El ser autorrealizado

Hoy tengo el placer de contar con una colaboración extraordinaria: Jesús Millán nos acerca a la realización personal con una entrada con un contenido exquisito.
Te animo a leerla con calma, con cariño y con dedicación, como merecen ser deleitadas las cosas buenas de esta vida.


El ser autorrealizado
Supongo que a lo largo de la tu vida te han hecho alguna radiografía.
Es una de esas fotos que tanto entusiasma a cualquier niño, que no deja de reír señalando sus propios dedos en formato hueso mientras los padres siguen cogiendo aire y recuperándose del susto.
Me encantaría compartir contigo lo que para mí es la radiografía de un ser autorrealizado, esa foto blanquinegra que desentraña el interior de las personas más felices del mundo.
Pero antes de ver cuáles son los aspectos que identifican a quien conquista la cima de la autorrealización, observemos el punto de inflexión en la vida de estas personas.
♣ ♣ ♣
¡Toc toc! ­Llaman a la puerta.
Lograr un estado libre de condicionamientos socioculturales no parece posible.
En cambio, sí lo es cuestionarlos y sustituirlos por otros más adaptativos. Difícil, trabajoso… pero posible.
De hecho, resulta necesario identificar, modificar o eliminar todas las creencias que nos impiden vivir en la cima de la pirámide Maslow, lugar en el que se encuentran aquellos que decidieron acceder a su ser autorrealizado.
Pero antes, tiene que haber un click previo. Sin click, no hay nada. Hasta que no resuena en ti un incansable traqueteo en tu mollera, no estás llamado al cambio.
Ese click no es de los que duran apenas un segundo. Más bien se trata de un chasquido incesante cuya intensidad no deja de aumentar con el paso de los días. Lleva avisándote ya un tiempo y se puede estar manifestando en tu vida de muy diversas formas: pequeñas crisis de ansiedad, brotes de rebeldía, sentimiento de apatía, conductas inapropiadas, adicciones (cualquiera sirve, pues por definición todas te evaden de la realidad que no quieres vivir)… cualquiera de estos signos bien aderezados con frecuentes somatizaciones en forma de enfermedades o disfunciones corporales.
Con todo, acostumbramos a ignorar la verdadera causa de nuestro malestar, poniendo parches que no siempre funcionan.
Pero, amig@ mí@, llega el día…
-­ ¡Toc toc!
El ser autorrealizado

­ -¿Quién es?
-­Hola Ego. Soy yo, tu propia Esencia, ¿me abres?
­-Mmmm, ¿después de tanto tiempo? No sé, hace mucho que no vienes…
­ -¡Qué va! ¡Siempre he estado ahí!, pero te empeñas en taparme con una pila de mantas que no hacen más que asfixiarme. ¡Y ya estoy harto! Quiero que me dejes expresar(te)me como realmente somos. Déjame entrar y deja que vivamos juntos. Además, nos necesitamos el uno al otro y aunque queramos, jamás podremos separarnos.
-­Entra, anda, pero no hagas más ruido, que para eso ya estoy yo…
­ -¡Gracias!
Es hora del cambio.
Camino hacia la autorrealización: un primer paso.
No sé si a ti te ha pasado. A mí, por lo menos sí.
Llega un momento en el que saturados por el sufrimiento que nosotros mismos hemos creado sólo nos queda elegir entre dos alternativas: cambiar o cambiar.
Pero la alternativa de cambio se hace visible a nuestra mente sólo cuando el grado de sufrimiento que experimentamos es mayor al de la comodidad que sentimos en nuestro statu quo. Es entonces cuando nos sentimos impelidos a dejar de ser la persona que somos para buscar el camino hacia nuestro ser autorrealizado.
NOTA: Haber tenido que llegar a ese punto de padecimiento es indicativo de otra gran verdad: no hemos sabido aprender antes por discernimiento lo que ahora sí tenemos que aprender por sufrimiento.
Como consecuencia, iniciamos un proceso de búsqueda que por norma general comienza en lo más inmediato y factible que hay a nuestro alcance: modificamos nuestro entorno, nuestra forma de vivir, para luego extenderlo a nuestro interior.
Pese a que el verdadero cambio se produce dentro, no es eso precisamente a lo que estamos acostumbrados. De esta manera, llevamos nuestra atención hacia fuera, tratando de cambiar el contexto en el que nos desenvolvemos y sobre todo aquello en lo que tenemos poder de acción. Y no es una mala idea, para comenzar…
Entonces, en primer lugar, podemos optar por crearnos nuevos hábitos de vida saludables que aumenten nuestra vitalidad y nos impulsen en esos primeros tramos de esa peculiar ascensión hacia la autorrealización: alimentarnos bien, apostar por el ocio sano, invertir tiempo en formarnos, aprender nuevas habilidades, cuidar nuestras relaciones afectivas, en definitiva, atacando todas esas áreas cuyo equilibrio positivo impactará en nuestra sensación de bienestar.
Sigue caminando
Adoptar un estilo de vida saludable es un muy buen primer paso para mejorar nuestra autoestima y aprender a querernos a nosotros mismos. Supone un buen avance en nuestra travesía hacia la autorrealización.
Pero no podemos quedarnos ahí. Ahora que ya contamos con energía para trabajar con nosotros, es hora precisamente de eso: trabajar para nosotros.
Jamás podremos sentirnos realizados si no vivimos nuestros propios valores. Los verdaderos, esos que orientan nuestras acciones. Por lo que es indispensable averiguar si nuestra actividad diaria va orientada hacia nuestras metas.
¿Cómo dices? ¿Que no estás recorriendo tu propio camino? Peor aún, ¿que no sabes qué camino estás recorriendo? No pasa nada; tendrás que analizar en qué punto te encuentras ahora y cuál es el plan a seguir. Para ello, existen soluciones.
Y lo más importante: todo esto no lo haces realmente por ti. Lo haces para los demás, y de paso, para ti. Probablemente éste es el último y más importante paso para conquistar tu propia cumbre como ser autorrealizado.
¿Qué tal si echamos un vistazo a esa radiografía?
Radiografía del ser autorrealizado

