Ya está más que comprobado que nuestro cerebro, para que pueda funcionar de una forma óptima, necesita una serie de nutrientes importantes que proceden de una correcta alimentación. Si el aporte es insuficiente o deficiente, debido a una mala calidad de los nutrientes, esto puede influir en el buen funcionamiento cerebral, hasta el punto de poder desencadenar una psicopatología como la depresión.
Nos conviene saber qué tipo de alimentos son los que participan e influyen en nuestro cerebro en el inicio de una depresión o su mantenimiento. Hay una relación evidente, que ha sido demostrada por los investigadores, en cuanto al consumo de comida rápida y la comida procesada con el incremento del riesgo de padecer depresión.
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De forma contraria, las grasas saludables que podemos encontrar en multitud de alimentos, nos ayudan a evitar considerablemente el riesgo de padecer depresión. La evidencia científica ha demostrado a lo largo de los años que las grasas saludables, como los ácidos grasos omega-3, contribuyen incluso al tratamiento de la depresión. Además, numerosos estudios experimentales han demostrado como dietas bajas en omega-3 están relacionadas con perturbaciones significativas en la función neuronal. A continuación veremos por qué sucede esto, para conocer las causas que llevan a las grasas saludables a ser nuestras aliadas para el mantenimiento de una buena salud mental.
Los ácidos grasos omega-3 y la depresión
Seguramente ya habrás oído hablar mucho de los ácidos grasos omega-3 o también llamados las grasas buenas y saludables. Se ha investigado mucho sobre sus beneficios en nuestra salud en general, y se han hallado resultados realmente sorprendentes, como la relación que tienen incluso en la buena salud mental. El Omega-3 es conocido sobre todo por sus propiedades beneficiosas para reducir el colesterol. Aunque tiene muchos más beneficios como iremos viendo a lo largo de este artículo.
¿Por qué los ácidos grasos omega-3 contribuyen a reducir el riesgo de depresión? La respuesta se encuentra en su función como estimulantes de la neurogénesis, reduciendo la actividad de oxidación neuronal y regulando el proceso pro-inflamatorio. Tras este hallazgo se ha comprobado como un incremento de grasas saturadas y ácidos grasos omega-6, junto con una disminución de las grasas saludables, o grasas omega-3, tiene una gran correlación con la depresión. Esto no significa que no haya que tomar alimentos que contienen omega-6, lo conveniente en todo caso es que no haya una descompensación, ya que en nuestra dieta occidental tendemos más a alimentarnos con este tipo de grasas, reduciendo el consumo de grasas saludables. Lo importante es que haya un equilibrio entre nuestro consumo de omega-3 y omega-6. Ya que son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
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El omega-3 ha sido utilizado desde hace años como prevención secundaria en varias psicopatologías, debido a su buena tolerancia y aceptación. Se demostró también una respuesta efectiva en mujeres embarazadas con depresión, en comparación con la población en general.
Los ácidos grasos omega-3 se dividen en ácido eicosapentaenoico (EPA), ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido alfa-linoléico (ALA). Las principales fuentes de esta grasas saludables y esenciales, son alimentos como: pescados, algunos acéites vegetales, frutos secos; como por ejemplo las nueces, semillas como la chía y frutas como el aguacate.
Los ácidos grasos omega-3 también contribuyen a reducir el riesgo de sufrir demencia senil; sobre todo el DHA, puesto que pueden ralentizar el proceso, fortaleciendo los telómeros y previniendo la aparición de ciertas enfermedades. Entre sus beneficios destaca, además, su contribución en la reducción de insomnio y trastornos como el de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Relación entre alimentación y depresión
¿En nuestra dieta, solamente las grasas buenas contribuyen a reducir el riesgo de depresión? Se ha estudiado mucho la relación que tienen ciertas vitaminas con los beneficios que nos aportan para nuestra salud mental. Las más investigadas hasta el momento han sido la vitamina B12, la vitamina B6 y el ácido fólico.
Según los investigadores la vitamina B6 es de gran importancia para la conversión del triptófano en serotonina (una de las hormonas considerada como la hormona de la felicidad). Por lo que se considera que una deficiencia de esta vitamina o la imposibilidad del organismo de procesarla correctamente puede ser un factor que contribuya a un mayor riesgo de padecer depresión.
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Minerales esenciales para el buen funcionamiento de nuestro organismo como son el selenio, magenesio y zinc, han despertado también un gran interés en las investigaciones sobre la depresión. El zinc es el mineral más destacable, ya que se ha demostrado que los niveles de zinc son más bajos en las personas que están diagnosticadas con una depresión clínica. También han demostrado que una ingesta oral de zinc incrementa la efectividad de la terapia antidepresiva. Tomar suplementos de zinc resulta beneficioso ya sea de forma aislada, como de complemento con la terapia farmacológica contra la depresión.
Aminoácidos esenciales como el triptófano la fenilalanina y la tirosina han sido también investigados por su relación con la depresión. Se ha logrado demostrar que estos aminoácidos son útiles en el tratamiento antidepresivo. Esto ocurre por la dependencia que el cerebro tiene estructural y de modo funcional ante estos nutrientes.
Como podemos observar hay una clara relación entre los nutrientes de los alimentos que tomamos y el riesgo de sufrir de depresión. Las grasas saludables como los ácidos grasos omega-3 han sido los que más investigaciones han acaparado. Ofreciendo unos resultados que bien merecen que los tengamos en consideración. No podemos obviar el hecho de que las grasas saludables nos benefician en muchos aspectos, incluso en la salud mental.
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