Algunas hacen lo posible por evitar alimentos altos en calorías y carbohidratos, otras pueden desarrollar rituales a la hora de preparar y/o consumir la comida, por ejemplo, fraccionar una ración en muchas partes o durar demasiado tiempo para ingerir una porción pequeña de alimento. Pueden aislarse, hacer tiempo y evitar situaciones sociales que impliquen el consumo de cualquier alimento. En cuanto al aspecto físico, cuando se hace evidente la delgadez extrema, pueden utilizar prendas holgadas y hacer lo posible por esconder sus ritos a la hora de la comida.
Paradójicamente a lo que se pudiera esperar de alguien que no ha consumido alimento en un largo período de tiempo, la mayoría de los que padecen este trastorno se muestran activos y atentos, en las primeras etapas del padecimiento su estado de ánimo puede parecer normal frente a los demás.
Una explicación de este fenómeno es que en los períodos de ayuno y de ejercicio constantes, hay un aumento de secreción de adrenalina, que puede explicar el estado de excitación o actividad, por lo que pudiera considerarse que experimentan una sensación similar al de cualquier adicción, por eso algunas pueden aparentar que "todo está bien".
El perfil de personalidad puede ser de una persona extremadamente autoexigente, perfeccionista y escrupulosa. En lo que se refiere al ámbito familiar, antes de presentarse el trastorno, son hijos que están sometidos a una dinámica familiar exigente, controladora y con relaciones caóticas pero que a pesar de ello, se muestran como hijos modelo, sobre todo las mujeres, esto posiblemente por temprana maduración física, acompañada de los problemas psicológicos que surgen ante la presión familiar, la separación de los padres o bien, la negativa consecuente de tener que asumir un papel de adulto.
¿Qué provoca este problema?
Las variables de riesgo de este trastorno son:
a) Género,aunque también se presenta en hombres, las mujeres pertenecen a un grupo de riesgo mayor;
b) Edad, la población adolescente tiene mayor riesgo de incidencia, aunque se pueden presentar casos incluso hasta los 30 años o más;
c) Antecedente o estado actual de sobrepeso;
d) Factores de personalidad, en ellos se incluyen aquellas personas que tengan rasgos de dependencia emocional y/o parental, obsesión?compulsión, escrupulosidad y perfeccionismo elevados, pensamiento polarizado, tienden al aislamiento social, necesidad de aprobación externa, etc.;
e) Factores familiares, antecedente de patología familiar en la que existe nula resolución de problemas, padres exigentes e impositivos, con reglas de disciplina rígidas;
f) Trastorno afectivo o de personalidad previo;
g) Etapa de transición o cambio difícil, situaciones de estrés;
h) Adicciones;
i) ser víctima de violencia intrafamiliar, sexual o rechazo social;
j) Dieta no controlada;
k) Práctica de actividades relacionadas con las artes escénicas, modelaje, atletismo, gimnasia, cualquiera en la que se exija un cierto nivel de peso o características corporales como agilidad o flexibilidad, o bien, cumplir con estereotipos ante medios específicos;
l) Amistades, principalmente aquellas que padezcan un TCA, por la influencia de pares.
¿Qué puedo hacer si tengo o conozco a alguien con este problema?
Primero es necesario que se reconozca que hay un problema real. Uno de los principales obstáculos para la recuperación es precisamente la negación o ausencia de consciencia de la enfermedad.
Si se acepta que se vive ante un problema con la comida, se requiere una valoración médica para ver las consecuencias de la descompensación alimenticia. Entre el médico y el nutriólogo se desarrollará un plan alimenticio sano. Además, se necesita atención psicoterapéutica individual y familiar.
Muchas de las pacientes requieren apoyo psiquiátrico, para poder controlar los síntomas ansiosos o depresivos, pero en casos no tan severos, con la guía de psicoterapia, actividades alternativas ocupacionales, pueden ayudar a la persona a controlar sus episodios de ansiedad, y a expresar de manera sana las emociones que están provocando que la persona deje de comer.
El tratamiento tiene mejor pronóstico cuando la persona comprende que no existen estados perfectos, y que no necesita luchar contra su peso, sino con sus verdaderos miedos internos. A final de cuentas, la comida, es solo para nutrir el cuerpo, no el alma.