Tras la relajación inicial céntrate en la respiración, prestando especial atención al ruido del aire cuando respiras… es un aire limpio y fresco.
Imagina que estás subiendo una montaña, sientes que te cuesta llenar los pulmones en profundidad por la ascensión que llevas a cabo, pero eres consciente de las múltiples experiencias que vives: el olor de las flores, el aire en la cara, viejos y fuertes árboles aportando su sombra…; un riachuelo en el que jugar y refrescarte… Pero también pasas por una zona escarpada y difícil, una zarza se engancha en tu ropa y pincha tu piel. De pronto hay un lodazal, no sabes como pasar… Entonces empiezas a buscar piedras y haces una camino que te permite pasarlo sin apenas mancharte, tal vez se moje un poco tu zapato pero no importa, has superado el obstáculo… Imagina, revive, disfruta y deleitate con las experiencias del camino.
Ahora ya estás casi en la cima, los músculos de tus piernas tiran, están cansados. A ratos te falta el aire para respirar; sólo piensas en un paso más y otro y otro… El cansancio te hace parar a pesar de las ganas que tienes de llegar… y levantas la cabeza y ves aquello que te rodea: el sol entre los árboles, un pájaro que canta para ti, o más allá otros danzando al viento. Sientes el aire fresco en la cara y no puedes sino estar agradecido y feliz, aunque siga siendo difícil respirar… en pocos minutos sientes que se acompasa esa respiración, te has empapado de la belleza del entorno, falta poco para la cima, cada vez menos, tu objetivo es claro… y el camino un reto que te hace sentir vivo.
Llegas a la cumbre y miras a tu alrededor, el poder de estar allí arriba, de ser dueño de tu cuerpo, la visión diferente y global que te aporta… Te sientes genial, una maravillosa sensación de triunfo que compartes con todos aquellos que te acompañan. Triunfo, capacidad, seguridad, confianza.
Allí arriba, sentado o estirado cómodamente sólo tienes que sentir los elementos y disfrutar de ellos, cargarte con su maravillosa energía… Son tantos los regalos que hay para ti. Disfrútalos, simplemente siente que estás echado en este momento, arriba en la cima, siente lo que te rodea.
Bajar será un placer, tus piernas están cansadas, pero te has hecho consciente de tu fortaleza. Tu mochila está vacía de carga y tu lleno de energía que puedes enviar a la zona del cuerpo que lo requiera.
Cuando llegues a destino, toma una respiración profunda, lleno de satisfacción y energía, hazte consciente de cada parte de tu cuerpo y cuando estés preparado abre los ojos manteniendo dichas sensaciones.