Es importante tener en cuenta que, des de una perspectiva de género, no es tan relevante conseguir la “igualdad”, sino conseguir no ser discriminadas por nuestras diferencias. Y en este largo camino que las mujeres vamos recorriendo, en el ámbito deportivo, el running se está convirtiendo en una práctica que nos permite sentirnos identificadas como deportistas, sin tratar de adoptar patrones masculinos de práctica (normalmente más enfocados a la competición y a la superación constante). El running se ha convertido en una actividad que sentimos como propia, que nos permite reencontrarnos, dedicarnos tiempo, sentir que nos cuidamos por fuera y por dentro, y siempre manteniendo nuestro rol femenino. Por poner un ejemplo, años atrás era una utopía encontrar ropa deportiva que nos favoreciera (ni siquiera siendo una atleta federada). Hoy en día disponemos de un abanico enorme de ropa deportiva que nos ayuda a sentirnos cómodas cuando salimos a correr.
Sin embargo, también es cierto que aún seguimos teniendo cierto poso de masculinidad rodeando al deporte, a menudo muy interiorizado, y que puede aflorar cuando tratamos de incrementar nuestra implicación y dedicación al deporte en general, o al running en concreto. ¿Cuántas veces hemos salido a correr con la mala conciencia de que deberíamos estar cumpliendo con X responsabilidad (como por ejemplo ayudar a nuestros hijos a hacer los deberes en lugar de dejarlos con nuestros padres)? Seguimos teniendo muy presente nuestro rol tradicionalmente aceptado de cuidadora. Pero a éste se nos han sumado otras múltiples obligaciones y papeles que desarrollar en nuestro día a día: ser competente y profesional en nuestro trabajo, gozar de una buena vida social, seguir siendo una gran ama de casa,.. y además a todo esto se suma el ser una buena runner. Ante la imposibilidad de responder a todas estas demandas, debemos escoger a cuáles responder, y en ocasiones, al no querer renunciar a ninguna, acabamos respondiendo a medias a cada una de ellas. Con el consecuente riesgo que una actividad a priori gratificante como salir a correr se acabe asociando a una situación generadora de tensión y pudiendo ocasionar que acabemos abandonándola.
Si bien es cierto que los beneficios del ejercicio científicamente constatados responden a una frecuencia, duración e intensidad determinada, también es cierto que las circunstancias vitales no siempre nos van a facilitar poder cumplir con ellas. Pero no por ello, debemos polarizarnos, e irnos al otro extremo, abandonando el running. Actualmente, se conoce que de cara a favorecer la adherencia es importante que el ejercicio que practiquemos cumpla las siguientes características:
Combine la información científica con las preferencias personales. Es importante que sigamos una práctica saludable de running, siguiendo a ser posible el asesoramiento de un equipo especialista. Sin embargo, si queremos mantenernos, es importante que esta programación se ajuste a un entrenamiento que nos guste y nos apetezca hacer.
Enfatice la libertad de elección del ejercicio, su duración, intensidad y frecuencia. Si pasas una época en la que no puede seguir la planificación a raja tabla, acéptalo y practica según el tiempo que dispongas, aunque eso signifique reducir el número de sesiones y/o la duración de ellas. Probablemente nuestra forma física se verá afectada, pero también lo hará si abandonas completamente, o entrenas bajo un estado de estrés o ansiedad.
Anime a los practicantes a escuchar su cuerpo para planificar la sesión de ejercicio. Es de vital importancia aprender a atender a las señales que nos da nuestro cuerpo. Tras un duro día de trabajo probablemente añadir una sesión dura de carrera va a potenciar nuestro agotamiento, y malestar. Trata de llevar a cabo una sesión que te permita desconectar y sentirte bien o incluso tómate un día de descanso si es necesario. Siempre podrás recuperar la sesión que un día en que te sientas más descansado.
Se centre en el proceso del ejercicio, como por ejemplo disfrutar del propio movimiento, más allá de los resultados de rendimiento que pueda tener.
Tienda a promocionar patrones de práctica de ejercicio continuo (aunque cambiantes) a lo largo de diferentes etapas de la vida dando lugar a un programa de ejercicio flexible. “Be water my friend”. Nuestras circunstancias vitales van a condicionar necesariamente nuestra práctica deportiva. Es importante entender que vivimos siguiendo ciclos vitales dinámicos y cambiantes. Y la flexibilidad y la capacidad de aceptación nos ayudarán a seguir amando el running ante cualquier circunstancia, y seguir disfrutándolo modificando y adaptando nuestra práctica.
Por Eva Parrado experta en psicología del deporte para EDC.