el caso de una enfermedad grave podrá atribuir el diagnóstico a un error de su médico.
Ira
La ira es una reacción emocional que surge cuando la persona toma conciencia de la pérdida que ha sufrido. Se manifiesta mediante emociones de rabia, envidia, hostilidad, irritabilidad y resentimiento que pueden dirigirse hacia el entorno (familiares, amigos, personal sanitario…) o hacia uno mismo en forma de culpa y autoreproches destructivos, como pensar que uno se ha provocado la enfermedad por su propia negligencia en el cuidado de su salud o que no hizo suficiente para salvar la vida de su ser querido o conservar su vivienda, etc.
En esta etapa, la persona tiene una sensación de injusticia y se pregunta: ¿Por qué a mí?; y puede sentirse culpable de lo ocurrido, de lo que hizo o de lo que no hizo en el pasado.
Negociación
En esta etapa conviven la añoranza de lo perdido y el compromiso ante la recuperación personal. La persona empieza a establecer metas para recuperarse de su enfermedad o superar la situación y el dolor emocional en el que se encuentra, en caso de fallecimiento de un ser querido o un desahucio o la muerte de una mascota…, y puede emplear incluso el pensamiento mágico: “si volviera a vivir, entonces yo haría…”.
Es una etapa de afrontamiento de la culpa y de toma de conciencia de la realidad.
Depresión
Esta etapa implica sentimientos de vacío y dolor profundo que pueden llevar a la persona a la desesperanza, a la falta de sentido y a la pérdida del deseo de seguir viviendo. Es un momento crítico en que la persona puede abandonar el tratamiento o aislarse e incluso pensar en el suicidio.
Aceptación
La persona acepta la realidad, mira hacia el futuro y da nuevos significados a su vida. No se trata de resignarse a la pérdida ni de ser feliz tras aquella, sino de una adaptación constructiva a la nueva realidad, iniciando nuevas relaciones, metas y proyectos vitales.
Las etapas del duelo según Bowlby
Además de la propuesta de Kübler-Ross, otros autores también han elaborado una clasificación de las etapas del duelo. Según la clasificación propuesta por Bowlby, basada en la teoría del apego y en relación a la pérdida de un ser querido, el duelo es un proceso que transita cuatro fases:
Fase de shock, estupor o negación
Fase de anhelo o búsqueda de la figura pérdida
Fase de desorganización o desesperanza
Fase de reorganización A continuación se desarrollan estas cuatro fases con mayor detalle, y podrá comprobarse que presentan un paralelismo significativo con la propuesta anterior.
Fase de shock, estupor o negación
La persona está en estado de incredulidad, se siente confusa, aturdida, embotada, con ansiedad o incluso en estado shock. Tiene la sensación de estar viviendo una irrealidad y siente las emociones anestesiadas. Y la persona puede fluctuar de un estado de estupor a un estado de rabia o de intensa aflicción de firma repentina.
Esta fase durará desde algunas horas a una semana y sirve para ir procesando y asumir los hechos.
Fase de anhelo o búsqueda de la figura pérdida
La persona alterna sentimientos de rabia intensa - que se manifiestan en ira, cólera e irritabilidad - y fases de congoja intensa que se manifiestan en accesos de llanto descontrolados.
En esta fase la persona se culpabiliza a sí misma o a otros, aparecen sentimientos de injusticia y desamparo, de enfado y resentimiento, disminuye la memoria y la capacidad de concentración para llevar a cabo las tareas cotidianas y aumentan los niveles de ansiedad y su sintomatología somática.
Esta fase dura entre varios meses y varios años. Si la persona se queda en esta fase es posible que se dé un duelo patológico.
Fase de desorganización o desesperanza
La persona empieza a tomar conciencia de la irreversibilidad de la pérdida: la persona fallecida no volverá, la salud no se restablecerá, la vivienda no se recuperará...
Esta fase se caracteriza principalmente por una tristeza profunda y la persona experimenta apatía y desinterés por sí misma y por lo que le rodea. Es una fase en que la persona puede cambiar hábitos de vida saludables por otros más destructivos, y puede tender a abandonarse y a aislarse del entorno.
Pueden aparecer también sentimientos de culpa ante las demandas de reorganización de la nueva situación y sus consecuencias, como las modificaciones en la vivienda, las relaciones familiares, el lugar de residencia y otras cuestiones relacionadas con la reorganización vital. A veces, este sentimiento de culpa puede aparecer en momentos en que la persona es capaz de sonreír o reír en un evento social o empieza a sentir momentos de alegría.
Como en la etapa de depresión propuesta por Kübler Ross, esta fase implica sentimientos de vacío y dolor profundo que pueden llevar a la persona a la desesperanza, a la falta de sentido y a la pérdida del deseo de seguir viviendo.
Fase de reorganización
La persona acepta la realidad, mira hacia el futuro y da nuevos significados a su vida, reestructurando su existencia a la luz de su nueva situación vital. El recuerdo del ser querido ya no genera el dolor intenso de las fases previas, y se integra en la propia vida incluso de una forma reparadora.
Las tareas del duelo según Worden
Según William Worden la persona en duelo necesita resolver una serie de tareas para poder transitar y elaborar su duelo.
Estas cuatro tareas son las siguientes:
Asumir la realidad de la pérdida
Elaborar las emociones relacionadas con el duelo
Aprender a vivir con la ausencia del ser querido o en su caso del objeto de la pérdida (tras un desahucio, la pérdida del estatus económico o laboral...)
Recolocar emocionalmente al ser querido o el objeto de la pérdida para vivir en plenitud y dar nuevos significados a la propia vida y la propia identidad.
Estas tareas tienen gran relación con lo que acontece en las diferentes etapas o fases del proceso de duelo y permiten al doliente afrontar el duelo de forma activa. Por otro lado, estas tareas no requieren un orden concreto ni es necesario haber completado una tarea para abordar la siguiente.
Asesoramiento y terapia psicológica en el duelo
En el duelo normal, el apoyo psicológico puede ser de gran utilidad para que la persona pueda comprender qué le está ocurriendo y cómo llevar a cabo las tareas del duelo para concluir este proceso con éxito.
En el caso de un duelo complicado la terapia psicológica también puede ser de gran ayuda, y entre sus propuestas contamos con la terapia EMDR o Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares, elaborada por Francine Shapiro y reconocida por la OMS como eficaz para el tratamiento del estrés postraumático y el trauma.
Para saber más sobre cómo funciona la terapia EMDR, te invito a visionar el siguiente video en el que se expone un caso de duelo complicado y la evolución de su tratamiento con terapia EMDR:
Bibliografía:
Bowlby, J. (1989/1997). La pérdida afectiva. Tristeza y depresión. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
Miaja, M., y de la Rubia, J.M. (2013). El significado psicológico de las cinco fases propuestas por Kübler Ross mediante las redes semánticas naturales. Psicooncología, 10(1). Pp. 109-130.
Guía de duelo adulto para profesionales socio-sanitarios. FMLC: Fundación Mario Losantos del Campo (descarga gratuita).
Psicología en la vida cotidiana. Como afrontar el duelo. Colegio Oficial de Psicología de Castilla-La Mancha (descarga gratuita).