Según el diccionario:
Altruismo s. m. Actitud o característica de la persona que pretende conseguir el bien de los demás de manera desinteresada, generalmente realizando una labor social o humanitaria.
Sin embargo, aunque las consecuencias de una conducta sean beneficiosas para el que la recibe no debe implicar que la acción se considere altruista.
“Incidente de Kitty Genovese”: En 1964, una mujer joven fue brutalmente asesinada cuando volvía a su casa en Nueva York por un solo individuo. El acto duró unos 45 minutos, y hubo 38 testigos que presenciaron el asesinato desde el principio hasta el fin sin hacer nada para evitarlo. Tan sólo uno de ellos, al cabo de media hora, llamó a la policía.
A raíz de este suceso los psicólogos han estudiado qué factores influyen en la conducta de ayuda en una emergencia y se han descubierto que la intervención o no en casos de emergencia es el resultado de un proceso de decisión, que tiene lugar en la mente del individuo, en el que influyen una serie de factores situacionales que inclinarán la decisión hacia la ayuda o hacia la no intervención.
Factores de la situación:
Efecto del Espectador. Se ha descubierto que cuanto mayor sea el número de observadores, menor será la probabilidad de que cualquiera de ellos preste ayuda a la persona necesitada.
Influencia social: cuando la situación es ambigua y no está claro lo que está pasando, la gente recurre a indicios sociales, utilizando la conducta y las opiniones de otros como información sobre la realidad y sobre lo que hay que hacer en esa situación
Teoría de la comparación social. Es más fácil que ayudemos al otro si compartimos alguna semejanza con él, ya sea sexo, raza, cultura, condición social, etc.
Ignorancia pluralista: Es más probable que ayudemos a la persona necesitada si vemos que otras personas la están ayudando, mientras que si vemos que nadie lo hace es más probable que nos quedemos mirando qué pasa de manera impasible.
Difusión de la responsabilidad: Si hay más gente presenciando la escena, nuestra conducta de ayuda será inhibida ya que pensamos que si nosotros no lo hacemos (por ejemplo, porque vamos con prisa) otra persona lo hará..
Aprehensión a la evaluación: la inquietud y ansiedad que provoca la presencia de otros observadores y su posible evaluación de nuestra intervención, inhibe el altruismo, sobre todo en situaciones en que el sujeto duda de su éxito
Características de la persona que necesita ayuda.
Mayor tendencia a ayudar a personas que nos resulten atractivas o que sean semejantes a nosotros. Cuanto más semejante a nosotros es una persona, mayor es nuestra tendencia a considerar que no tiene la culpa de lo que le pasa. Sin embargo, también puede darse el fenómeno contrario, cuando la víctima se nos parece demasiado, su problema nos puede recordar que eso mismo nos podría pasar a nosotros, lo que nos produce una desagradable sensación de amenaza.
¿Cómo se desarrolla el Altruismo?
Durante el desarrollo de la persona desde que nace, se producen cambios tanto en los factores que motivan la conducta de ayuda como en la forma de percibir e interpretar las circunstancias a la hora de ayudar o no.
Los niños pequeños, debido a su egocentrismo y su incapacidad para adoptar la perspectiva del otro, se mueven sobre todo por recompensas tangibles o por indicaciones expresas de los adultos. También consideran más valiosa la ayuda que es recompensada que la que no lo es. Más tarde, otras recompensas menos materiales (elogios) servirán para motivar la conducta de ayuda.
Pero es cuando el individuo ya ha aprendido las normas sociales, sobre lo que es correcto e incorrecto en cuanto al comportamiento de los demás, cuando se siente motivado a ayudar por la búsqueda de aprobación social y por el miedo a ser socialmente castigado si viola las normas. También se fija más en las intenciones, valorando más la ayuda que se ofrece sin espera de recompensas.
Tampoco hay que olvidar que las personas ayudan porque eso les hace sentirse mejor o porque quieren beneficiar a otro. El no hacerlo provoca efectos negativos en la propia imagen y un malestar emocional.
Es decir, aunque nacemos con una predisposición a sentir empatía por los demás, esa tendencia no se traduce en conducta altruista de forma automática, sino que son necesarios procesos madurativos y experienciales. En el desarrollo del altruismo y la conducta prosocial intervienen fundamentalmente tres procesos, relacionados entre sí:
Maduración socio-cognitiva.
Aprendizaje a través de la interacción entre iguales.
Socialización.