Por características determinadas hay personas que tienden a ser cuidadoras de otras personas. Están atentas a sus necesidades, proyectos, gustos. Se sienten felices en esa tarea
del cuidar a otro. Esto, por mucho tiempo, fue el motor que dio vitalidad y alegría a la vida de esas personas cuidadoras.
El tiempo pasó, las circunstancias tocaron la puerta y comprendieron que ya no tienen a quien cuidar. Todos han crecido, han sido y se han ido con sus proyectos. Han desplegado sus alas hacia nuevos horizontes.
Ahora estas tú, cuidador de otros seres, a quien debes cuidar. Es una nueva lección de vida, quizá la más difícil, cuidarse a sí mismo. Anteponerse a todo cuestionamiento de que ocuparse de uno es egoísta, dejarse para el final de cualquier actividad por la creencia que hay que buscar a otros para seguir cuidando.
Si estas entre estas personas atravesando este momento comienza a nutrirte de aquellas cosas que te dan placer, que te generan un pensamiento positivo, que fomentan la creatividad. Convierte estas actividades en el motor que dará vitalidad y alegría a tu nuevo estilo de vida. Pues, la primera persona a quien se debe cuidar es a uno mismo, nadie más lo podrá hacer mejor.
¿Qué significa cuidarse a uno mismo? Significa tener el tiempo y espacio para la meditación, la acción, la risa compartida, los pensamientos positivos. Es hacer aquello que da mucha Fuerza interior con el sabor de querer repetirlo, propiciando un cambio en la conciencia que conecta con lo Profundo. Con lo mejor de cada uno. Puede resultar inspirador. Pruébalo!
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