Nos acompaña desde la pubertad hasta la madurez. Incordia en los momentos más inoportunos. Es imprescindible si queremos ser madres. Todas lo soportamos como buenamente podemos, pero, ¿realmente sabemos en qué consiste la menstruación?
La menstruación, regla, período, “esos días”, son una parte (la más visible, por cierto) de ciclo menstrual de la mujer. Un complejo entramado en el que las hormonas son las bailarinas principales, y las que provocan que cada mes un óvulo sea expulsado de nuestros ovarios con el fin de ser fecundado.
Habitualmente el ciclo menstrual dura 28 días en la mayoría de las mujeres, siendo totalmente normales ciclos de entre 21 a 40 días. Independientemente de la duración del ciclo, la ovulación siempre se produce aproximadamente 14 días antes de la menstruación, es decir, a ciclos más cortos, fases preovulatorias más cortas.
Las hormonas que intervienen en el ciclo menstrual se segregan en distintos lugares:
-En el hipotálamo se segrega el factor liberador de gonadotropinas.
-En la hipófisis anterior y bajo la influencia de dicho factor liberador, se segregan y almacenan las hormonas folículo estimulante (FSH) y luteinizante (LH).
-En los ovarios, la FSH estimula el crecimiento de los folículos, que comenzarán a segregar estrógenos, y la liberación brusca de LH a mitad del ciclo provocará la liberación del óvulo maduro y la formación en el folículo vacío del cuerpo lúteo, que comenzará a segregar progesterona.
El primer día del ciclo menstrual es el primer día de la regla. En esos momentos, los niveles tanto de estrógenos como de progestágenos son bajos, lo que hace que el hipotálamo comience a segregar el factor liberador de gonadotropinas y éste, a su vez, estimule en la hipófisis la secreción de FSH que hará que unos 20 ó 25 folículos de los ovarios comiencen a desarrollarse. Estos folículos comenzarán a segregar estrógenos en gran cantidad, y harán que el endometrio (tejido que tapiza el interior del útero) se engrose, preparándose para recibir al óvulo fecundado, si ése es el caso. Al mismo tiempo, y bajo la acción de los estrógenos el moco cervical aumenta y se hace fluido para permitir el paso de los espermatozoides.
Llegado un cierto nivel de estrógenos en sangre, la retroalimentación sobre el hipotálamo hace que se produzca una liberación brusca de LH. De todos los folículos que comenzaron a crecer al principio del ciclo, solo uno llegará a la madurez (si llegan dos, y los dos óvulos son fecundados, habrá un embarazo gemelar) y la liberación de LH hará que el óvulo abandone este folículo mientras el resto son reabsorbidos por el tejido ovárico. El folículo vacío se transforma en el cuerpo lúteo, que será el encargado de secretar grandes cantidades de progesterona, hormona que se encargará de promover el crecimiento del endometrio (junto con los estrógenos) para favorecer la anidación del óvulo y proteger el embarazo hasta que la placenta segregue cantidades suficientes de gonadotropina coriónica (algo que ocurre aproximadamente a las 10 semanas).
Los nives altos de progesterona hacen que el hipotálamo disminuya la liberación de factor liberador de gonadotropinas y la hipófisis de FSH y LH, con lo que al final del ciclo la disminución de estrógenos y progesterona hacen que el endometrio se desprenda y sea expulsado (lo que se conoce como regla). Si se produce el embarazo, los niveles de progesterona no decaen y por tanto no se produce la menstruación.
Llegados a este punto, volvemos al principio, los niveles bajos de hormonas vuelven a estimular al hipotálamo y comienza todo de nuevo otro mes.
Después de esta farragosa explicación, vamos a resolver algunas dudas que pueden surgir.
-¿Se acaban los óvulos alguna vez? Pues teniendo en cuenta que nacemos con unos 600.000 folículos y que a lo largo de toda la vida fértil van a madurar unos 400, pues no, no se nos acaban.
-¿En qué consisten los ovarios poliquísticos? Como hemos dicho, cada mes empiezan a desarrollarse unos 20 folículos de los cuales uno solo llegará a la madurez y será expulsado del ovario. En esta patología, ninguno de los folículos llega a madurar completamente, haciendo que el ovario presente el aspecto de múltiples quistes. Como ningún folículo llega a madurar, no se produce la ovulación y se presenta la infertilidad. Actualmente existe tratamiento para este tipo de infertilidad, así que si os han diagnosticado el síndrome del ovario poliquístico, no os preocupéis, con un poco de esfuerzo podréis tener hijos.
-¿Cómo funcionan los anticonceptivos orales? Los anticonceptivos orales son combinaciones de hormonas similares a los estrógenos y progestágenos que segrega el organismo y “engañan” al eje hipotálamo-hipofisario, inhibiéndolo, y evitando la ovulación. Al mismo tiempo, hacen que el moco cervical sea más espeso, lo que dificulta la penetración de los espermatozoides y tampoco dejan que el endometrio se desarrolle mucho, con lo que las reglas serán menos abundantes. Es por ello que se usan (además de como anticonceptivos) en los casos hemorragias menstruales muy abundantes.
-¿Cómo puedo saber si estoy ovulando? Existen varios síntomas que nos indican que estamos en la fase ovulatoria. En la primera mitad del ciclo, el moco cervical prácticamente no existe, pero hemos visto que en la fase ovulatoria y bajo la influencia de los estrógenos, aumenta el flujo y éste se hace transparente y poco espeso, con aspecto de clara de huevo. Por el contrario, al entrar en la fase postovulatoria, el moco se espesa para evitar la entrada de espermatozoides. Si observamos nuestro flujo, con un poco de práctica reconoceremos el flujo ovulatorio sin dificultad.
Igualmente, en la segunda mitad del ciclo y gracias a la progesterona, la temperatura del cuerpo aumenta medio grado y se mantiene desde la ovulación hasta el final del ciclo, así que si nos tomamos la temperatura todos los días al despertarnos y observamos un aumento, eso nos indicará que estamos ovulando.
Ambos métodos pueden ser usados como anticonceptivos naturales, pero es conveniente combinarlos y recordar que un espermatozoide puede fecundar un óvulo incluso hasta 5 días después del coito. Es decir, que si hemos mantenido relaciones y ovulamos cinco días después, todavía puede haber por ahí un espermatozoide audaz capaz de fecundar. ¡Cuidadín!
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