El ser humano busca un confort climático caracterizado por parámetros de temperatura (20-25ºC), humedad (40-70%), velocidad del aire (0,15-0,25 m/s) y presión (1.013,2 mb), baja contaminación y predominio de iones negativos en la atmósfera.
Cuando se está fuera de estos baremos se puede dar el llamado “estrés meteorológico”, que pone a prueba los mecanismos de adaptación tanto físicos como psicológicos. Ante la aparición temperaturas extremas de calor o frío, la respuesta de adaptación dependerá de la genética, estado de salud y la forma de afrontar tus sensaciones físicas.
La ionización atmosférica y el aumento de la concentración de iones positivos ejerce un papel fundamental en la aparición y agravamiento de la sintomatología psiquiátrica.
Los estudios han encontrado que la falta de luz durante los meses de invierno más oscuros incrementan la probabilidad de expermentar estados de ánimo negativo (tristeza). Y en contraposición las personas que se exponen a la luz del sol, sobre todo durante las horas de la mañana, tienden a sentirse mejor.
El comportamiento función del tipo de clima.
Los estudios han determinado que los factores relacionados con el clima, como la temperatura, la luz del sol, el viento y las lluvias no tuvieron una influencia determinante en el estado de ánimo positivo de las personas, pero estos factores sí influyeron sobre el estado de ánimo negativo.
La luz solar, nos aporta vitamina D y ésta afecta a los sistemas hormonales. Existe una monoamina neurotransmisora del sistema nervioso central, llamada serotonina, que está en parte condicionada por la luz solar, ya que disminuye al atardecer y aumenta al amanecer. Ésta tiene una función importante en la inhibición de la ira, la agresividad, el humor, el sueño… Es por eso que a niveles bajos de serotonina nos sentiremos más apáticos, tristes, enfadados…y a niveles más elevados, nos sentiremos más alegres, felices y eufóricos. En el otoño y el invierno, las horas de luz son menores y hay más días grises o lluviosos, por tanto la cantidad de serotonina liberada es más baja eso puede facilitar el poder estar más apáticos.
El clima es un regulador natural del humor y de nuestra salud. Algunos ejemplos:
Antes de una fuerte lluvia o viento fuerte, la atmósfera está cargada de iones positivos, por lo que se facilita el estar más irritables y nerviosos, con los miembros agarrotados, falta de concentración, dolor de cabeza, ronquera y congestión nasal, además de que aumenta nuestra presión arterial. Se notará todo esto uno o dos días antes de que llegue la lluvia o el viento. Una vez que llega la calma atmosférica vuelven los iones negativos y segregamos la cantidad idónea de serotonina, la hormona que genera bienestar.
Si hace mucho calor la tensión y glucosa bajan, por ello podemos sentirnos sin energía y suframos migrañas, conjuntivitis y alergias además de falta de atención. Ese aletargamiento hace que no podamos anticipar los posibles riesgos o que no les demos importancia. Existen estudios que han demostrado que en días muy calurosos aumentan el riesgo de producirse suicidios.
Con el fuerte viento es más probable que nos pongamos más irritables.
Si los vientos son cálidos: provocan jaquecas, migrañas, dificultad para concentrarse y memorizar e incluso más accidentes de tráficos y peleas.
Si son fríos tendremos más necesidad de ir al baño, respiraremos peor y aumentarán los trastornos circulatorios porque nuestro sistema parasimpático cerebral estará sobreestimulado. Podemos así llegar a ser desbordados por la ansiedad.
Viento fuerte mantenido, puede provocar que las personas más vulnerables a la depresión tengan más comportamientos depresivos.
Las consecuencias causadas por el clima en el comportamiento
No me atrevería a decir rasgos de personalidad característicos de cada clima, ya que siempre habrá un porcentaje significativo que no lo cumpla. Si que hay más probabilidad de comportarse de un modo u otro dependiendo del clima y esto claramente está influido si resides en el sur o en el norte.
Un estudio realizado en la Universidad de Hamburgo encontró una posible relación entre el clima templado o moderado y el buen estado de ánimo. Esta investigación apunta que las temperaturas templadas, no extremas; tanto en invierno como en verano facilitan la realización de actividad física y la inversión del tiempo al aire libre, condiciones que están claramente asociadas con el bienestar y bajos niveles de estrés. Por otro lado, concluyeron que los climas extremos pueden aumentar la empatía entre las personas. Aunque existe la creencia de que los desastres naturales alientan la competencia y el egocentrismo, la realidad demuestra que las personas actúan con mayor altruismo en estas situaciones, según nos dice neurocietifica Maia Szalavitz. El instinto humano responde ante situaciones de adversidad de forma más empática.
Existe cierta controversia y al igual que ciertos científicos refutan esta influencia tan directa del tiempo hay investigaciones como la realizada en la Universidad de Humbolt (Alemania) dirigida por Jaap Denissen donde no hallaron en distintas épocas del año relación entre las emociones positivas y negativas de los participantes con la información del el Instituto Meteorológico del país. Denissen concluye que quizá el que se conoce como trastorno afectivo estacional se deba más a una herencia cultural que relaciona los días malos con la tristeza y el ánimo bajo.
En 1983, John Brune y Anthon Pieres en Canadá lograron establecer una relación entre las condiciones del tiempo y las visitas de pacientes mentales a salas de emergencias psiquiátricas, y observaron cómo en los días nublados y lluviosos y con menos luz solar aumentaba el número de pacientes.
