Miedo al fracaso: cómo superarlo y convertirlo en un aliado cuando emprendes

El miedo al fracaso es uno de los de los miedos que más paralizan a los emprendedores.

Me atrevería a decir que el 100% del que ha emprendido alguna vez lo ha sentido.

Por no hablar de aquellos que emprenden por primera vez para reinventarse profesionalmente.

Es muy normal. Tomar la decisión de cambiar el rumbo de tu vida y perseguir tus sueños requiere algo más que decir “me lío la manta a la cabeza y que salga el sol por Antequera”.

No creas que las grandes figuras que tienen éxito (Bill Gates o cualquier otro emprendedor o empresario de primera línea) están libres de sentirlo. Ni por asomo. De hecho, el miedo a fracasar es un fiel acompañante en toda aventura emprendedora.

¿Quieres saber cómo vencer el miedo al fracaso para salir del bloqueo en el que estás ahora mismo?

En este artículo he tratado de estudiar en profundidad el miedo al fracaso para poder ofrecerte algunas claves que te ayuden a aniquilarlo de una vez por todas.

¡Vamos a por ello!

Qué es el miedo al fracaso y de dónde surge

El primer paso para superar el miedo al fracaso es comprenderlo.

Como te he dicho, todos tenemos miedos. La diferencia entre los que se paralizan y aquellas personas a las que parece no afectarles (porque alcanzan el éxito) reside en cómo lo afrontan.

El miedo es una emoción adaptativa que nos ha permitido sobrevivir como especie. Su misión es la preservación.

Pero ¿preservación de qué?

Para explicártelo tenemos que remontarnos miles de años.

En la época de las cavernas cada día era un desafío y el principal objetivo era conservar la vida. Entre mamuts, dinosaurios y todos los depredadores que había por ahí, se pasaban la mitad de la vida corriendo.

Hoy —al menos en la sociedad en la que vivimos nosotros— la supervivencia básica está garantizada. Hasta que llegue un Nicolás Maduro de turno, claro está..

Sin embargo, la evolución no nos ha hecho perder ese impulso “animal” por el cual tememos perder aquello que tenemos y más valoramos: familia, trabajo, relaciones sociales, dinero..

¿A qué tenemos miedo en el siglo XXI?

Fundamentalmente al futuro, por ser incierto e inseguro.

Mal que nos pese, no tenemos la capacidad de predecir qué ocurrirá en un futuro. Pero ni tú, ni yo, ni ningún futurólogo de pacotilla.

Nadie puede ofrecerte garantías de lo que pasará, ni siquiera en el próximo minuto. Dicho de otro modo, vivimos en permanente incertidumbre.

El problema es que experimentar esa incertidumbre es como avanzar por un terreno pantanoso: nos incomoda y nos atemoriza. Nos gusta tener certeza de dónde pisamos y ver más allá de la niebla.


El ser humano prefiere ser infeliz a sentir incertidumbre. Por eso nos paraliza el miedo al
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Por eso, nuestra mente racional, que le encanta tener todo bajo control, imagina cómo será el futuro y nos hacemos nuestras cábalas.

Y para eso tenemos una herramienta innata: la experiencia previa.

Lo vivido anteriormente establece las bases para conjeturar qué ocurrirá en una situación futura.

Y digo conjeturar porque estarás conmigo en que pocas veces las cosas acaban sucediendo como habíamos planeado, ¿verdad?

¿Cuáles son los miedos del emprendedor?

Me dirás: “¡Puff! Un montón”.

Es verdad, pero podemos resumirlos en 5:

Miedo a no ser capaz.

Miedo al rechazo social.

Temor a decepcionar a los seres queridos.

Miedo al compromiso (y a asumir la responsabilidad que implica liderar un negocio).

Miedo a salir del armario (en el caso de aquellos que se reinventan y tienen que superar una transformación de identidad como consecuencia de su cambio de profesión).
Pues bien, todos estos miedos se reducen a uno solo: miedo a no tener éxito o a no conseguir aquello que deseamos. Dicho de otro modo: el miedo al fracaso.

