Los trastornos alimentarios si son frecuentes en población estudiantil dado la edad de inicio o de riesgo, pero para poder descartar falsos casos positivos y negativos, implica un arduo proceso de evaluación, no sólo de cuestionarios o inventarios, sino de entrevistas clínicas individuales así como estudios nutricionales más específicos.
El riesgo de trastorno alimentario no es exclusivo en un género o grupo de edad, y con respecto a éste, son cada vez más jóvenes los que presentan conductas de riesgo o de un posible caso de TCA, pero no por ello disminuye significativamente durante el tiempo. Esto nos lleva a la conclusión de que para poder hacer trabajos preventivos, es importante comenzar incluso desde la primaria o prescolar.
La incidencia de TCA tiende a ser mayor como en otras comunidades del norte de México.
Los TCA y la depresión si correlacionan de manera significativa, sin embargo, a pesar de las investigaciones que se han realizado, aún no se puede determinar a ciencia cierta si la depresión es un factor que ocasione el TCA (primaria), principalmente por las ideas reladionadas con el peso, la imagen corporal y de autoconcepto, o si es consecuencia del problema alimentario (secundaria) por cuestiones de descompensación nutricional, los sentimientos de culpa y la falta de control alimentario.
En el proceso de diagnóstico se ha de incluir la evaluación del estado emocional, mientras que para el tratamiento, se requiere intervenir en ambos aspectos. En los casos en los que no haya necesidad de atención médica por descompensación nutricional, pero la depresión sea severa, dar prioridad a ésta para poder trabajar el trastorno alimentario.
Es más notorio por el aumento en los índices de TCA en hombres, principalmente casos de comedor compulsivo.
Datos para reflexionar sin duda. Hasta la próxima