Signos y síntomas del ser autorrealizado.

Sin duda el más claro y evidente síntoma es el amor que la persona experimenta por sí misma. En contacto con su ser, aparta a un lado todos sus miedos (más que apartarlos, los trasciende) para adoptar esa mentalidad de crecimiento que lo lleva, ahora sí, a plantearse nuevos retos. Sabedor del bienestar que le provoca el esfuerzo por superar un desafío, comienza a entender que la vida no es más que un gran juego en el que fluctuamos constantemente entre una sensación de vulnerabilidad y otra más poderosa de crecimiento y desarrollo de habilidades.
El ser autorrealizado comienza a ver la vida como el juego divertido que realmente es.

¿Necesidad de aprobación? Ninguna. Característica primordial de quien se quiere mucho. El ser autorrealizado entiende que la responsabilidad de lo que siente es única y exclusiva de él, por lo que también comprende que lo que los demás piensen de él (así como de lo que piensa, hace…) escapa fuera de su control. Definitivamente se desentiende de los juicios ajenos.

¿Quién dijo miedo? Como cualquier humano, también lo tiene. Pero lo está esperando, pues sabe que es la forma en que se manifiesta inicialmente su deseo de poner a prueba sus capacidades. Aquellos que han practicado algún deporte a alto nivel de competición o los artistas que se han comprometido a dar lo máximo ante su público, entienden mejor que nadie esta sensación. Justo antes de un partido o una carrera, antes de salir al escenario, lo que sientes no es miedo sino una alta tensión que te deja en el punto óptimo para afrontar el esfuerzo. Valga este ejemplo para cualquier reto en la vida, siempre que éste requiera dar lo mejor de nosotros mismos.

Ni pasado, ni futuro. Aquí y ahora. No vive tanto tiempo dentro de su mente como fuera. Busca actividades que les guste hacer, que le hagan fluir y que le sitúen en el mismo momento en el que late su corazón: ahora tic­, ahora tac.

En consecuencia de lo anterior, nunca asume el rol de espectador pasivo de su propia vida. Actúa sobre todo lo que está dentro de su área de influencia, dejando a un lado sus preocupaciones por el futuro y los lamentos por su pasado. Borran la palabra culpa de su diccionario y, por tanto, sienten una gran libertad. Y es que se libera él mismo de cualquier otro momento que no sea el presente.
El ser autorrealizado
Rediseña su autoimagen. “Lo que fui, fui.  Ahora lo que soy es lo que hago pensando en lo que quiero ser”. El autorrealizado vuelve a definir la imagen que tiene sobre sí mismo. En todos los aspectos. Pega una patada al juez interior que llevaba sentenciándole injustamente toda su vida y lo cambia por otro más justo, elegido consciente y democráticamente por él. No tiene miedo de expulsar sus distorsionadas auto imágenes negativas que aprehendió de lo que su entorno más cercano le adjudicó (padres, amigos, colegio,…).
Ya hemos dicho que ha aprendido a coquetear con sus miedos. Bien, pues del miedo al cambio no se libra, como tampoco de los riesgos que conlleva. Su confianza plena le lleva a sentirse cómodo con ese estado latente de tensión controlada que hace elevar sus capacidades a un punto muy cercano de su potencial. Después, no tiene más que dejarse llevar, abandonarse a su faena y aceptar lo que venga después; sea éxito o aprendizaje.
Los protocolos para quien los quiera. Desde luego no para un ser autorrealizado. En su proceso de cambio, en su “click” hacia su autorrealización, manda a paseo todos los convencionalismos, protocolos de comportamiento y, por supuesto, todos los actos educados y políticamente correctos.
El ser autorrealizado
Ojo al punto anterior: no con esto quiero decir que se convierta en un desconsiderado abandonado a la irrespetuosidad, pero sí cuestiona todos aquellos actos, conductas y comportamientos cuya única razón de ser es la tradición cultural. Un individuo autorrealizado no tiene ningún problema en posicionar adecuadamente todas esas tradiciones culturales en su propia escala de valores, de forma que determinará si es para él o lo desecha sin más.