Miedos que si lo observas bien están asociados a cómo pensamos, así que vamos a intentar darle la vuelta a esos pensamientos.

Las creencias limitantes y el miedo al fracaso

Hemos visto anteriormente que el futuro es impredecible, y que lo que hace nuestro cerebro para evitar vivir permanentemente en la incertidumbre es hacer suposiciones en base a la experiencia.

Lo que ocurre es que en muchas situaciones no tenemos suficiente experiencia. Entonces acudimos a nuestras creencias, que a menudo se basan en la experiencia de otras personas

La educación, la sociedad y la cultura nos transfiere su experiencia y en base a ella pensamos y nos comportamos.

Sin embargo esa experiencia popular, a menudo está basada en ideas ligadas a la educación, a la religión, a la superstición, razones políticas.. que tratan de manipular nuestra forma de ver las cosas.

Estas habitualmente son las fuentes de nuestras creencias más limitantes que alimentan nuestro miedo al fracaso.

A continuación, quiero mostrarte las creencias limitantes que pueden estar bloqueándote en este momento, y mi particular visión. De este modo podrás si lo deseas revisarlas.

Unos nacen con estrella y otros estrellados

Personalmente, no creo en el destino. Si crees que estamos predestinados a una vida determinada, ¿para qué te vas a molestar en intentar cambiar las cosas?

Esta creencia sin duda limita mucho tu capacidad de acción, ya que das por hecho que la suerte no está de tu lado. Sin embargo yo tengo una opinión muy diferente:


La suerte llega a quien trabaja para que esta se ponga de su parte.
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Los sueños son cosa de niños

Desde pequeños, nos enseñan a vivir en manada y parece que lo contrario es malo, un precipicio oscuro y peligroso. Sin embargo, mucha gente se sale de la manada y tiene éxito.

¿Por qué vas a renunciar a tu sueño?

Sueña y persigue tu sueño.

Soy demasiado mayor

Si Amancio Ortega hubiera pensado esto cuando fundó Zara a los 39 años, no habría llegado a ser uno de los hombres más ricos del planeta.

El coronel Sanders empezó a vender su receta de pollo a los 60 años. Tras recibir más de mil rechazos, acabó vendiendo su fórmula a una cadena que conoces bien: Kentucky Fried Chicken.

Como ves, nunca es demasiado tarde.

No tengo suficientes conocimientos o experiencia

Si algo te gusta y tienes talento para dedicarte a ello, podrás aportar valor a los demás.

Seguramente creas que solo si eres un grandísimo experto puedes pretender ganar dinero con ello. Pero no es cierto.

Si sabes más de la media o que un grupo al que te vas a dirigir, puedes hacerlo, porque tienes potencial para ello. smile

Aunque se utilice en un sentido poco valorativo, es muy cierto aquello de que “en el reino de los ciegos el tuerto es el rey”.

Si fracaso, las consecuencias serán serias o irreparables

La única consecuencia seria e irreparable es pensar demasiado las cosas, bloquearte y no avanzar.

Pasa a la acción y lo demás llegará rodado.

Quizá este nuevo camino no sea de verdad lo mío

¿Y qué?

Si eso pasa, habrás resuelto un dilema: sabrás que ese camino no era el tuyo. Cuando emprendes, inicias un camino de exploración a partir de tus propias valoraciones y no las ajenas.

Probar es parte de la estrategia. ¿Hay que pivotar? ¡Pues se varía el rumbo!

Cuando emprendes tú decides la ruta, porque tienes el timón de tu barco.

El dinero es malo

La influencia de la religión es la responsable de esa idea de que las personas con mayor elevación espiritual son las más austeras.

Pero eso no es así. El dinero no es malo en sí mismo ni corrompe.

Si preguntamos en una sala llena de gente cuántos de los presentes quieren ganar un millón de euros, muchos dirán que no quieren porque no necesitan tanto dinero para ser felices. Y puede que miren con cierto recelo a quien afirme “¡Yo quiero ese milloncete!”.

