Retomar la rutina después del estado de alarma provocado por el coronavirus no será tarea fácil. Seguramente muchas cosas habrán cambiado para entonces, a nivel individual y social. En este artículo nos vamos a centrar en algunas consecuencias que podríamos experimentar a nivel individual tras la pandemia así como en pautas para afrontar esta vuelta a la “normalidad” después del confinamiento.
Posibles consecuencias del coronavirus
Sensación de incertidumbre
Miedo a salir a la calle
Angustia
Miedo a retomar el contacto social y el ocio
Evitación de lugares muy concurridos
Dificultad a la hora de relacionarse
Desconfianza
Aumento de la ansiedad
Estado de hipervigilancia y alerta constante sobre aspectos relacionados con la salud
Miedo a volver a usar el transporte público
Aumento de conductas compulsivas de lavado y comprobación
Sensación de que el peligro aún no ha pasado
Incremento del estrés postraumático
Aislamiento
Aparición de síntomas ansiosos-depresivos o agravación de cuadros previos de este tipo
Cambios en las costumbres sociales (como dar dos besos)
Cansancio emocional
Obsesión por la limpieza y mantener unos horarios
Miedo a la enfermedad o estrés del síntoma
Sensación de falta de control o de seguridad
Somatizaciones
Estrés postraumático agudo
Trastorno adaptativo
Desesperanza ante el futuro
Estaremos ante un proceso de adaptación, después de pasar días en confinamiento y ser bombardeados por los medios, es normal que nos sintamos aun tensos, confundidos, desorientados y nos lleve un tiempo volver a retomar nuestras vidas, tal vez ya no sean las mismas de antes, es posible que tengamos que reorganizarlas y llevar a cabo distintos planes de acción.
¿Qué puedo hacer para sobrellevar la vuelta a la rutina?
El primer paso es separar los problemas de cada área, de la manera más realista posible. Por ejemplo, respecto a la situación económica, a mi salud, a mi hogar, a mi pareja Describir los hechos ocurridos, cómo nos ha afectado sin entrar en valoraciones subjetivas (sin suposiciones, exageraciones ni calificativos del tipo “horrible”, “insoportable” e “insuperable”). No nos anticipemos.
No alimentar el miedo, es necesario cortar el bucle de pensamientos catastrofistas, perturbadores e irracionales. La mayoría de las cosas que nos preocupan nunca llegan a suceder, y si de todas maneras van a suceder ¿de qué sirve preocuparse tanto antes? No podemos controlarlo todo. Pregúntate a ti mismo, ¿qué probabilidad hay de que esto suceda? ¿Me estoy basando en mis sentimientos o en los hechos? Si me aferro a esta idea, ¿qué puede suceder con mayor probabilidad? , ¿me ayuda este pensamiento a conseguir sus objetivos y a solucionar mi problema? Si las cosas fueran realmente así ¿qué podría hacer al respecto? La imaginación no tiene límites y la mente nos puede jugar una mala pasada. Si estamos muy estresados, podemos pedirle a alguien de confianza que nos ayude a analizar la situación de manera más objetiva.
Acepta la realidad a la que te enfrentas, el ayer ya es pasado y no lo podemos cambiar, de nada sirve lamentarse, ahora céntrate en buscar soluciones y tomar las decisiones más adecuadas dadas las circunstancias, analiza los pros y contras de cada una de ellas.
Busca apoyo, pide ayuda si la necesitas. A nadie le gustaría que esto hubiera pasado, pero el mundo no siempre debe ser como queremos, justo, cómodo y fácil. No todos los días podemos con todo y no pasa nada.
No descuides el presente, si hoy se puede hacer algo para mejorar tu situación, hazlo. Intenta sacar el mayor provecho al aquí y ahora.
Por difícil que pueda resultar, intenta buscar el lado positivo de esta crisis, ¿qué has aprendido? Sé agradecido con lo que tienes, con lo que te queda, las personas tendemos a sufrir por lo que nos falta y quitamos importancia a otros aspectos importantes sin los cuales nuestras vidas no serían las mismas.
Convierte el obstáculo en reto u oportunidad. Luchemos por salir fortalecidos de esta situación, aprovechemos en cultivar la resiliencia. O nos dejamos vencer o nos sobreponemos. Sé optimista y deshecha ese filtro negativo.
Trabaja en ti, en tu autoestima, es momento del autocuidado. Tienes derecho a seguir adelante, a volver a reír, a reunirte con los tuyos y disfrutar. Realiza todas aquellas actividades placenteras que has ido postergando todo este tiempo, haz ejercicio. Hemos estado un tiempo restringiéndonos y privándonos de ciertas actividades, no olvides recompensarte por haber afrontado esta situación.
Establece metas realistas, es mejor empezar por pequeños pasos que nos guíen hasta nuestro objetivo final. Al volver a la rutina quizás pretendamos abarcar más de lo que podemos, hay que establecer límites para evitar la sobrecarga.
Tómate un tiempo para relajarte y desconectar. Sí, por contradictorio que pueda parecer, pero el confinamiento no es sinónimo de relajación. Es importante poner orden en nuestras vidas, seguir unas rutinas y unos horarios en los que se incluyan tiempo de descanso.
Si la vuelta a la rutina se nos hace muy cuesta arriba siempre podemos acudir a un profesional, los psicólogos están preparados para ayudarte a analizar la situación a la que te enfrentas de manera objetiva y facilitarte herramientas para estabilizarte, ayudarte a tomar las riendas y que el proceso de adaptación sea más llevadero.