La obesidad se ha convertido en una preocupación creciente en nuestra sociedad actual. Con el aumento de la disponibilidad de alimentos procesados y la adopción de estilos de vida sedentarios, cada vez más personas se ven afectadas por esta condición de salud. La obesidad no solo afecta la apariencia física, sino que también tiene graves implicaciones para la salud, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y trastornos metabólicos.
En este artículo, exploraremos las causas subyacentes de la obesidad y las consecuencias negativas que pueden tener en la calidad de vida de las personas. Además, proporcionaremos estrategias efectivas y basadas en evidencia para prevenir y abordar la obesidad de manera integral.
Para comprender las causas de la obesidad, es necesario examinar múltiples factores, como la genética, el entorno alimentario, los hábitos dietéticos, el estrés, la falta de actividad física y otros aspectos socioeconómicos. A través de un análisis detallado, podremos identificar las áreas clave que requieren atención para promover cambios positivos en nuestros estilos de vida.
La prevención de la obesidad es fundamental para reducir su prevalencia y sus impactos en la salud. Adoptar una alimentación equilibrada, aumentar la actividad física regular, fomentar un entorno saludable y promover la educación nutricional son estrategias clave para prevenir y combatir la obesidad de manera efectiva.
En este artículo, te proporcionaremos información valiosa y práctica para ayudarte a entender mejor la obesidad, sus causas y consecuencias, y brindarte las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas sobre tu salud y bienestar.
Causas de la obesidad y el sobrepeso
La obesidad se caracteriza por un exceso de tejido adiposo en el cuerpo, y esto ocurre cuando hay un desequilibrio en la cantidad de energía que se consume a través de la ingesta de alimentos y la cantidad de energía que se gasta a través de la actividad física y el metabolismo basal (Bray. 1987).
En términos sencillos, la obesidad se produce cuando comemos más calorías de las que nuestro cuerpo necesita y no quemamos esas calorías adicionales a través de la actividad física. Este desequilibrio energético puede ser causado por una ingesta excesiva de alimentos ricos en grasas y azúcares, así como por un estilo de vida sedentario que limita la quema de calorías.
SEDENTARISMO. El sedentarismo se ha convertido en uno de los factores de riesgo más relevantes en el desarrollo de la obesidad en la sociedad actual. En la actualidad, cada vez más personas llevan un estilo de vida sedentario, caracterizado por la falta de actividad física regular y prolongada. Esta falta de movimiento y actividad repercute negativamente en el equilibrio energético del cuerpo, lo que puede llevar a un aumento de peso y, en última instancia, a la obesidad.
Una respuesta termogénica reducida después de comer y un metabolismo basal más bajo pueden tener un impacto en el aumento de peso (Beer-Borst et al. 2000).
Es importante tener en cuenta que la falta de actividad física regular y prolongada, junto con estos factores metabólicos, puede conducir a un desequilibrio en el equilibrio energético y al desarrollo de la obesidad. Para prevenir este problema, es crucial adoptar un estilo de vida activo que incluya ejercicio regular y promueva una alimentación saludable y equilibrada. Al aumentar la actividad física y mejorar el metabolismo, se pueden quemar más calorías y mantener un peso saludable.
LA HERENCIA GENÉTICA. Nuestra herencia genética también juega un papel importante en nuestra propensión a desarrollar obesidad y sobrepeso. Los genes pueden influir en cómo nuestro cuerpo regula el peso, tanto en las señales que envían como en los mecanismos internos que utilizan (Hirsch. 1998).
Algunos genes pueden influir en cómo nuestro cuerpo almacena y utiliza la energía de los alimentos, lo que puede hacer que seamos más propensos a acumular grasa. Además, ciertos genes pueden afectar nuestra sensación de saciedad y control del apetito, lo que puede llevarnos a comer en exceso. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la genética no es el único factor que determina nuestro peso. El estilo de vida, incluyendo la alimentación y la actividad física, también desempeña un papel crucial. Aunque no podemos cambiar nuestros genes, podemos tomar medidas saludables para mantener un peso equilibrado, como seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio regular.
FACTORES DIETÉTICOS. El estilo de vida que llevamos juega un papel fundamental en el desarrollo de la obesidad. Si tenemos hábitos alimentarios que incluyen la ingesta frecuente de alimentos con muchas calorías, comer más de lo necesario y tener porciones grandes, es más probable que acabemos teniendo obesidad (Rodrigo-Cano. 2017). Además, el número de comidas que hacemos a lo largo del día también puede influir en nuestro peso.
Es importante tener en cuenta que nuestras elecciones alimentarias y nuestros hábitos diarios pueden contribuir al aumento de peso ya la acumulación de grasa en nuestro cuerpo.
Para prevenir la obesidad, es recomendable adoptar una alimentación equilibrada, moderar el tamaño de las porciones y controlar la frecuencia de las comidas. Asimismo, es importante fomentar un estilo de vida activo, que incluya la práctica regular de ejercicio físico.
El aumento creciente de la comida rápida se ha convertido en una de las principales causas de la obesidad entre los niños y adolescentes. El fácil acceso y la creciente presencia de cadenas de comida rápida han llevado a que cada vez más personas opten por este tipo de alimentos. Sin embargo, si hacemos de ello un hábito, puede tener graves consecuencias para nuestra salud. La comida basura, como se le conoce popularmente, suele ser alta en calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio, pero baja en nutrientes esenciales. Esto puede llevar a cabo un desequilibrio en nuestra dieta y contribuir al aumento de peso no saludable. Es importante ser consciente de los riesgos asociados con el consumo frecuente de comida rápida y optar por opciones más saludables. Fomentar una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros.