Sin embargo, si preguntamos a esas mismas personas si les gustaría eliminar el hambre en el mundo todos levantarían la mano.

¿Cómo vas a erradicar el hambre si no tienes medios para conseguirlo?

Con dinero puedes vivir tú mejor y mejorar la vida de los demás.

Conductas que alimentan el miedo al fracaso y nos alejan del éxito

Nuestros pensamientos son el origen de nuestros comportamientos. Así pues, una creencia limitante a habitualmente desemboca en una conducta limitante.

Veamos 3 de estas conductas que todos hemos sufrido (o sufrimos) y que nos impiden avanzar en la dirección deseada:

#1. La procrastinación

El refranero popular es sabio, aunque no siempre le hagamos caso.

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Con frecuencia dejamos aparcadas las cosas importantes que debemos hacer con mayor inmediatez.

El discurso interno suele estar relacionado con “quizá el mes que viene que tendré más dinero”, “ahora me viene mal porque no tengo tiempo”, “miro Facebook y ahora me pongo con ello”

Sin duda excusas asociadas con las creencias limitantes de las que antes hablaba.

El momento perfecto no existe ni va a llegar nunca. Si para pasar a la acción esperas a que se alineen las estrellas, los astros y las constelaciones, lo único que pasará será que perderás un tiempo precioso que no recuperarás nunca.

La próxima vez que te descubras convenciéndote con alguna excusa para procrastinar, acuérdate del lema de Nike: Just do it.

Deja los “es que” y pasa a los “hay que”.

Para dejar de postergar las acciones que sabes que debes hacer, pregúntate por qué lo haces.

¿Es una tarea demasiado tediosa? Divídela en partes tan pequeñas como puedas.

¿No sabes por dónde empezar? Te digo yo la primera tarea: ponte a planificar.

¿No tienes suficientes conocimientos? Busca una fuente que explique cómo hacerlo o busca un mentor que te guíe y te acompañe.
#2. El perfeccionismo

Terrible y dañino enemigo.

Dime una cosa: ¿dedicarías el mismo tiempo para garantizar la calidad de un yoyó que de una nave espacial que va a viajar a Marte?

No.

Pues con tus acciones como emprendedor ocurre lo mismo.

Nosotros no somos objetivos para juzgar nuestro propio trabajo. No es que los de fuera tengan más capacidad, sino que no tienen una visión tan crítica y de búsqueda de excelencia como la nuestra.

Por eso, antes de pretender la perfección de un servicio o un producto que quieres lanzar, deja que sea el mercado el que opine.

Prepara una versión beta (un prototipo) y espera a ver qué dicen tus posibles clientes.

No estoy diciendo ninguna cosa rara. Eso mismo hacen las series de televisión. No graban una serie del tirón, sino que graban los primeros capítulos y si tiene buena acogida, preparan la temporada completa.

Así que abandona el perfeccionismo prematuro si no quieres acabar quemado antes de vender una sola unidad de tu producto.

Para esta ocasión, hay una frase que me encanta:

Hecho es mejor que perfecto.

#3. La dispersión

Otro gran enemigo del éxito que tiene su origen en el miedo a perder oportunidades.

Estamos sometidos a tantos impactos, que nos dispersamos con una facilidad pasmosa.

Cuando tenemos que tomar una decisión sobre algo y hay que descartar 4 opciones sobre 5, nuestro instinto de preservación (ese del que hablamos al principio del artículo), alimenta el miedo al fracaso.

¿Resultado? Analizamos, analizamos, analizamos y no decidimos. Y si no decidimos, no avanzamos.

La falta de claridad es característico en todos los emprendedores. A mí también me ha pasado.

Si es tu caso, para salir de ahí, explora durante un tiempo limitado (2-3 meses como máximo) para testar emocionalmente la mejor opción para ti.