No espera nada de nadie más que de sí mismo. Sabe que crear expectativas sobre las personas no deja de ser un acto neurótico en el que traslada su poder emocional a otros. No es un ser invulnerable, pero ha aprendido que sus sentimientos no deben responder a cómo los demás actúan, dicen o piensan. Su conciencia moral les juzga sólo a ellos y si no pueden pegar ojo es porque han transgredido sus propias normas. Pero dejan de fijarse en lo que hacen los demás y de medir todo lo que dan con la misma vara de lo que reciben. Quizás sea éste uno de los principales rasgos de quién se autorrealiza: dar por el placer de dar.

Muy relacionado con el punto anterior: entienden que en la vida todo es abundancia. La hay, para empezar, en todas las cosas que existen en la vida que experimentamos. Sólo hemos de recuperar la capacidad de sorprendernos de nuevo, prestando un poquito más de atención a todo lo bueno que nos pasa. Ponen foco en todo lo bonito que les proporciona la vida y aprenden a crear nuevas y estimulantes realidades. ¡Si es que forma parte de nuestra naturaleza! Crear, crear, crear, …

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Capaz de actuar independientemente de las emociones que experimenta y bajo el mando de su brújula interior, el ser autorrealizado entiende que no todo lo que hace resulta agradable en un primer momento (aunque su actitud parezca decir lo contrario), pero sabe que forma parte de un propósito mucho mayor. Por eso:
Tiene la capacidad de subordinar sus emociones a sus metas finales, borrando de su diccionario la palabra procrastinación.

Asume que lo que debe hacer no es lo que dicen sus impulsos ni lo que dicta la presión social. Actúa de acuerdo a sus valores, que normalmente coinciden con los principios humanos más universales.

Welcome a la república independiente de mi mundo. La emancipación total define por completo al autorrealizado. Y si aún no la tiene, en camino va.
Para empezar, sobre la que más control tiene: la emocional.

Romper con las formas de pensar y proceder aprendidas de papá y mamá en nuestra más tierna infancia es una tarea de titán. Para empezar, resulta realmente
El ser autorrealizado
complejo y difícil identificarlas. ¿Quiere decir esto desaprender todas las creencias y comportamientos aprendidos en nuestra niñez? No, sólo aquellos que nos conducen a sentimientos negativos y conductas autodestructivas. Es la forma que tenemos de recuperar nuestro libre pensamiento.

Por otro lado, en nuestro proceso de emancipación no debemos olvidarnos del aspecto financiero. Si una persona autorrealizada no cree en el sistema económico del que forma parte, corta los vínculos que tiene con el mismo, buscando su propia libertad financiera.

También ha aprendido a apoyar con su voto de consumo aquellos sistemas organizacionales que representan una extensión de sus propios valores (o penalizarlos, si es al contrario).

Libre de malos humos. Sin duda, uno de los rasgos más llamativos de una persona autorrealizada. Desecha por el retrete cualquier atisbo de mal genio. En un momento dado, puede verse poseído por una corriente de negatividad cuando las condiciones son adversas… Pero se sobrepone con sabiduría oriental: observa, etiqueta, acepta sin resistencia y deja marchar la emoción perturbadora. Y adiós muy buenas.

El enfado permanente, los malos humos, el mal genio y, en general, cualquier tipo de sentimiento de hostilidad que amenaza con dominarnos, pasa a ser un recuerdo de un pasado anterior al período de transformación.

Con cierta nostalgia, recuerda que antes se enfadaba muuuucho por cualquier cosa. Ahora, prefiere invertir su energía en dar todo el amor que puede, y más. Por tanto…

son seres muy queridos, que aman y se dejan amar. Saben sin saber que, en esta vida, en última instancia, ésa es la única asignatura que hemos venido a aprender.
Como hemos visto, merece la pena muy mucho abrazar ese click cuando suena. Abrir al toc­-toc de nuestra esencia y dejar entrar a ese ser autorrealizado que nació con nosotros.
Toc­-toc…
Jesús Millán, de www.jesusmillan.com
Acerca de Jesús Millán:
A día de hoy, estoy centrado en guiar y ayudar a otras personas a encontrar su paz y bienestar interior. Puedes conocerme un poco más en www.jesusmillan.com, ver más artículos como éste y descargarte gratis mi “Guía para Tu Éxito Interior”.
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