Advertencia inicial: no esperes muchas citas bibliográficas, enlaces a artículos científicos, ni notas a pie de página. Lo que voy a contarte hoy es mi visión, fruto de mi experiencia y estudio personal. Es una hoja de ruta simplificada que apunta en cierta dirección. El mapa es lo de menos (no nos peleemos por ello), lo importante es la dirección…
Y si te consideras un “escéptico” o un “positivista”, decirte que quizás esto no sea para ti, pero si te animas…igual encuentras alguna clave interesante para seguir investigando y experimentando. Recuerda:
La ausencia de evidencia (científica), no es evidencia de ausencia
Qué es el ser humano
Más importante que “¿de dónde vengo?” y “¿adónde voy?” es preguntarse “¿qué soy?” Un ser humano es una conciencia, un observador. No hace falta que seas religioso ni tampoco espiritual para darte cuenta de esto. No se trata de un dogma ni de algo que tengas que creer. La ciencia reconoce esta conciencia y sus efectos sobre la materia. Las filosofías de todos los tiempos también.
Haz este experimento: cierra tus ojos e intenta no visualizar nada. Cuando finalmente surja un pensamiento pregúntate “¿quién lo observa?” Tu conciencia. La misma que estaba presente cuando eras pequeño y empezabas a dar tus primeros pasos, ¿te acuerdas? La conciencia es algo que no solamente es capaz de ejercer atención sobre cosas externas, sino también sobre sí misma: es autoconsciente.
Amig@, esa conciencia cuyo origen o causa todavía es desconocido, eres TÚ.
Cómo funciona el cuerpo humano
Funciona como un entramado de cinco niveles interconectados que comparten y transmiten energía e información. Si la energía/información no fluye correctamente entre todos los niveles es posible que se produzcan desequilibrios que, con el tiempo, pueden crear enfermedades tanto mentales como físicas. El cuerpo humano es un conjunto integrado, un holón.
Nivel 5: el observador
Este nivel es el más importante porque es el “director de orquesta”, el que realmente dirige la fiesta y decide hacia dónde llevar la atención y, sobre todo, cómo interpretar lo observado.
Todos nosotros podemos decidir qué pensar y, además, cómo nos afectan los acontecimientos de nuestra vida. Hacerlo no es fácil, porque los otros niveles (a continuación) nos arrastran…pero tenemos esa capacidad. Por ejemplo, en un momento de cólera, algunos deciden hacer cosas de las que luego se arrepienten…otros observadores, en cambio, mantienen el control.
Nivel 4: la mente
Éste es el nivel de los pensamientos y las ideas. Puedes medir su efecto biológico en el cuerpo (potencial de membrana, HRV, ondas cerebrales…etc.) pero no puedes ponerle el lazo a un pensamiento en sí. Es algo metafísico; más allá del estudio científico.
Los grandes filósofos, poetas y líderes de nuestra historia han inspirado cambios y revoluciones sociales con el poder de sus ideas. El amor, la justicia o la belleza son algunas de las ideas más universales que compartimos tanto a nivel personal como colectivo.
Curiosamente, las “energías” estancadas de los pensamientos circulares nos hacen sentir mal, mientras que el dejarlos ir resulta normalmente en alivio (y salud). ¿Cómo te has sentido después de perdonar realmente a alguien? Apuesto a que mucho mejor tanto mental como físicamente. Saber perdonarse a uno mismo es por ello fundamental.
Todo esto es algo que los romanos ya sabían perfectamente: men sana in corpore sano.
Nivel 3: las emociones
Emoción significa literalmente “energía en movimiento” (e-moción). Una idea genera una emoción. Las emociones las puedes prácticamente sentir en el cuerpo y son “contagiosas.” Aaahhh….el maravilloso mundo de las emociones: la alegría, la tristeza, el entusiasmo, la rabia, los celos…etc.
Un pensamiento positivo genera una emoción positiva donde la energía fluye (ej: la alegría). En cambio, un pensamiento negativo como el miedo restringe la energía y esto, si es crónico, causa problemas emocionales y fisiológicos.