Al final, por mucho que estés barajando varias alternativas y todas te resulten atractivas, tendrás que elegir una y comprometerte con ella.

Es un poco como tener pareja. Te pueden gustar 2 personas, pero solo puedes quedarte con una. wink

¿Cómo vencer el miedo al fracaso a la hora de emprender?

Llegados a este punto, ya deberías haber identificado las creencias que te hacen temer fracasar y sus conductas asociadas.

Aunque según avanzábamos te he ofrecido algunas recomendaciones, a continuación quiero compartir contigo XX estrategias que te ayudarán enfrentarte a este miedo.

#1ª Estrategia para vencer el miedo al fracaso: evaluar de forma realista los riesgos

A menudo el miedo al fracaso surge de una sobrevaloración extremadamente negativa de las consecuencias que pueden tener nuestras acciones.

Pensamos (y nos regocijamos) en el peor escenario posible cuando nos enfrentamos a una decisión que implica un supuesto riesgo.

Me viene a la mente la célebre frase de Mark Twain que decía algo así:

“En mi vida he pasado por cosas terribles, algunas de las cuales sí sucedieron”.

El que más y el que menos en algún momento ha pecado de tremendista.

¿Quién no ha pensado durante varias horas cómo decirle algo a alguien para que no se enfadara y luego la otra persona resultó ser comprensiva?

Una vez más, miedo al fracaso…

Pues bien, para que estas cosas no te paralicen ni te hagan perder demasiado tiempo, has de aprender a evaluar el riesgo.

¿Cómo evaluar el riesgo?

Para responder a esta pregunta, formúlate 2 más:

¿Qué es lo peor que podría pasar?

¿Qué probabilidades hay de que eso ocurra?
Si eso tan grave que puede pasar es una pérdida terrible e irreparable, no tomes esa acción.

Por ejemplo, si hacer algo concreto puede acarrear la muerte, aunque la probabilidad de que ocurra sea baja, deberías evitarla, porque pondrías en riesgo lo más valioso que tienes: tu vida.

Por otro lado, para evaluar con objetividad la probabilidad de que las posibles nefastas consecuencias que imaginas se conviertan en realidad, apóyate en tu propia experiencia personal y en estadísticas si es posible.

De este modo evitarás la parálisis por análisis.

En definitiva, toma riesgos calculados y hazlo rápido.

Aprende de los errores, sobre todo de los errores ajenos.



¿Cómo se mide la valoración del riesgo?

En el sector industrial, la evaluación de los riesgos laborales se mide por probabilidad y severidad en función de diferentes niveles. Lo puedes ver en esta tabla.

Tabla para evaluar los riesgos


Para mí, cualquier riesgo importante e intolerable es estúpido en la medida que es evitable.

Ir por una carretera de doble sentido a 150km/h después de haber bebido alcohol es un riesgo estúpido (coger el coche habiendo bebido ya me lo parece…).

Escribir 100 páginas de un libro sin guardar un borrador y ni tener una copia de seguridad, es estúpido.

Invertir 10.000 euros en el negocio financiero de tu primo Pepe, quien no tiene ningún conocimiento sobre el tema (aunque tenga ilusión), es un riesgo estúpido.
Por el contrario, los riesgos inteligentes son aquellos en los que los posibles beneficios son mucho mayores a largo plazo que las posibles pérdidas a sean a corto plazo.

Pongamos un ejemplo: hacer una formación de alto impacto, como puede ser mi programa “Lanza tu plan B”, es un riesgo inteligente (no estoy metiendo una cuña publicitaria, pero ya que pongo un ejemplo…) wink

¿Por qué es un riesgo inteligente? Porque los potenciales beneficios son extraordinarios, mientras que qué sería lo peor que podría pasarte, ¿que tuvieras que continuar aprendiendo?

Sí, ya sé lo que estás pensando: “Oye, listo, que también habré perdido tiempo y dinero”.

