Como en la mayoría de las sociedades industrializadas, el divorcio o la separación de pareja en España está aumentando de manera imparable desde su legalización en 1981. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, España es el tercer país de la Unión Europea, después de Portugal e Italia, donde la proporción de divorcios ha aumentado más en la última década (casi un 40% desde 1996), a pesar de que España es el país de la Unión Europea donde la tendencia a la duración del matrimonio es mayor: una media de 13,8 años.
Por qué aumentan las separaciones
Según Amaya Terrón, psicóloga colegiada y fundadora de Psicología Amaya Terrón, “estamos inmersos en una sociedad donde se valora la independencia y el poder por encima de cualquier otra motivación afiliativa, incluyendo el valor ético o moral. Lo queremos todo fácil, bonito y rápido, no estamos preparados para luchar por algo que no nos reporta satisfacción inmediata, no tenemos las miras puestas en el largo plazo porque no aceptamos ni la dependencia en ninguna de sus formas, ni el envejecimiento ni tan siquiera como opción, cada vez somos más individualistas en ese sentido. Ser independiente estaría fenomenal si serlo fuera posible, pero no lo somos ni podremos serlo, somos seres humanos que necesitamos el afecto de los demás. Estamos intentando luchar contra nuestra naturaleza cuando nos intentamos convencer de la idea tan bien vendida de independencia, que no es más que comodidad cara. Tenemos cada vez más herramientas a nuestro alrededor para comunicarnos, sin embargo, cada vez la comunicación es menos eficaz y nos justificamos en “No teníamos nada que ver el uno con el otro” y pasamos al “siguiente”, como si las emociones nos siguieran tan rápido. Intentamos bloquear lo que no nos gusta sentir, cuando a veces la respuesta está en esas emociones de las que huimos”.
“Compramos la idea de la situación emocional mejor es la estabilidad de la pareja, pero no queremos pagar el precio que implica el cuidado, el compromiso y la dedicación a ésta. Lo queremos todo fácil, rápido y sin esfuerzo, lo peor es que nos creemos que ese modelo funciona y seguimos el camino sin pensar que algo falla”, añade Amaya Terrón.
Para la psicóloga, las personas “nos autogestionamos para no tener que negociar, es más fácil empezar de cero que arreglar lo que se estropeó y cuando se vuelve con el ex o a la ex es por “no haber encontrado nada mejor” o por la “necesidad de no estar solo”, parece que son todo escusas o medidas desesperadas, pero en ninguna aparece el amor como protagonista”.
Decálogo para una separación no destructiva
Al producirse una separación de pareja. a pesar de las razones por las que ocurrio, lo necesario y esperable es que estas rupturas se realicen de la mejor manera posible, para salvaguardar el bienestar de los ex cónyuges y sobre todo para evitar traumas a los hijos, si la pareja los tiene.
Ante el creciente número de separaciones de parejas y divorcios, Amaya Terrón propone el siguiente decálogo para “separase bien”. Para que la separación de pareja no sea destructiva tenemos aquí unos consejos y recomendaciones:
1. Hablar y comunicar nuestro dolor. Es importante canalizar nuestras emociones para que no queden enquistadas.
2. Pensar que aunque ahora no estemos en situación de reconocerlo, en el pasado pensamos que esa persona merecía ser amada.
3. Manejarnos en términos medios, no absolutos. Puede ser que ahora solo veamos las cualidades que no nos gustan de nuestra ex pareja, pero eso no significa que esa persona sea mala en toda su esencia.
4. Asumir el error como algo humano, entendible con el tiempo y siempre perdonable.
5. Ser consecuente con la decisión tomada. Si es una decisión madurada, aunque haya tentaciones de volver atrás, no hay que hacerlo; es mejor no provocar situaciones confusas que luego nos traerán más problemas.
6. Dejarse aconsejar por profesionales, pero siempre manteniendo nuestras reglas éticas intactas, si quedan manchadas por el rencor o el dolor resultará más difícil recuperarnos.
7. Dar un tiempo de duelo, no empezar a rehacer la vida sentimental nada más terminar con la relación; podemos herir a otras personas y nuestra herida no sanará más rápido, sino que sumará emociones que canalizar.
8. Es mejor centrarse en los buenos momentos y en lo que se ha aprendido con la ex pareja que estar dándole vueltas a la decepción sufrida o a lo mal que lo ha hecho nuestra ex pareja.
9. Si existen hijos, recordar que la pareja se ha roto, pero que se sigue siendo padres, aunque no se sea pareja. Los padres deben seguir relacionándose tras la ruptura conyugal.
10. Intentar quitar los miedos en los hijos a pensar que cuando aparezca un “padrastro” o “madrastra”, éstos van a reemplazar a su auténtico padre o madre. Estadísticamente está demostrado que el nuevo matrimonio mejora la vida de los niños, en particular si son pequeños, pero hay que respetar los tiempos y ritmos de los niños, ellos necesitan acostumbrarse a una nueva situación y una familia no se constituye afectivamente porque se viva juntos. Orientativamente, se debe dejar al menos un año para incorporar a nuevas parejas en el ámbito de la relación parental.
Agradecimientos: Amaya Terrón, psicóloga colegiada y fundadora de Psicología Amaya Terrón.
Imágenes (por orden de aparición): bigbirdz/Flickr, diametrik/Flickr, JacobEnos/Flickr y 松林L/Flickr.