Adaptación a la climatología adversa
En los países nórdicos están habituados a esta falta de luz, y por ello una mayor adaptación a ello. Sin embargo en clima mediterraneo no estamos habituados a esta carencia de luz por ello es posible que nos adaptemos peor.
El clima y su relación con el índice de suicidios de países nórdicos las llamadas sociedades del bienestar.
Culturalmente, y antes de que se realizaran estudios científicos se creía comúnmente que la mayoría de los suicidios tenían lugar en otoño. Este punto de vista era consecuencia de la noción, arrastrada desde la antigüedad, de que los tiempos brumosos, “oscuros y fríos” propios de la estación vuelven triste al ser humano. A medida que se van publicando análisis cada vez más rigurosos se resalta con claridad el hecho de que la mayoría de los investigadores encuentran que la primavera-verano temprano es la época de predilección para los suicidios consumados, y en la que diversos indicadores relacionados con el fenómeno depresivo tienen su máximo .
Sin embargo según datos de la Organización Mundial de la Salud, el 2004 algunas regiones con inviernos muy crudos y con varios meses al año con condiciones nubladas en Europa y, sobre todo, de la ex URSS tuvieron el promedio más alto de suicidios. La tasa menor de suicidios se vio en algunos lugares de Caribe (exceptuando Cuba) y del Mediterráneo, casualmente lugares de climas más despejados y sin cambios drásticos de estación. En los Estados Unidos, el promedio más alto de suicidios anualmente se da en Alaska con 23 por 100 mil habitantes, y el más bajo en la agitada ciudad de Washington DC, siendo Alaska el estado con menos luz solar durante el invierno.
La incidencia del clima en nuestro estado de ánimo
La naturaleza animal del ser humano está estrechamente relacionada con la naturaleza y sus leyes. El clima atmosférico pueden influirnos más de lo que nos pensamos.
Los cambios bruscos pueden llegar a alterar nuestras emociones y con ello nuestro bienestar. Existen personas que son más sensibles a las condiciones climáticas. son los llamados meteosensible . Son aquellas personas que siente molestias, dolores y altibajos en el humor porque su organismo es más sensible a los cambios del tiempo. Son capaces de percibir los cambios climáticos antes que los demás podamos percibirlo o sentirlo. Los estudios dicen que entre el 30% y el 60% de la población podría ser meteosensible, afectando de modo especial a las mujeres (durante la menstruación y la menopausia) y a los grupos de mayor edad
A todas las personas los cambios bruscos e inesperados también nos afectan, aunque no del mismo modo. F. G. Sulman describen cinco tipos de sensibilidad al tiempo:
Equilibrado. Este perfil es el ideal de equilibrio psicológico, con flexibilidad hormonal para superar las situaciones de estrés climatológico.
Vagotónico. Con los cambios de tiempo, notan un bajón muy acusado en su energía y pierden el apetito, les afecta sobre todo por la mañana. La variaciones climatológicas activan el nervio vago (que conecta el cerebro con el resto del cuerpo) y hacen que su organismo fabrique más acetilcolina, hormona que provoca una relajación excesiva.
Simpaticotónico. Los cambios de clima y de presión atmosférica hacen que estén en situación de permanente alerta, por lo que pueden estar más activos, pueden llegar a manifestar agresividad, sufren insomnio y tensión arterial alta. Todo ello por la sobreactividad del sistema simpático, con el aumento de la síntesis de noradrenalina en las sinapsis simpáticas, y de adrenalina en las glándulas suprarrenales.
Serotonínico. Son personas más sensible a los cambios de tiempo y a la electricidad atmosférica ya que los cambios climáticos, les alteran los niveles de serotonina. Por ello están más irritables y pueden tener taquicardias y crisis de angustia.
Tiroideo. Tienen muy mala tolerancia a temperaturas extremas. La hormona tiroidea fabrica grandes cantidades de tiroxina, como ocurre en las personas con hipotiroidismo, y por ello su organismo se acelera pudiendo tener diarreas, sudoración y sienten mucho calor/o frio. Como consecuencia de estas molestias aparece el mal humor puede tener comportamientos impulsivos de agresividad.
Como “sobrevivir” al mal tiempo
De todas la maneras podríamos estar sobrestimando lo mucho que el tiempo puede afectar a nuestro estado de ánimo. Algunas investigaciones han encontrado que la incidencia de estar deprimido en invierno no es significativa, y que la mayor parte de las personas no les afecta significativamente el clima en su estado de ánimo tanto como para padecer una depresión.
En definitiva tiene que ver mucho con la actitud de la persona antes las circunstancia (día gris). Así es que si tienes un buen día, es probable que el mal tiempo no te afecte demasiado. Pero si te tu actitud es negativa desde que te levantas, un día gris podría se un factor mas añadido para hacer que tu estado de ánimo vaya de mal. Se trata también de mantener tus rutinas y hábitos sociales, aunque el clima no te lo facilite. Está demostrado desde la psicología que estar activo y relacionarte con los demás son factores protectores frente a la falta de salud psicológica ya que generan bienestar.
¿Crees que influye el clima en tu comportamiento?
Miguel A. Rizaldos Lamoca
Psicólogo Clínico. Psicólogo online
Tratamiento psicológico online
ESTOS SON MIS APORTES, DE LOS QUE PARTE SE UTILIZARON PARA EL REPORTAJE DE JAVIER RICOU C. SE PUBLICÓ EL 16 ENERO, 2017 EN EL PERIÓDICO LA VANGUARDIA edición impresa Los estados de ánimo en el mapa del tiempo
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