Permíteme que te hable claro: ahora mismo estás perdiendo tiempo por miedo al fracaso. Y en cuanto al dinero, ¿cuánto vale cada año que pasa y no emprendes el cambio que deseas en tu vida?

Realizar una formación de alto impacto es un riesgo asumible y en contrapartida el beneficio que se puede alcanzar puede llegar a ser muy relevante.

¿Dónde quiero llegar con todo esto?

A que es muy habitual no emprender por el miedo a perder cosas, que si te paras a pensarlo es probable que determines que no son tan importantes:

Posibles pérdidas: algo de tiempo, algo de tu dinero, la valoración de los demás.

Posible beneficio: la vida que deseas.
¡No me digas que no merece la pena!

#2ª Estrategia para vencer el miedo al fracaso: empieza a fallar más

Según el diccionario de la RAE fracasar es “no conseguir en cierta actividad lo que se pretende.”

Por eso decíamos antes que el miedo al fracaso es lo mismo que el miedo a no tener éxito.

Me gustaría que reflexionaras por un momento, ¿qué es para ti el éxito?

Estarás de acuerdo conmigo que es un concepto muy subjetivo y que depende de cada persona.

Sin embargo, normalmente importamos la idea del éxito social que los demás tienen.

Eso nos convierte en seres demasiado exigentes con la consecución y la preservación de cosas que en realidad no son prioritarias en nuestra vida, sino solo cuestiones que esperan los demás.

Piénsalo bien: si el éxito depende de lo que valoren los demás con el fracaso podemos entender que ocurre lo mismo, ¿no?

Paradigma del miedo al fracaso es erróneo, se fundamenta en la herencia cultural


El miedo al fracaso en realidad es un miedo social que está fundamentado en una serie de creencias culturales heredadas que forman parte de nuestra idiosincrasia.

Fallar vs. Fracasar

En la sociedad occidental, sobre todo en los países latinos, hemos aceptado como verdad absoluta que fallar es equivalente a fracasar.

Entendemos que cometer errores es sinónimo de fracaso. Fallar está mal visto y es un motivo para ser devaluados socialmente.

Pero hay un error de base. Un bug en el concepto. wink


Cualquier proceso de aprendizaje requiere cometer errores para avanzar.
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Piensa en el caso de un niño. ¿Qué pasaría si cuando está aprendiendo a andar o a hablar dejara de intentarlo al caerse la primera vez o al pronunciar mal sus primeras palabras?

No aprendería nunca. No avanzaría.

Del mismo modo que para un niño es necesario equivocarse, también es necesario para el emprendedor

Así que tú, como neoemprendedor, si tratas de evitar los errores, lo único que conseguirás será dificultar y obstaculizar tu crecimiento.

Te pongo otro ejemplo. Michael Jordan.

Él mismo dijo que ha fallado más de 9000 tiros, ha perdido casi 300 juegos y 26 veces han confiado en él para tomar el tiro que ganaba el juego y lo ha fallado.

Afirmó: “he fracasado una y otra vez en mi vida y eso es por lo que tengo éxito”.

Conclusión: si intentas evitar fallar, estarás impidiendo tu éxito.

La razón por la qué deberías fallar más: ya estás fracasando

Si estás aquí es muy probable que quieras emprender un cambio en tu vida que aún no has logrado. Es decir te encuentras en una situación de bloqueo para la consecución el éxito deseado.

Yo no sé cómo lo ves tú, pero por definición podríamos decir que ya estás fracasando. ¿No crees?

En realidad no has fracasado, simplemente estás cometiendo un error: tratar de evitar fallar.

Porque como hemos visto antes, fallar o errar forma parte de todo proceso de crecimiento y evolución, y es por tanto algo natural.

Por eso te reto a fallar desde hoy mismo.

Sí, sí. Te reto. A ver si tienes lo que hay que tener wink

¡Ojo! no estoy diciendo que te tires a la piscina sin sopesar las situaciones ni hacer valoraciones.

Ya te he explicado anteriormente cómo hacer una valoración realista del riesgo.