ALTERACIÓN DEL SISTEMA CIRCADIANO. Recientemente, se ha descubierto que el deterioro del ritmo circadiano puede estar relacionado con la obesidad. Esto se debe a que cuando nuestro ritmo de sueño y vigilia se ve afectado, también se ve afectado la producción de hormonas como la leptina y adiponectina (Szewczyk‐Golec. 2015), que son responsables de nuestro apetito regular y el metabolismo de la grasa. Esto significa que si no dormimos lo suficiente o tenemos horarios de sueño irregulares, es más probable que experimentemos cambios en nuestro apetito y metabolismo, lo que puede contribuir al aumento de peso y la obesidad.
Es importante tener en cuenta la importancia de mantener un horario regular de sueño y asegurarnos de descansar lo suficiente para mantener un equilibrio hormonal adecuado y promover una buena salud en general.
ALTERACIÓN ENDOCRINA. La obesidad también puede estar asociada a enfermedades endocrinas. Estas enfermedades se desprenden del funcionamiento de importantes sistemas hormonales en nuestro cuerpo, como el eje hipotálamo-hipofisoadrenal, la hormona del crecimiento o el eje hipotálamo-hipofisogonadal. Cuando hay desequilibrios en estas áreas, puede haber un impacto en la regulación del peso corporal y aumentar el riesgo de desarrollar obesidad. Es importante tener en cuenta que estas condiciones endocrinas deben ser diagnosticadas y tratadas adecuadamente por profesionales médicos especializados.
Si sospecha que su obesidad puede estar relacionada con una enfermedad endocrina, es fundamental buscar atención médica para realizar las pruebas necesarias y recibir el tratamiento adecuado. Recuerda que la obesidad es una condición compleja y multifactorial.
Posibles consecuencias de la obesidad
La obesidad puede conllevar diversos riesgos para la salud, entre ellos:
Niveles altos de glucosa en la sangre o diabetes.
Presión arterial elevada (hipertensión).
Altos niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.
Mayor riesgo de sufrir ataques cardíacos debido a enfermedad cardíaca coronaria, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular.
Problemas óseos y articulares causados por la presión adicional sobre los huesos y articulaciones, lo que puede llevar a la osteoartritis y provocar rigidez y dolor en las articulaciones.
Apnea del sueño, que se traduce en interrupciones en la respiración durante el sueño y puede ocasionar fatiga diurna, somnolencia y dificultades en el trabajo.
Problemas hepaticos.
Mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
Estos son solo algunos de los posibles riesgos asociados a la obesidad, y subrayan la importancia de mantener un peso saludable y adoptar hábitos de vida saludable.
Cómo saber si sufro sobrepeso u obesidad
Hay varias formas de determinar si tienes obesidad o sobrepeso, tales como:
CALCULAR EL IMC. El IMC es una medida que relaciona tu peso y estatura para evaluar si estás en un rango saludable.
IMC = Peso (en kg) /estatura al cuadrado (en metros).
CIRCUNFERENCIA CINTURA-CADERA Y RATIO (ANTROPOMÉTRICOS). Medir la circunferencia de tu cintura para determinar la cantidad de grasa abdominal acumulada, ya que un exceso de grasa en esta área puede ser un indicador de riesgo para la salud.
CÁLCULO → Ratio cintura-cadera = Circunferencia cintura (en cm) /circunferencia cadera (en centímetros).
BIOIMPEDANCIA ELÉCTRICA. La bioimpedancia eléctrica es una técnica que utiliza corriente eléctrica para estimar la cantidad de grasa y masa libre de grasa en el cuerpo. Esta herramienta puede ser especialmente útil en personas activas, deportistas o delgadas, ya que puede proporcionar datos más precisos en comparación con otros métodos de medición.
La ventaja de la bioimpedancia eléctrica es que puede diferenciar entre la masa grasa y la masa libre de grasa, también conocida como masa magra. Esto permite obtener una evaluación más detallada de la composición corporal.
Como conclusión, el tratamiento más importante implica adoptar un estilo de vida activo y saludable, dejando atrás el sedentarismo y la alimentación poco saludable. Es fundamental empezar a comer de manera equilibrada y practicar ejercicio físico. Nunca es tarde para hacer este cambio hacia un estilo de vida saludable, y tu cuerpo te lo agradecerá probablemente.
BIBLIOGRAFÍA
Beer-Borst, S., Morabia, A., Hercberg, S., Vitek, O., Bernstein, M. S., Galan, P., ... & Northridge, M. E. (2000). Obesity and other health determinants across Europe: the EURALIM project. Journal of Epidemiology & Community Health, 54(6), 424-430.
Bray, G. A. (1987). Obesity-a disease of nutrient or energy balance?. Nutrition Reviews, 45(4), 33-43.
Hirsch, J., Hudgins, L. C., Leibel, R. L., & Rosenbaum, M. (1998). Diet composition and energy balance in humans. The American journal of clinical nutrition, 67(3), 551S-555S.
Rodrigo-Cano, S., Soriano del Castillo, J. M., & Merino-Torres, J. F. (2017). Causas y tratamiento de la obesidad. Nutrición clínica y dietética hospitalaria, 37(4), 87-92.
Szewczyk‐Golec, K., Woźniak, A., & Reiter, R. J. (2015). Inter‐relationships of the chronobiotic, melatonin, with leptin and adiponectin: implications for obesity. Journal of pineal research, 59(3), 277-291.