El tomate es una de las hortalizas estrella de la dieta mediterránea. Un alimento delicioso, nutritivo, versátil y que aporta grandes beneficios para la salud. Muchos de sus principales beneficios provienen del licopeno, el fitoquímico que le proporciona su característico color rojo.
Se trata del alimento con mayor concentración de licopeno, potente antioxidante que lucha contra los radicales libres que provocan el daño celular y en el ADN, y esto hace que sea un poderoso alimento para prevenir y combatir el cáncer. Tal y como han demostrado numerosas investigaciones, los beneficios de un consumo habitual de licopeno abarcan la prevención y el tratamiento de varios típos de cáncer, como el de pulmón, próstata, estómago, vejiga, cuello uterino, piel, mama y, especialmente, el cáncer de próstata.
Según los estudios, la especial eficacia del tomate en la prevención del cáncer de próstata se debe al hecho de que se trata de un alimento rico en fibra, que ayuda a que el licopeno se fije en los tejidos de la próstata y evita la aparición y el desarrollo de células malignas o cancerígenas.
Este potencial para combatir el cáncer se incrementa si los tomates se consumen en una forma procesada, como por ejemplo salsa o jugo de tomate, o con una pequeña cantidad de aceite o grasa, ya que así los compuestos naturales son liberados y absorbidos más fácilmente por los intestinos.
Además de sus propiedades anticancerígenas, el tomate también ayuda a reducir el colesterol y disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Y no sólo aporta numerosos beneficios a nuestro organismo, sino que también es muy bajo en calorías, dado que la mayor parte de su peso es agua. Por todos estos motivos, el tomate es, sin duda, uno de los mejores alimentos que podemos incluir regularmente en nuestra dieta.
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