Cuando lo hagas, recuerda mandar a tu “yo” tremendista a dar un paseo wink

Por qué deberías alegrarte de cometer errores como emprendedor

No me he vuelto loco. Si antes te dije que te reto a fallar, ahora te explico los motivos por los que equivocarte es bueno:

Si no fallas significa que no lo estás intentando: y si no lo intentas, no puedes avanzar. Te estancas. Tú no quieres vivir estancado ni sentirte estancado, ¿verdad?

Fallar significa ir más allá de tus límites y salir de tu zona de tu confort.

Todos los errores son un buen maestro y puedes extraer aprendizaje.

Los fallos te ayudan a disipar miedos: cuando te equivocas y compruebas que no pasa nada, el mundo no explota ni te destierran a una isla solitaria alejada de la civilización, te relajas, mejora tu autoestima y tu capacidad para tomar decisiones.

Aumenta la posibilidad de éxito: por mera estadística, cuanto más lo intentes, más probabilidades de tener éxito.

Fallar hoy en día es más barato que nunca gracias a la tecnología.
Falla. No pasa nada y no es malo.

Eso sí: falla rápido y barato.

Lo importante es que lo que arriesgues no sea valioso. Y si sale mal, que no tenga un gran impacto en tu economía (perder dinero hace tan poca gracia como perder tiempo). wink

#3ª Estrategia para vencer el miedo al fracaso: rebajar el nivel de incertidumbre

Veíamos al principio que uno de las principales razones por las que tememos fracasar es la incertidumbre que nos genera no tener experiencia a la hora de hacer algo.

Dejar que la incertidumbre te bloquee por falta de formación o información es realmente absurdo. Y lo es porque si tu problema es ese, ya deberías saber cuál es la siguiente acción a llevar a cabo: solventar esa carencia.

Para hacerlo lo que te voy a sugerir es más que obvio..

Realiza una formación especializada

Si no sabes hacer algo, y quieres hacerlo tú mism@ el primer paso es aprender.

Hoy en día hay miles de posibilidades de aprendizaje en internet, muchas de ellas gratuitas, así que no tienes excusa para no empezar a hacerlo hoy mismo.

Pero ojo, que también es fácil caer en la dispersión de apuntarse a muchos cursos y luego no hacer ninguno. Reflexiona sobre cuál es tu prioridad en este momento y fórmate en eso.

Mi recomendación es siempre que busques formación en el que dispongas de una hoja ruta clara para resolver el problema que tienes. Y a ser posible que el instructor sea un verdadero especialista en la materia.

Júntate con otras personas 

Otra forma de aprender es a través del contacto con otras personas.

Puedes hacerlo con personas que están aprendiendo como tú, tanto online a través de foros y grupos especializados, como off-line en reuniones.

Los masterminds son otra buena fórmula de avanzar junto a un grupo reducido de personas que están en el mismo punto que tú en su proyecto.

La idea en definitiva es basarse en la sabiduría superior que aporta el grupo a través del conocimiento de todos sus integrantes.

Quizás pienses, “¿pero yo qué puedo aportar? si no tengo ni idea”. Pues todo aquello que has aprendido por tu cuenta. Incluso si estás muy muy verde, como mínimo puedes ofrecer tu opinión así que no tienes excusa para no participar de forma activa.

No obstante, si esto de socializar te da algo de pereza o no tienes demasiado tiempo, pasa al siguiente apartado smile

Contrata un mentor

Otra fórmula cada vez más en auge es contratar a un profesional que te acompañe y supervise tus resultados. 

Se trata de depositar tu confianza en un experto que te guíe paso a paso en tu camino para que puedas conseguir los resultados deseados.

Obviamente esto rebaja mucho tu nivel de incertidumbre, ya que depositas tu confianza en la experiencia de ese profesional que ya ha recorrido varias veces el camino que estás a punto de emprender.

Además, al ser un servicio caro te ayuda a reforzar tu compromiso con tu proceso de emprendimiento.

