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Los investigadores, a través del estudio realizado con cincuenta mujeres, demostraron que las que practicaban Yoga de forma habitual tenían cantidades más bajas de la sustancia “citocina interleucina-6” (IL-6) en la sangre. Estas mujeres fueron sometidas a situaciones de estrés en el laboratorio y también mostraron aumentos menores de IL-6 en comparación con otras que tenían la misma edad y peso, pero que no eran practicantes de Yoga.
La IL-6 es una parte importante de la respuesta inflamatoria del cuerpo y está implicada en enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, diabetes tipo 2, artritis y una serie de otras enfermedades debilitantes relacionadas con la edad. La reducción de la inflamación puede proporcionar beneficios sustanciales para la salud a corto y largo plazo, sugieren los investigadores.
"Además de tener niveles más bajos de inflamación antes de la experiencia del estrés, también vimos respuestas inflamatorias más bajas al estrés entre las practicantes de Yoga expertas en el estudio", explicó Janice Kiecolt-Glaser, profesora de psiquiatría y psicología y autora principal del estudio.
"Con suerte, esto significa que las personas eventualmente pueden aprender a responder con menos intensidad y fuerza a los factores estresantes en su vida cotidiana mediante el uso de Yoga y otras disciplinas o técnicas para reducir el estrés".
El Estudio.
Para el estudio, los investigadores reunieron a un grupo de cincuenta mujeres con un promedio de cuarenta y un años de edad. Se dividieron en dos grupos: "novatas", que habían tomado clases de Yoga o que practicaban en casa con videos de Yoga durante no más de seis a doce sesiones, y "expertas", que habían practicado Yoga una o dos veces por semana durante al menos dos años, por lo menos dos veces por semana durante el último año.
A cada una de las mujeres se le pidió que asistiera a tres sesiones en el Centro de Investigación Clínica de la Universidad a intervalos de dos semanas. Cada sesión comenzó con los participantes llenando cuestionarios y completando varias pruebas psicológicas para medir los niveles de ánimo y ansiedad. Así mismo se le colocó un catéter en un brazo a cada una, a través del cual se podían tomar muestras de sangre varias veces durante las tareas de investigación para una evaluación posterior.
Luego, durante las visitas, las participantes realizaron varias tareas diseñadas para aumentar sus niveles de estrés, como por ejemplo, sumergir el pie en agua extremadamente fría durante un minuto, después de lo cual se les pidió que resolvieran una serie de problemas matemáticos sucesivamente más difíciles sin papel ni lápiz.
Después de estos "factores estresantes", las participantes hicieron una sesión de Yoga, caminaron sobre una cinta a un ritmo muy lento, diseñado para reflejar las demandas metabólicas de la sesión de Yoga, y también miraron videos neutros y bastante aburridos. Las tareas de cinta y video fueron diseñadas como condiciones de contraste para la sesión de Yoga.
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Observaciones.
Una vez que se analizaron las muestras de sangre después del estudio, los investigadores vieron que las mujeres etiquetadas como "novatas" tenían un cuarenta y uno por ciento más altos los niveles de la “citocina proinflamatoria IL-6” que las "expertas".
"En esencia, las expertas entraron al estudio con niveles más bajos de inflamación que las novatas, y las expertas también pudieron limitar mejor sus respuestas al estrés que las novatas", explicó Kiecolt-Glaser.
Los investigadores no encontraron las diferencias que esperaban entre las principiantes y expertas en sus respuestas fisiológicas a la sesión de Yoga.
La coautora Lisa Christian, profesora asistente de psicología, psiquiatría y obstetricia y ginecología, sugirió una posible razón:
"Las posturas de Yoga que utilizamos fueron elegidas entre aquellas que se pensaban que eran restauradoras o relajantes. Tuvimos que limitar los movimientos para que las principiantes las pudieran realizar tan bien como las expertas”.
"Parte del problema de clasificar exactamente qué hace que el Yoga sea efectivo para reducir el estrés es que si intentas descomponerlo en sus elementos constitutivos, como los movimientos o la respiración, es difícil decir qué cosa en particular está causando el efecto", dijo Christian, ella misma instructora de Yoga.
Conclusiones.
Ron Glaser, coautor y profesor de virología molecular, inmunología y genética médica, dijo que el estudio tiene algunas implicaciones bastante claras para la salud.
"Sabemos que la inflamación juega un papel importante en muchas enfermedades. El Yoga parece ser una forma simple y agradable de agregar una intervención que podría reducir los riesgos de desarrollar enfermedades cardíacas, diabetes y otras enfermedades relacionadas con la edad", dijo. "Esto es algo sencillo que las personas pueden hacer para ayudar a reducir sus riesgos de enfermedad".
Bill Malarkey, profesor de medicina interna y coautor del estudio, mencionó la inflexibilidad que habitualmente conlleva el envejecimiento. "Los músculos se acortan y se tensan con el tiempo, principalmente debido a la inactividad", dijo. "El estiramiento y el ejercicio que viene con el Yoga en realidad aumenta la flexibilidad de una persona y eso, a su vez, permite la relajación que puede reducir el estrés".
Malarkey considera que la adopción de Yoga u otro ejercicio similar por parte de las personas es una de las soluciones clave para nuestra actual crisis de atención médica. "Las personas necesitan ser educadas sobre esto. Deben asumir la responsabilidad de su salud y de cómo viven. Hacer Yoga y actividades similares pueden marcar la diferencia". Como médico clínico, dice, "Gran parte de mi tiempo lo paso tratando de hacer que la gente disminuya la velocidad".
Fuente: ScienceDaily
Artículo original en Inglés escrito por Earle Holland sobre materiales proporcionados por la Universidad Estatal de Ohio >> www.sciencedaily.com/releases/2010/01/100111122643.htm