Todo lo que la psicología, psiquiatría y las distintas filosofías del mundo tratan de hacer es ayudarte a pensar “correctamente”, es decir, no bloquear la energía, dejarla fluir como el agua de un río. Los pensamientos circulares de ansiedad, los apegos y frustraciones son pensamientos que dificultan la transmisión de energía a los siguientes niveles del cuerpo y, de tal forma, “les roban” salud.
Nivel 2: la energía
En este nivel la energía se hace todavía más tangible (en los niveles superiores es más como “información cuántica”), aunque todavía no al nivel físico que la ciencia convencional reconoce o puede estudiar. Es lo que en las culturas orientales se conoce como Qi, Chi, Prana, Fohat…etc.
El yoga o el Tai Chi son sistemas de ejercicio que trabajan no sólo el cuerpo físico sino también la energía “sutil” de este nivel. “Camarero, ¡una ración doble de eso, por favor!”
Nivel 1: el cuerpo físico
Esto es lo que vemos todas las mañanas en el espejo… Es el producto final: un mecanismo físico-químico de increíble complejidad.
Puedes alimentar tu cuerpo físico con los mejores alimentos del mundo, hacer gimnasia regularmente y tener una vida tranquila, pero si tus niveles superiores están desequilibrados no podrás mantener la salud ni el bienestar a largo plazo. ¿Por qué? Porque el cuerpo es la expresión de lo que pasa a nivel físico (nutrición, ejercicio…etc.), pero también a nivel emocional y mental.
Un camino de dos direcciones
Imagina una columna formada por ruedas huecas y una luz que las irradia desde la parte superior. Si las ruedas están bien alineadas la luz se proyecta sin problemas en la base de la columna. Sin embargo, si las ruedas están fuera de su sitio la luz no llega correctamente a todas las partes. La luz no es más que la energía/información que se transmite entre los niveles corporales.
El bienestar es el resultado de la buena comunicación entre todos los niveles. Pere ojo, es algo bidireccional. Es decir, mejores hábitos de vida (nutrición, descanso, hidratación…etc.) producen una menta más lúcida. Por su parte, una forma de pensar optimista y equilibrada fomenta una fisiología más vital y saludable.
Un puente de concordia
Conocer esta visión holística e integral del ser humano te ayuda con el famoso “conócete a ti mismo“, pero también a entender los distintos “estilos de curación”.
Ya basta de peleas y conflictos entre los enfoques curativos: herbalismo, acupuntura, medicina convencional, nutrición ortomolecular, flores de Bach, biomagnetismo, … etc. Todos son importantes y tienen su lugar y aplicación.
Es verdad, la medicina convencional es la puramente científica porque es la única que, POR AHORA, puede ser estudiada con el método científico. Esto no quiere decir que las demás disciplinas sean falsas o inefectivas (aunque charlatanes hay a todos los niveles), sino que todavía no tenemos las herramientas y aparatos para entender de forma analítica la mayoría de ellas.
Si tienes una emergencia o un traumatismo, por favor, vete a ver un médico convencional no vayas a darte una sesión de acupuntura. Su enfoque es el más rápido y potente (y también con más efectos secundarios). Sin embargo, para enfermedades y desequilibrios, busca un enfoque holístico que trabaje de forma natural a favor del cuerpo a todos los niveles (desde el mental hasta el físico). Cuantas más herramientas en tu arsenal mejor. ¿No es esto de sentido común?
Busca siempre las causas y no dejes que la visión parcial de tu médico o terapeuta te asuste o robe la posibilidad de usar otras técnicas y disciplinas más allá de su conocimiento y zona de confort. Eso no sería estratégico.
El día que todas las personas del planeta (tanto médicos y terapeutas como pacientes) conozcan esta visión holística del ser humano, habrá muchas menos enfermedades, dolores innecesarios y frustración en el mundo.
Qué bonito sería tener un sociedad de médicos de “cuerpos y almas”, y de pacientes con un mayor autoconocimiento. Una sociedad más sana y más alegre sin duda. Pienso que ese día existe en el futuro, quizás no muy lejano, pero todos debemos empezar a abrir nuestra mente y caminar con convicción para hacerlo realidad. ¿Te apuntas?
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