En mi opinión, siempre que te lo puedas permitir, es la solución más recomendable. Pero ojo, no te hagas dependiente de este tipo de servicios; llegado un punto has de tener capacidad de continuar tu viaje en solitario.

Si quieres emprender un proyecto, o has empezado hace algún tiempo y no acabas de obtener resultados, puedes consultar aquí mis servicios de mentoría.

Delegar en un experto

Por último, si aquello que te bloquea es algo que puede hacer otra persona, siempre puedes plantearte en contratar a alguien.

Por ejemplo, mejorar tus hábitos productivos es algo que sólo puedes aprender por ti mism@ y por tanto no puedes delegarlo. Pero crear tu página web es algo que puede hacer otra persona en tu lugar. Piensa que si no tienes experiencia él o ella lo hará mucho más rápido y con mejor calidad.

Si el esfuerzo de aprendizaje no merece la pena y te impide de veras el avance, te recomiendo delegar. Te recuerdo que tu tiempo es oro (porque es tu vida). Así pues, si puedes permitirte contratar a alguien  lo mejor es que no lo malgastes aprendiendo cosas que no tienen un verdadero impacto en tu avance.

#4ª Estrategia para vencer el miedo al fracaso: medir las opiniones de los demás

Ya expliqué al principio que el miedo al fracaso surge como consecuencia de experimentar incertidumbre acerca de un resultado deseado.

Pues bien, si a nuestra natural inseguridad le sumamos la opinión negativa de terceros, apaga y vámonos.

Estarás de acuerdo conmigo que a menudo nos dejamos influenciar en exceso por la opinión de otras personas.

Personas a evitar en tu proceso de emprendimiento

Pues bien, hay tres tipos de personas de las que te deberías proteger en tu proceso de emprendimiento:

Las temerosas

Al rededor nuestra siempre hay personas especialmente conservadoras que no asumen riesgos ni emprenden nada.

Estas personas son especialmente nocivas, ya que tratarán de contagiarte sus temores e inactividad, y como te descuides te convencerán de que eres tan incapaz como ellas.

Así pues, si detectas que la opinión de una persona está siendo muy negativa sobre tu idea de emprendimiento, pregúntale si habla desde la experiencia o desde el miedo a lo desconocido.

Veamos un comentario habitual: ¿Emprender ahora? Tú estás mal de la cabeza, si fulanito lo intentó y le fue fatal. 

Si esa persona no ha emprendido, habla de oídas. Así pues, si quieres una opinión experta ve a hablar con “fulanito” para que te cuente su experiencia de primera mano. wink

Las envidiosas

Estas por naturaleza son también temerosas, con la diferencia que te lanzarán mensajes muy negativos. No porque lo crean profundamente, sino porque a ellas les gustaría alcanzar lo que tú sueñas pero se sienten incapaces.

Si las anteriores son nocivas, estas ni te cuento.

Estas las puedes detectar fácilmente porque suelen exagerar mucho las consecuencias negativas. Además suelen finalizar su reflexión con un “Tú verás lo que haces” seguido de un “No digas luego que no te lo advertí”.

Por supuesto que tú sabes lo que haces, así que no permitas que minen tu autoestima.

Las que te juzgarán según tus fallos

Estas son las personas que si fallas te tacharán de fracasado.

La valoración de esas personas debería importar más bien poco (por no decir un pimiento). Si te evalúan de forma negativa porque has fallado, será que no te aprecian mucho…

No importa que sean de tu entorno familiar; si alguien se disgusta porque tienes la intención de emprender, no te está tratando con cariño.

Tú decides entre arriesgarte a decepcionar a esas personas o decepcionarte a ti mism@ por no haberlo intentado.

La solución: que les den

Si tomas en consideración las valoraciones y los juicios de terceros, estás concediéndole poder a esas personas para que se sientan en el derecho de dimensionar quién eres.

Como hemos dicho, una persona que no te da ánimos, que te juzga o que te envidia no es alguien que te aprecie demasiado.

