“El amor propio es señal de una elevada opinión de uno mismo. Si un hombre tiene este amor propio, esto demuestra lo que es.” George Gurdjieff
Sin embargo, en nuestro idioma la auto-compasión tiene connotaciones negativas, a todos nos sonará alguna frase como “¡Deja de autocompadecerte, que estás todo el día llorando!”, lo cual nos hace sentir peor de lo que estamos, además de desarrollar miedo a autocompadecernos y comenzar a castigarnos si sentimos que lo estamos haciendo.
¿A qué nos suena la autocompasión?
A excusas: “Deja de dar pena, no lo haces porque no quieres.”
A reforzar sentimientos de inutilidad: “Si me autocompadezco, voy a estar todo el día llorando y sin hacer nada.”
A desprecio: “La gente se cansará de mi y no me hará caso, no me querrán más.”
Es importante ver la diferencia entre “estar dándose pena a uno mismo” y auto-compadecerse, el sufrimiento por uno mismo es vivido sin esperanza de solución a un problema que nos atormenta; las personas que se lamentan y no aplican soluciones suelen presentarsenos como molestas, despiertan en nosotros sentimientos de rechazo; sin embargo, la auto-compasión implica amor y resolución.
¿Por qué es necesaria la auto-compasión?
La auto-compasión es necesaria para paliar sentimientos como el dolor, la pena y/0 la vergüenza. Sirve para no castigarse por los fallos que cometemos, sirve para no enfadarnos por estar tristes y, es más, sirve para activar nuestros recursos internos para aplicar soluciones al malestar que sentimos.
Amarse a uno mismo, supone aceptarse con las virtudes y defectos que tenemos, aceptar que podemos fallar y no tenemos que ser implacables ante la vida. Mientras no lo hagamos, seguiremos criticándonos, criticando a los demás y cayendo en los mismos errores.
Os dejo un vídeo de Kristin Neff, pionera en el estudio de la autocompasión.
“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar.” Carl Rogers