Es por ello por lo que en los últimos tiempos ha aumentado la presencia en consulta de padres que se encuentran preocupados no solo por saber detectar si su hijo está siendo víctima de acosa escolar, sino que muestran preocupación al observar conductas poco frecuentes, tal como dificultades en la alimentación, problemas de sueño, compañías extrañas, cambios de conducta, etc.
Lo primero que debemos saber antes de conocer algunas características que podrán ayudar a los padres u otras personas a detectar si sus hijos pueden estar siendo víctimas, es que el acoso escolar puede ser padecido por cualquier niño con independencia de sus características, o precisamente por ellas, y a cualquier edad (no solo en la adolescencia). Es importante que distingamos si existe agresión puntual o si, por el contrario, están expuestos a una agresión física o verbal de manera permanente y duradera en el tiempo. Así mismo hemos de saber que el niño que agrede busca intimidar al otro abusando de su poder, bien sea este físico o verbal.
Dado que los estudios indican que aquellos niños víctimas de acoso escolar no suelen comunicarlo a los adultos, es imprescindible que los padres valoren la existencia de determinadas signos de alarma, pues el tiempo en el que el menor permanece en estas circunstancias sufre de manera grave.
Tipos de bullying o acoso escolar
Existen distintos tipos de bullying (acoso escolar), a continuación damos una breve explicación de cada uno de ellos:
Psicológico y/o verbal: insultos, burlas, menosprecios continuos hacia la víctima. Como resultado generan una baja autoestima en el menor que poco a poco le va aislando de su mundo convirtiéndole en persona con menos recursos para afrontar el problema.
Social: consiste en aislar al joven poco a poco de su ambiente, a través de comportamientos de apartarle o marginarle en cualquier actividad del grupo. No se le permitir participar en juegos, no se le elige para actividades y se le rechaza si intenta acercarse a algún miembro del grupo,… son solo algunos ejemplos.
Físico: pegarle, darle empujones, collejas, palizas, etc. Así mismo vamos a considerar agresión física, aunque se realice de una forma más indirecta, a todo aquello que suponga el robo o destrucción de sus objetos personales.
Signos para saber si un niño es víctima de acoso escolar
A continuación exponemos signos que pueden ayudar a los adultos a saber si un niño puede estar siendo víctima de acoso escolar:
CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO Y/O CARÁCTER: en ocasiones estos cambios pueden ser repentinos o pueden irse dando a lo largo de un continuo, de forma lenta y paulatina. Si observamos que un niño con una personalidad abierta, cercana y comunicativa con anterioridad, empieza a tener comportamientos más de aislamiento, huraños, agresivos, irritables, con cambios de humor, tristeza, comportamiento introvertido y/o evitativos, así como muestras de nerviosismo ante la idea de acudir a clase, o que pone excusas de manera frecuente para evitar acudir al colegio, deberíamos alertarnos para averiguar a qué se deben esos cambios tan bruscos, pues pueden ser síntoma de la existencia de algún problema o simplemente cambios típicos y normales de la época de la adolescencia.
EL SUEÑO: si el niño muestra dificultades para conciliar el sueño, pesadillas, evita irse a la cama más de lo habitual, duerme demasiadas horas, etc.
LA ALIMENTACIÓN: pérdida de apetito.
SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS: Dolores de cabeza o de estómago, cambios de apetito, fiebre, ansiedad, malestar al levantarse, sensación de asfixia, vómitos, tics nerviosos, temblores, etc. Una vez un médico evalúa estos síntomas, estos no corresponden a ninguna enfermedad o no tienen una causa médica, y además estos suelen desaparecer el fin de semana y vuelven a sufrirlos el domingo o el momento en el que son conscientes de que deben regresar al colegio, debemos averiguar a qué se deben.
DISMINUYE EL RENDIMIENTO ESCOLAR: las calificaciones son inferiores a lo que se acostumbra, dificultad para asumir las tareas o los trabajos del colegio, olvido de sus responsabilidades escolares, etc.
SIGNOS DE DETERIORO DE SUS PERTENENCIAS: ropa o material escolar perdido, manchado, estropeado o roto para lo cual no existe una explicación clara por parte del joven.
PETICIÓN DE DINERO: pide dinero con mayor frecuencia o cantidades más altas aludiendo a nuevas necesidades económicas antes no existentes. En estos casos la finalidad muy probablemente pueda ser para dárselo al acosador.
DIFICULTADES COGNITIVAS: pérdida de memoria, problemas en la atención, comportamiento disperso, dejan de socializarse ya que se muestran ausentes, comportamientos huidizos, parecen estar en otro mundo.
EVIDENCIAS FÍSICAS: aparecen moratones, rasguños, golpes, arañazos, donde las explicaciones que dan los niños en el caso de que las den carecen de sentido o lógica.
CAMBIOS SOCIALES: comienzan a no querer relacionarse con los otros, solo hace lo estrictamente necesario como es ir al colegio pero no buscan quedar tras las clases o permanecer en el centro más de lo necesario. No tienen interés por ir a fiestas de cumpleaños o a las excursiones. Los demás niños no parecen llamarle ni ofrecerle ningún plan extraescolar.
Plan de acción
Estos son algunos de los síntomas más evidentes donde, si sucediesen, los padres deberían comenzar a investigar si es posible la existencia de acoso escolar. Es importante la comunicación entre padres e hijos, si el niño habla y es capaz de reconocer lo que sucede será más fácil poder comenzar a ayudarle. Pero por desgracia, esto no suele ser así. Existen casos donde los padres no le creen o restan importancia a lo que el menor cuenta, todo ello no generará más que una angustia mayor en el niño ya que probablemente en el hogar sea el único lugar donde puede sentir que le pueden ayudar.
Por otro lado, el caso más frecuente es que por miedo los niños muestren serias dificultades de confesar lo que en el colegio pueda estar sucediendo. Generar un ambiente de confianza, consensuar con él como vamos a actuar y los pasos a seguir permitirán al joven rebajar su ansiedad y sus miedos ante el agresor.
En el caso de que el niño muestre un alto grado de ansiedad y no sea capaz de verbalizar lo que sucede, lo que no cabe duda es que los progenitores deben actuar buscando información de otras fuentes (colegio, profesores, tutor, compañeros, etc.), siempre con la mayor discreción posible para evitar posibles represalias ante el niño.
Si los padres se encuentran desbordados por la situación, existe la opción de acudir a un experto en psicología de niños y adolescentes para que, a través de sus pautas, consigan que poco a poco el niño comience a verbalizar lo que sucede tras una evaluación previa del psicólogo del caso. De esta manera, se asesora a los adultos para poner en marcha un plan de acción donde se desarrollen estrategias de afrontamiento que permitan asumir los problemas existentes.