Ahora mismo, podríamos decir que hay dos tipos de personas: las que retomaron su actividad diaria en una “nueva normalidad” y las que han optado por el auto confinamiento, saliendo lo mínimo posible. Sea como sea, todas tienen algo en común: falta de contacto.
Somos una sociedad de contacto. De abrazos, besos, caricias, choques de manos y palmadas en la espalda. Es una prolongación de nuestra comunicación con los demás, un extra que resulta clave en nuestra manera de entender la relaciones y proyectar lo que sentimos. Si me cuentas una preocupación, te pasaré la mano por la espalda y si quiero decirte “estoy contigo” mientras me hablas, te apretaré suavemente el brazo. Si me alegro mucho de verte, querré abrazarte y si me siento agradecida te cogeré las dos manos. Y así un sin fin de gestos de contacto que nos sirven para expresar dónde las palabras no llegan.
Y de un día para el otro, nos lo han quitado. No podemos tocarnos, ni acercarnos. Ni siquiera tenemos la expresión de la cara para entender al otro o qué nos entienda. Y cierto es que las miradas dicen mucho, pero son insuficientes para comunicar todo lo que tenemos que decirnos. Así llevamos meses y todo apunta a que esta situación se va a alargar en el tiempo.
CÓMO AFECTA EN TU DÍA A DÍA
Este aislamiento, está falta de contacto está afectando a un alto porcentaje de la población. Muchas personas se sienten tristes sin razón aparente, han perdido la motivación o el interés en el día a día incluso sienten cansancio aún sin haber hecho ningún esfuerzo. Es una sensación de desgana que acompaña casi toda actividad, incluso cuando hacemos algo que nos gusta porque sentimos que no podemos disfrutarlo al cien por cien, con todo lo que está pasando.
La incertidumbre que genera el no saber hasta cuándo estaremos así, cuándo volveremos a abrazarnos y reunirnos con la normalidad... es una fuente inagotable de estrés y ansiedad que aumenta en los momentos de soledad o inactividad.
En definitiva, no tener una fecha fin de esta situación, resulta desesperanzador y rompe toda posibilidad de tener sueños o ilusiones a futuro, porque sentimos que tal futuro es del todo incierto.
QUÉ HACER EN UNA SITUACIÓN ASÍ
IMPORTANTE: Si sientes que el aislamiento o la falta de contacto con los demás está afectando a tu día a día o las emociones de tristeza y desánimo se prolongan en el tiempo, no dudes en comentarlo con tu médico.
Yo te traigo algunas ideas que me funcionan y pueden ayudarte a sentirte mejor en momentos puntuales de bajón:
1. Hablar: no hay nada más reconfortante que hablar con alguien de lo que te ocurre. Decirle cómo te sientes o simplemente contar cómo ha ido tu semana o tu día, no solo te ayudará a ordenar tus ideas y poner nombre a tus emociones, algo fundamental para poder gestionar lo que sientes. Además, te brindas la posibilidad de encontrar consuelo, de conocer otro punto de vista o perspectiva de lo que te ocurre, incluso de dar con una solución. Sea lo que sea que recibas, el mero hecho de haber hablado con alguien, ya supondrá un antes y un después en tu estado de ánimo.
2. Rutinas: no dejes que la desgana se apodere de tu vida. Mantén tus rutinas, tus horarios y actividades. Ponte el despertador como siempre, vístete, trabaja, haz ejercicio, come bien... Los ritmos del día a día te ayudan a continuar hacia adelante. Quizá no sea momento de tomar decisiones o plantearse metas a largo plazo. Si no te sientes con ánimo, quizá tu meta debe limitarse a mantener una cierta actividad diaria y lograrlo ya será todo un éxito.
3. Ocúpate: en todos los sentidos. Ocúpate de lo que te preocupa, analízalo y dedica tiempo a explorar tus emociones, darles nombre y gestionarlas para que no te limiten o te frenen. Y ocúpate en el sentido de llenar tu tiempo con actividades y tareas que te distraigan de todo lo que está pasando ahí afuera. Porque pensar más en ello, no hará que termine antes ni te hará sentir mejor. Así que emplea tu tiempo en todo aquello que sí de haga sentir bien.
Con solo estas 3 acciones realmente puedes sentirte mejor y recuperar el ánimo en determinados momentos. Trata de aplicarlas a diario, o al menos cinco veces por semana y verás cómo notas un cambio considerable. Aún así, insisto, no te apure acudir al médico por esto. La pandemia que estamos viviendo es, seguramente, la experiencia más impresionante que hemos vivido la mayoría hasta la fecha y gestionar algo tan grande, en muchos casos, requiere del apoyo de una persona especializada. Te aseguro que no serías la primera ni la última persona que acude estos meses a su médico de cabecera para hablar de emociones y sentimientos.
Un abrazo grande,
Sara