Así pues… ¡qué más da! ¿Qué te importa? ¡Que les den!

Dicho de otro modo: si te detienes por lo que pensarán los demás, estarás asumiendo sus miedos y estarás mermando tu autoestima.

Así que en tu proceso de aprendizaje rodéate de personas que te animen y te arropen durante el proceso.

La gente que de verdad te quiere te dará ánimos durante tus fallos y la gente que no te quiere te envidiará cuando alcances tu éxito.


Ya lo hemos hablado anteriormente: si fallas ante un riesgo inteligente, lo que conseguirás será experiencia y aprendizaje.

¿Y esto es malo?

¡No! smile

Resumen de ejercicios y estrategias para vencer el miedo al fracaso

Como has podido ver a lo largo de esta entrada, el miedo al fracaso se puede afrontar con éxito.

A continuación, te dejo aquí algunas de las estrategias más importantes y alguna otra que no he desarrollado a lo largo del mismo:

Acompáñate de personas que animan y apoyan: compañeros, mentores, grupos de mastermind..

Adquiere formación para ganar seguridad: recuerda que la formación es una inversión, no un gasto.

Prepara un plan y una hoja de ruta: no te preocupes por hiperdefinir. Solo los pasos más relevantes y el destino al que quieres llegar.

Revisa con frecuencia tus razones: plantéate tu por qué. Es fácil perder la perspectiva, así que conviene mantener el rumbo.

Rétate a fallar y tolérate los errores: sé que soy un pesado, pero sin fallar es difícil que crezcas demasiado.

Aplica el “que les den”: que te dé igual lo que piensen los demás. Solo pide opinión de quienes estén dispuestos a respetar tus opiniones y te den la suya con respeto.

Identifica tu mayor logro y tu mayor fallo: eso por lo que alguna vez te has sentido orgulloso te demostrará que puedes hacer grandes cosas. Tu error te hará darte cuenta de que las consecuencias no han sido tan relevantes.
Conclusión

Después de todo lo que has descubierto en este post, estoy convencido de que tu perspectiva sobre el miedo al fracaso ha variado considerablemente.

A modo de resumen, estas son las ideas principales para recordar:

El fracaso no existe: lo único que existe son las oportunidades de aprendizaje.

Necesitas fallar para crecer y emprender: los fallos son necesarios para conseguir el éxito. Pasa a la acción rápido sin intentar eliminar la incertidumbre (recuerda que no puedes predecir el futuro).

Todos tenemos miedos: así que no trates de evitarlos. Intenta comprenderlos.

Transforma el miedo al fracaso al miedo a arrepentirte: el miedo a arrepentirte será lo que te anime a avanzar.

Disfruta del viaje: no olvides que no hacerlo es ya en sí un fracaso.

Si has leído hasta aquí te lo agradezco de veras porque realmente no pensaba hacer este post tan largo.

Llegados a este punto y después de tanto tiempo “hablando” me gustaría “escucharte” a ti.

¿Estás bloquead@ por el miedo al fracaso?

Cuéntanos tus creencias limitantes, tus miedos y por qué no, también tu opinión en el campo de comentarios. Prometo responderte para tratar de ayudarte. wink

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Os comparto un excelente tema “Cómo superar un fracaso“, una colaboración de Edith Gómez, editora en Gananci, que ya es habitual de este blog, y nos comparte hoy cómo ser más productivo y feliz (a la vez). Edith es una apasionada del marketing digital, especializada en comunicación online, y nos trae tema muy constructivo. A Edith La podéis seguir en el Twitter @edigomben. Actualmente ...

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A medida que vamos creciendo, nos damos cuenta de que el éxito en la vida se trata sobre todo de las cosas que podamos hacer de forma más efectiva que los demás. Es allí donde estamos hablando de un comportamiento competitivo que se puede explicar desde la misma evolución del ser humano hace ya miles de años, y uno de los componentes esenciales en toda clase de disputa es el fracaso. Siempre exist ...