La hidroterapia es una de las terapias naturales más sencillas, económicas y saludables que existen, ya que empleando únicamente agua a distintas temperaturas podemos mejorar notablemente nuestra circulación, aumentando así nuestra vitalidad, reforzando nuestra salud y previniendo el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y trastornos como las varices.
En el artículo de hoy vamos a conocer algunas técnicas muy sencillas que nos ayudarán a mejorar la circulación desde el primer día y cuyos beneficios veremos enseguida. Una medicina preventiva muy fácil de realizar en casa y que sin duda tu salud agradecerá. Toma nota de estos consejos y ejercicios y empieza ya a ponerlos en práctica:
Combatir migrañas, bajar la fiebre y desinflamar los pies
Los baños de pies en agua caliente, además de relajantes, son perfectos para calmar las migrañas, bajar la temperatura corporal y reducir la hinchazón de los pies.
Si al agua le añadimos bicarbonato de sodio estaremos a su vez ayudando a eliminar las toxinas y bacterias causantes del mal olor de nuestros pies, así como a reducir la acidez y mejorar la salud cutánea de esta importante zona del cuerpo. Si por el contrario le añadimos sal gruesa, favoreceremos la desinflamación de los pies y su relajación, algo especialmente útil después de un duro día de trabajo.
Mezcla dos cucharadas de sal o bicarbonato sódico en agua bien caliente y sumerge en ella los pies durante 15-20 minutos. Sécalos después con una toalla. Puedes hacerlo diariamente antes de irte a la cama.
Reducir las varices, combatir la celulitis y calmar los calambres
En este caso lo mejor es emplear agua fría y hacer una ruta por las piernas en la ducha: sube el chorro de agua fría primero por la el lado exterior de la pierna derecha y bájalo por la parte intena. Haz el mismo recorrido en la otra pierna. Repite por la parte trasera de las piernas, primero una y luego otra.
Por último, seca tu piel con una toalla algo áspera y fricciona la piel de abajo hacia arriba, de esta forma estarás estimulando la circulación sanguínea y evitando que tanto el exceso de líquido como la sangre se acumule en las extremidades inferiores.
Calmar el ritmo cardíaco
Si tienes el pulso acelerado, una buena manera de reducirlo y recuperar la calma es aplicar un pequeño chorro de agua fría sobre los ojos cerrados y la cara durante varios segundos. Puedes reforzar esta acción mojando también tus brazos y/o aplicando una compresa fría (humedecida en agua) sobre la zona del corazón.
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