En este marco de referencia, tendiendo lazos o puentes con cualquiera de las anteriores, aparece una propuesta totalmente innovadora, lúdica y a un tiempo profunda, serena y respetuosa, con un intenso potencial transformador: la Liberación Acuática Corporal (LAC).
Aunque intuitivamente, por simplicidad, estas tres palabras pueden por sí solas dar una idea de lo que se trata, exponemos con detalle, aquí y ahora, el significativo aspecto diferenciador y el potencial integrador que ésta tiene para ofrecer.
¿Cómo comienza la Liberación Acuática Corporal?
Hace algunos años, hacia el 2011, un grupo de personas del ámbito formativo de las denominadas “terapias complementarias”, en especial de la Osteopatía y de la Terapia Craneosacral, apoyándonos en el amplio conocimiento del medio acuático y la experiencia en la práctica y la enseñanza de la natación de alguno de los integrantes del grupo, con un espíritu experimental de indagación personal, comenzamos a explorar la aplicación de estas técnicas en el agua.
Este proceso de descubrimiento fue modificando progresiva pero inexorablemente nuestros planteamientos e ideas originales. Fue el agua - siempre el agua: origen de nuestra vida animal, principal y mayoritario componente de nuestra corporeidad y de nuestro planeta -, quien se encargó de diluir las diferencias que en nuestro razonamiento mental solemos tener establecidas: las dualidades objeto/sujeto, tú/yo, paciente/terapeuta, individuo/colectivo, interno/externo, salud/enfermedad, bueno/malo, etc.
Así, empezamos a comprender que lo que estábamos haciendo cuando nos introducíamos en el agua, trascendía el uso o aplicación de cualquier técnica aprendida en nuestras variadas formaciones. En realidad, empezamos a darnos cuenta de que cada uno de nosotros dejaba de tener protagonismo individual, y que eran agua y el cuerpo de la persona que se entregaba a la autoexploración ante el atento acompañamiento grupal, quienes iniciaban los sutiles o intensos movimientos que permitían liberar, sin esfuerzo ni propósito definido, la tensión, el estrés o cualquier forma de incomodidad física, emocional o mental.
A este proceso o mecanismo de soltar, de dejar ir todo aquello que limita o condiciona nuestro sentir, nuestra forma de expresión corporal, nuestra manera de vivir, decidimos denominarlo y difundirlo como Liberación Acuática Corporal. Y de ahí, nuestro lema… ¡Sumérgete¡ ¡Siéntete! ¡Libérate!
El agua y la capacidad innata de sanar
El Dr. Andrew Taylor Still, médico creador de la Osteopatía, enseñaba que todo lo necesario para liberar al cuerpo de su tensión, estrés, dolor o enfermedad, está dentro del propio cuerpo. El arte de la curación y de la libertad reside en encontrar formas suaves y respetuosas, que pongan en marcha estos recursos naturales cuando, por causas internas o externas, hayan dejado de hacerlo con normalidad.
Algún tiempo después, el Dr. John E. Upledger, médico, osteópata y acupuntor norteamericano, creador de la Terapia Craneosacral, descubrió y demostró cómo presiones sutiles sostenidas de manera manual, con precisión y suavidad - no más de cinco gramos -, en aquellos lugares del cuerpo donde se detectaba falta de movilidad fascial o articular, podían aliviar el dolor y favorecer la recuperación del movimiento y la función de los tejidos, de los órganos y, por extensión, la salud del cuerpo entero.
Ahí es donde radica el “secreto” de la eficacia y el poder transformador de la Liberación Acuática Corporal. La presión hidrostática activa sin esfuerzo, por el mero hecho de la inmersión, los mecanismos de liberación. Entonces, el cuerpo se mueve con libertad en cualquier dirección y profundidad, con apenas intervención de las personas que, bien instruidas, acompañan el proceso. Son el agua y el cuerpo de la persona que se entrega a la autoexploración quienes inician los sutiles o intensos movimientos que permiten soltar fácilmente la tensión, el estrés o cualquier forma de incomodidad física, emocional o mental.
La fuerza de la atención y del sentir - La presencia grupal
El último ingrediente mágico en la receta de la Liberación Acuática Corporal vuelve a ser un don natural que todos poseemos: la fuerza de la atención. Cuando ésta se deposita adecuadamente en el presente y se mantiene, sin esfuerzo, en el objeto de atención, hablamos de un estado de presencia, de atención eficaz. Entonces, aquello que atendemos se ilumina con la luz de la Conciencia, del saber y del sentir, entrando en la comprensión intuitiva del Ser.
Este es el tipo de acompañamiento que se propone en las sesiones de Liberación Acuática Corporal. En ellas, la fuerza de la atención se ve multiplicada por efecto del apoyo y del sostén colectivo. La persona que recibe la sesión nunca tiene el acompañamiento y atención, la presencia, de menos de dos o tres personas entregadas a sentir, a seguir e incentivar el proceso, a fluir con él y en él sin juzgar, sin interpretar, con el máximo respeto, desarrollando “la mirada del corazón”.
Todo esto favorece el contacto consciente con los recursos internos. A través del sentir, de las sensaciones corporales, de los sentimientos, de las emociones o de las imágenes mentales que aparecen espontáneamente, logramos acceder a las propias certezas, al conocimiento profundo de nosotros mismos que nos permite vivir en plenitud, conciencia y libertad.
Las sesiones, talleres y encuentros-convivencia
Se puede disfrutar de esta disciplina en sesiones individuales, talleres de un día y los encuentros-convivencia de varios días en modo retiro en plena naturaleza. Cualquiera de estos formatos supone una intensa vía de descubrimiento y transformación personal.
No es necesario disponer de conocimientos o experiencia previos, en ningún campo en especial, para poder participar y sacar el máximo partido y aprendizaje de la experiencia. Basta una actitud de apertura, de curiosidad sin expectativas, de entrega a uno mismo y al compartir, con un sincero anhelo de libertad interior. ¡Sorpréndete y disfrutala!